Capítulo 3. El reencuentro

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-Qué demonios...-los cinco chicos estaban realmente sorprendidos, tras esas puertas los esperaban alumnos y profesores que habían decorado el lugar para ellos, en todo su tiempo como estudiantes nadie había hecho algo así ni siquiera cuando ganaban alguna competencia.

-Bienvenidos sean a la Universidad Trost, no dudo que se adaptaran rápido a este nuevo ambiente y por supuesto harán valer el apoyo y la confianza que se les ha brindado.-eran las palabras que dirigía el director a los nuevos y prometedores estudiantes que tenía frente a él para después retirarse a su oficina.

-Estamos muy agradecidos por esta oportunidad, y además agradecemos el habernos recibido de tal manera.-agradecía alegremente una chica alta de piel ligeramente apiñonada.

Todos dentro del aula estaban encantados con los nuevos, eran lindos e inteligentes, quizá un poco desalineados pero era una belleza sin filtros, se notaba que eran muy simpáticos pero tímidos, a excepción de aquella chica que tomo la iniciativa para presentarse.

-Mi nombre es Hange Zoe, estoy encantada de conocerlos y espero poder trabajar de la mejor manera.-decía con una cálida sonrisa en su rostro.

Parecía que el alma de Erwin se había desprendido de su cuerpo, pues este no reaccionada y es que como hacerlo, si frente a sus ojos ya no estaba una niña de 12 años con el cabello mal cortado y unas gruesas gafas; en su lugar había una joven alta, delgada, con el cabello largo atado en una coleta con pequeños mechones sueltos, un rostro de facciones finas y sus ojos...

...eran unos  ojos color avellana que se ocultaban tras unas gafas de micas delgadas, como si solo tratara de proteger esos hermosos ojos del polvo. Debido a la delgadez de su cuerpo sus pechos eran pequeños, pero se compensaba con una cintura pequeña y un trasero firme.

-Erwin, ¿por qué no dices algo?-Mike susurro al oído de su amigo sin recibir respuesta

Lo que logro sacar a Erwin de ese trance fue una voz femenina que lo llamaba.

-Er-win ¡ERWIN!, no puedo creer que seas tú, ahh estas tan alto.-Hange no contuvo la emoción de reencontrarse en su amigo de la infancia y al instante se lanzó para darle un abrazo.

-Hange, creí que no me reconocerías ha pasado tanto tiempo.-respondía desconcertado por la reacción de la chica pero no ocultaba lo feliz que estaba, correspondiendo al abrazo.

-¿Bromeas? Como podría olvidarte, aunque admito que has cambiado ahora eres mucho más guapo que a tus 14.-guiñaba un de sus ojos en señal de broma.

-La verdad me has sorprendido, no esperaba verte así de cambiada, creciste mucho y veo que también creció tu cabello, sin embargo, por mucho que cambiaras no me olvidaría de ti, por esa razón planee junto a mis amigos esta pequeña sorpresa para ti y tus compañeros.-comentaba feliz al saber que la sorpresa había sido un éxito.

-De verdad estamos muy agradecidos, y ellos ¿quiénes son?-preguntaba refiriéndose a los dos chicos que habían estado a su lado al momento de entrar al laboratorio.

-Ellos son Mike y Nanaba, pieza fundamental para llevar a cabo este plan, y Levi también pero él tenía cosas por hacer.- presento a sus amigos.

-Es un placer Hange, si quieres después puedo mostrarles los dormitorios.-mencionaba Nanaba con un sonrisa

-Un gusto, bienvenidos.-expresó Mike

Los demás compañeros se presentaron también; Moblit, Nifa, Abel y Keiji eran los nombres del equipo de investigación y experimentación científica liderado por Hange.

Erwin acordó platicar más adelante con Hange, lo importante ahora era dejarlos instalarse y descansar pues a la mañana siguiente empezarían una nueva etapa llena de oportunidades. Como lo había mencionado Nanaba guio a Hange y Nifa a los dormitorios que ocuparían, ambas dormirían junto a una chica llamada Petra, en ese momento no se encontraba en la habitación pero más tarde llegaría para conocer a sus nuevas compañeras.

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Por otro lado en la habitación que compartía Levi con Erwin y Mike, este le preguntaba acerca de la llegada de los nuevos.

-Ser curioso no es propio de ti Levi.-cuestionaba intrigado

-Solo quiero saber si dejaras de molestar con tu estúpida amiga ahora que la has visto.-respondía molesto.

-Mañana almorzara con nosotros para que la conozcas.-menciono a su amigo

-Como sea.-respondió de mala gana como siempre.

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La noche para los recién llegados se trató de desempacar y preparar sus cosas para el día siguiente, Hange y Nifa no pudieron conocer a su compañera ya que su cansancio las venció y terminaron dormidas, pero la mañana llegaría con nuevas sorpresas para todos.

Los tres chicos dormirían en una habitación para mayor comodidad, no querían hacerlos sentir extraños o presionados a convivir con personas que aún no conocían, así sería más amena la estadía de todos.

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El sol se abría paso a través de las cortinas de la habitación que ahora albergaba a tres chicas y no solo a dos, Hange fue la última en despertar, solía dormir poco y cuando lo conseguía no había fuerza que la despertara.

-Hola mi nombre es Petra, me he enterado que seremos compañeras, me alegra mucho conocerlas.-decía una chica de baja estatura pelirroja con el cabello hasta los hombros mirando a NIfa que se encontraba sentada en un sofá y después volvió su mirada a Hange.

-También me da gusto conocerte, soy Hange.- respondió aun adormilada con una sonrisa.

-Hange por favor toma una ducha y apresúrate, no podemos llegar tarde, como siempre.-esto último lo susurro, pues era tradición que Hange siempre llagará tarde a todos lados y nadie entendía porque.

-De acuerdo ya voy.-con poco animo respondió, ducharse no era la actividad favorita de la castaña pero era algo necesario.

-Las veré después, debo ir a clases.-se despidió Petra con una sonrisa y salió de la habitación.

30 minutos después Hange salió del baño, limpia y vestida con su uniforme blanco de uso obligatorio para el laboratorio, se colocó unas lentillas de contacto y sobre sus ojos unas gafas para protegerlos del polvo ya que eran delicados.

Recordó que en el almuerzo se reuniría con Erwin y eso la emocionaba mucho, tantas cosas que debían platicarse, algunas felices y quizá otras no tanto, pero la idea simplemente hacia que brillaran  sus ojos.

Una vez que salieron de la habitación se dirigían al laboratorio, en el camino Hange notaba el alboroto que hacían varias chicas el ver pasar a un joven de cabello negro pero no le tomo importancia, esas cosas no solían distraerla en absoluto. Ella estaba totalmente enfocada en sus investigaciones y algo tan trivial como los chicos no la harían desviarse de su objetivo.

O eso pensó...

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𝓛𝓪 𝓪𝓶𝓲𝓰𝓪 𝓭𝓮 𝓔𝓻𝔀𝓲𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora