Cuando el juez les entregó los documentos que debían firmar para que su divorcio fuese un hecho, no iba a negar que le provocaba un sentimiento doloroso, incómodo y difícil de sobrellevar. Seungho continuaba mirándolo como pidiéndole que lo pensara de nuevo, pero él estaba asustado. Asustado de terminar convirtiéndose en una persona que siempre estaba molesto, asustado de ser hiriente con el que por ahora, todavía hora era su esposo y muy asustado de seguir viviendo con los problemas que tenían hasta ahora. No soportaba tener que doblar horarios de trabajo y además tener empleos de fines de semana, tampoco soportaba que cada día, la casa pareciera amanecer con un desperfecto nuevo.
Así que debía hacerlo, él no era una persona que diera un paso hacia atrás en el último momento. Firmó varias hojas sabiendo lo que estás decían, el juez luego se las pasó a Seungho quien se quedaba con la mirada clavada en los documentos, luego le tomó las manos.
—Te amo. Yo no quiero divorciarme de ti ¿Qué hay con la promesa que hicimos de apoyarnos el uno al otro en los buenos y en los malos momentos?— lo miraba con tanta tristeza y desesperación, tanta, que Nakyum sintió miedo de ceder en lo últimos segundos y de que Seungho notara la forma en que sus manos comenzaban a temblar.
—Las promesas se olvidan fácilmente cuando los problemas no te dejan tranquilo. Deberías saber eso.
—Sé que podemos intentarlo todavía, sé que me quieres, sé que podemos lograr tantas cosas juntos y...
—Dije que no. Te dije que evitaras hacer una escena como esta. Quiero el divorcio, quiero terminar nuestro matrimonio aquí y ahora, deja de hacerte el sentimental— apartó sus manos con brusquedad. Desvió la mirada o no podría contenerse y acabaría llorando. Así que funcionó... Seungho firmó los papeles y el juez dio lectura a un pequeño texto que finalizaba todo el proceso.
No acordaron pensión, ninguno obtenía beneficios del otro, las deudas que compartían serían cubiertas con un porcentaje que cada uno aportaría durante cinco meses, no tendrían que verse, así que estaba bien.
Al salir del juzgado, Nakyum fue el primero en apresurar el paso. Todo estaba dicho, de momento se iría con sus padres y luego quedaba ver qué pasaba. Él aún tenía 26 años, así que no debía ser tan difícil superarse con facilidad... o al menos eso creía. Todas sus cosas ya estaban fuera de la casa que compartieron juntos, no tenían nada más que decirse, sin embargo Seungho corrió para plantarse frente a él y hacer un último intento.
El más alto le tomó por el rostro, parecía a punto de llorar pero no lo hacía.
—Lo nuestro no puede terminar así. Te amo tanto que no se me ocurre cómo continuar. Pero Nakyum forcejeaba para poner algo de distancia.
—No hagas esto. Es suficiente Seungho.
—Mírame a los ojos, dime que no me amas ¿Puedes hacerlo?
—Suéltame— tuvo que empujarlo, fue lo único que se le ocurrió para ponerle freno a esa incomoda escena donde algunos curiosos habían comenzado a observarles—. Eres tan inmaduro que insistes en aferrarte a los sueños, ve y sigue cubriendo noticias insignificantes, quizá de esa manera puedas continuar.
Finalmente se apartó. Camino muy rápido por temor a que Seungho fuera tras él una vez más y se subió en el primer taxi que pasó por ahí, algo muy dentro de él... aún dudaba, así que miro hacia atrás, observó a Seungho mirando hacia el piso y aunque su corazón dolió, la decisión ya estaba tomada.
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Despertó con un dolor de cabeza tan incomodo. Genial momento para tener un recuerdo así en medio de sus sueños, justo la noche anterior se propuso no pensar en su ex nunca más y ahora venían sus memorias a recordarle que no sería tan fácil librarse de la vida que tuvo con él.
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Segunda oportunidad (Pintor Nocturno)
Hayran KurguUna historia que nos cuenta la vida de dos jóvenes que deciden unir sus vidas en matrimonio pese a la desaprobación social. Sin importar que tan difíciles pudieran ser las cosas, creen que pueden sobrellevar lo que sea si están juntos, pero... ¿Quié...