Oni

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(Dragón)

Esa humana que fue a ver a ese chico tiene mucho parecido como él, de seguro tiene que ser su madre porque o si no, no hay otra cosa que se me venga a la mente en estos momentos.

Tengo curiosidad de ver lo que está haciendo, últimamente lo único que hace es revisar y revisar los cuadrados donde salen papeles.

—Tú ¿No te habías ido?— Oh no, me descubrió—No trates de escapar o hacer algo, sé que no eres humano—

—Disculpe por espiarla así, solo quería ver que hacía—

—Tranquilo, de todas formas solo sacaba unos papeles de mis padres— ¿padres? ¿No que la casa eras de los padres de su padre?

—¿Y hay más de esos padres por aquí o no?—

—Se les dice padres, pero no son los tuyos reales, es una forma de llamar a la familia de tu pareja— Y yo creí que eran papeles—Y ellos pueden llamarte hijo o hija—

—¿Por qué me dice esas cosas?—

—Se nota que no tienes idea de nada... por eso mejor te digo y ya— Que amable.

—Gracias—

—De nada, creo...oye, ahora que te veo por primera vez necesito hacerte unas cuantas preguntas—

—¿Sabe quién soy?—

—Por favor... vengo de una larga rama de sacerdotisas, puedo saber quien es humano y quien no— Ok mejor me voy, no quiero meterme con esta gente—Espera un poco, eres un Dios, no deberías temerme o bueno...—

—¿Bueno qué?—

—¿Lo sigues siendo después de todo tu historial?— ¿Qué me quiere decir esta humana?

—Disculpe, no comprendo lo que me está diciendo—

—Vamos, no te hagas el desentendido... cada 100 años la familia de mi esposo te estuvo alimentando con sus descendientes y tu al ser un dios no tienes la necesidad de comer—

—¿Me está diciendo que ya no puedo cumplir mis roles por el hecho de reclamar lo que me pertenece por derecho?— Ella asintió sacando un libro de su ropa.

—Veamos si sigues siendo un Dios— Dijo abriendo el libro—Si puedes soportar estas palabras podrás quedarte con mi hijo, solo espero que no pienses en comértelo o yo misma te exterminaré—

—Eso es imposible, nadie me puede matar, tengo los suficientes años para conocer los trucos de los sacerdotes— Me estoy enojando, no tengo la necesidad de seguir escuchándola, la mataré a penas diga alguna palabra.

—Veamos si esta vez tengo suerte...—

—¿Mamá?¿Qué estás haciendo?¿Y tú qué haces aquí?— Si no fuera porque Ruben apareció, esta mortal ya estaría muerta.

—Hijo vuelve a tu habitación, estoy ocupada con él ahora— Parece que no se rendirá tan fácil...

—¿Qué haces con ese libro aquí?...— Él debe saber para qué es, o si no estaría más calmado que ahora.

—Haciendo una prueba, pero tranquilo, si todo sale bien me iré y no volveré hasta un buen tiempo— Oh no, eso sí que ya no me está gustando.

—Detente...te va a matar si le haces algo...— ¿Se está quedando dormido?

—Hijo te desmayaras, vuelve a la cama ahora ya—

—No...no quiero que te mate— No me gusta como está hablando. Mejor me lo llevaré mientras ella está distraída, no tendrá idea de dónde estaremos.

—¡Alto!— No le hice caso y corrí para tomar a Ruben. Lo tomé por la cintura y salí volando por la parte de atrás de la casa, por ahí nadie me vería así que no hay problema.

—Oye no...devuélveme, me siento mal, tengo frío—

—Si quieres te pasaré la ropa de humano que tengo, pero por ahora no es bueno volver ahí—

—¿Qué estaba haciendo mi mamá?—

—Algo muy malo, pero gracias a que llegaste no lo hizo—

—Hablaré con ella más tarde...—Dijo quedándose dormido. No tengo idea de qué le está pasando, pero lo mantendré abrigado para que se sienta en calor.

Trataré de no bajar a matar a esa mujer, debe tener un significado mayor para él y mejor esperar hasta que se solucione todo. Aún sigo pensando eso que dijo, ¿Será que por tener mi paga por cuidar de este pueblo ya no soy un Dios?...imposible.

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Sigo sin encontrar la foto de la portada.

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Ofrenda (Rubegetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora