(Ruben)
Unos cuantos días han pasado desde que llegué aquí y la verdad es que fueron los más difíciles de mi vida. Entre tener que aguantar a un Dragón con falta de personalidad y ver la manera de volver a la casa de mis padres, el tiempo se me pasa y no hayo manera de encontrar solución.
—¿Qué es esto?— A parte, Samuel lo único que ha hecho es tomar todas las cosas de la casa tratando de saber lo que son. Supuestamente era un Dragón que imponía miedo. Pero lo único que hace es acercarseme para tratar de abrazarme o darme besos como todo un acosador—Oye dime que es. Parece ser peligroso, como una arma—
—Es un escobillón. Sirve para limpiar lo que estás pisando—
—¿Pero igual sirve para atacar?— Y sigue...
—No, no es para eso— Me estoy comenzando a hartar de fingir ser paciente con él. Igual puedo aprovechar su nueva actitud para irme de aquí en la noche. Mientras menos se de cuenta es mejor.
—Oh...oye, subiré a la colina por un tiempo. Tengo que...que resolver algo. Pero a penas termine volveré— A eso le llamo suerte.
—Esta bien, ve tranquilo que yo no me moveré— Le dije riendo despacio. Lo bueno es que a penas se vaya yo igual lo haré.
—Bueno, hasta entonces— Dijo besando mi mejilla sin que pudiera alejarme a tiempo—¿Qué me hiciste? me arde la cara— No sé que cosa habrá hecho para que mi cara comenzara a picarme. Además estoy notando que hay algo más en donde me besó.
—Es un sello de protección. Te protegerá de todo mientras no estoy—
—Oh...gracias— Eso no quita el hecho de que aún me duele.
—Adiós— Dijo saliendo por la puerta a toda prisa.
Yo de inmediato me fui a mi habitación a preparar las cosas que me llevaría. No pienso volver en un buen tiempo hasta que ese Dragón se olvide de que existo. Aún puedo vivir con mis padres sin que me digan algo.
(...)
(Dragón)
Odio tener que subir ahí ahora que le estoy cayendo bien a mi ofrenda, pero debo mantener mi presencia ahí al menos un par de días a la semana, o hasta que no tenga sospechas de la Serpiente. Además debo vigilar que todo ande bien en el cielo y la única forma que tengo para hacerlo es esconderme entre las nubes y mirar lo más que me dan los ojos.
—¿Qué haces?—
—¿Qué quieres, Kitsune?, te dije que no aparecieras por aquí— Creo que tendré que sacarlo volando de aquí si no me hace caso.
—Nada, solo te vi caminando hacia la colina y pensé en ir contigo— ¡Ja! si claro.
—Si piensas que me comeré a Ruben, estás pensando mal. Ahora vete— Le dije ignorándolo. Pero él me detuvo colocándose adelante mio.
—Ya no estoy interesado en él. Ahora tengo un nuevo amigo—
—¿A sí? ¿No es la señora que vende comida?—
—Ella es solo un juguete...mi nuevo amigo vive al lado del tuyo— Dijo subiéndose a un árbol— Ayer lo vi por la ventana mientras trataba de entrar a la casa del pelos de choclo y no pude esconderme. Al final me quedé hablando con él y nos hicimos amigos—
—Que sinceridad la tuya...pero al menos para la próxima transformarte en algo que la gente conozca. Estoy seguro que cuando vio a un pequeño zorro de 3 colas casi habrá saltado—
—No lo hizo, él solo sonrió y me dio una bola de arroz que tenía en su mesa— ¿Sólo se quedó afuera o igual se metió a su casa? este zorro es muy confianzudo...—Mejor te dejo, sé que tienes que hacer tus cosas de Dragón y yo mis cosas de zorro—
—¿Gracias...?— Al fin me dejará irme.
—De nada. Aunque te diré una cosa más antes de irme—
—¿Qué?— Miré hacia donde estaba caminando, pero luego se subió a mi hombro.
—No creo que mañana estés tan alegre como hoy—
—¿Por qué lo dices?— De seguro algo se trae entre manos.
—Por nada, solo pienso cosas sin sentido que en algunas veces se hacen reales...adiós— Dijo eso último yéndose a toda prisa hacia el bosque.
Yo me quedé dudando por unos segundos del por qué de sus palabras, pero al estár tan apurado no podía quedarme a imaginar cosas o la tarde caería sobre mi. Así que mejor seguí mi camino que ya se me hace bastante tarde.
ಠ◡ಠ◡ಠ◡ಠ◡ಠ◡ಠ◡ಠ◡ಠ◡ಠ◡ಠ◡ಠ
Poog
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Ofrenda (Rubegetta)
FanficBuscar a la indicada no es cosa fácil y más cuando te la han prometido a cambio de que la paz reine en un pueblo que vive en constante sufrimiento. Pero ya han pasado 1.000 años y aún sigo resguardandolos como si ya me hubieran pagado correctamente.