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Vera

Las chicas también ya estaban en casa.

Ahora tenia a ellas junto con Mateo en mi habitación, ni idea de donde estaba mi mamá. Seguia en la misma posición de antes sólo que esta vez, Sofi habia logrado que hablara y les contara un poco sobre el mensaje

El sueño me estaba dominando de a poco y las pocas ganas que tenia de estar con alguien, se esfumaban de a poco.

Sentía mis ojos hinchados debido al llanto, mi cara seguramente está completamente roja y un fuerte dolor de cabeza me estaba torturando. Las noches de dolor a causa de Franco habian vuelto y eso me enojaba mucho.

El miedo que sentía era mucho y sabia que hasta mañana no iba a pasarme.

Tenia a Mateo sentado en una de las orillas de mi cama, con Melina parada a su lado. Desde que llegaron ellas noté como Meli comenzó a mirar al morocho.

¿Sentí celos? Nosé porque razón, pero sí

De alguna manera Mateo estaba enterado de lo que le habia sucedido a ella y como llegó a la fundación, es por eso que comenzaron a hablar como si fueran amigos de toda la vida. Se intercambiaron teléfonos. Digamos que eso no me ayudaba en estos momentos, y sé que no soy nada de él, pero me gusta en un cierto punto y obvio que me va a poner mal verlo sonreir con otra chica.

Dios... que mal estoy

Nare se sentó a mi lado, para comenzar a acariciar mi espalda debido a que yo habia bajado mi cabeza, para esconderla entre mis piernas y ahí llorar tranquila. No queria saber nada de nadie y mucho menos encender mi celular, pero claramente no se podía.

—Podemos averiguar a quien pertenece el número —me habló, aún acariciando mi espalda

Me torturaba con esa idea desde que llegó a casa, y yo negaba rotundamente a acceder. En el dichoso mensaje decía bien claro que si yo hacia o decia algo, no iba a terminar bien. Y siendo sincera... estoy cansada de sentir tanto dolor a estas alturas

—No —dije, cuando levanté mi cabeza de donde la habia escondido

A penas lo hice, mi vista se fué hacia el morocho y Melina. ¿Porque se habian alejado para hablar? Los veía como sonreian y mi corazoncito se apretaba cada vez más, sin entender porque.

Ya que esa imagen me hacia más mierda de lo que estaba, decidí dejar de prestarles atención para concentrarme en Narela.

—¿Leiste el mensaje o no? —hablé un poco enojada

Ante esta situación ya no sabia que mierda hacer, y me salía reaccionar así

—Claro que sí, Vera —asintió —Pero ¿piensas dejar así nomás todo esto?

—Es que si hago algo será peor... —susurré con mucho dolor

En segundos sentia miles de lágrimas caer por mi cara, otra vez. No queria a Franco cerca de mí por ningún motivo, y necesitaba que ellas entendieran eso.

—Linda, acordate que ahora no estás sola ¿si? Ya no sos indefensa —sus caricias es mi espalda seguían —Dejanos que te ayudemos, va a ser más fácil

Quedé mirándola por unos segundos, pero le volví a negar

—No quiero que me siga lastimando, es mejor no decir nada —solté, tratando de convencerme a mí misma

La manga de mi buzo estaba completamente mojada, pero no me importaba.

—¿Y si te manda otro mensaje? ¿Eh?

Por eso vine | TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora