14

18 2 0
                                    

El mundo es demasiado hermoso para verlo desde casa.

38 horas en un avión.

Ahora mismo me encantaría no tener a Izan a mi lado.

—Eres un pesado— le digo, empujando su cabeza lejos de mi hombro.

—¿Yo? Yo soy un pan de Dios, una criatura celestial, un angél, un...

—Un grano en el trasero—interrumpio una vocecita atras de nosotros.

Ambos volteamos y nos encontramos a un niño, se veía quizas de 7 años y no lucía muy feliz.

—¿Qué dijiste?— hablo Izan

—Eres un grano en el trasero, intentanndo ver "Spideran Home-coming" —dijo mostrando su pantalla

—Bien, yo intento ser Kim Kardashian pero no todo se puede en esta vida.

—No puedes eres un gordo

—¡Pero! ¿¡Como me has dicho?! —Izan se dispusto a saltarle encima al niño

—¡No!—lo empuje para que no lastimara al niño.

—¡¿Pero qué te pasa!?—se escucho una voz

—¡Abuela!

Voltee. Izan estaba sobre una señora y ella le estaba pegando con un periódico en la cabeza.

—¡Auch! ¡Dejeme en paz!— gritaba Izan, haciendo que los pasajeros del avión nos voltearan a ver.

—Que vergüenza—murmure

—¡Ayudame!

—¿¡Es tu amigo?!—me dijo la señora señalandome con su periódico.

—¿Yo?—me señale inocente

—¡Que tración!—Grito Izan atrás

—¡Callate!

—Shhh—dijeron casi todos los demas pasajeros

—Shhh para ustedes también—hablo Izan regresando a su lugar

*

—¿Cuanto falta?—Rode los ojos por quinta vez

—No lo se— respondi

Después de el mini drama, dormimos pero estan tanto en un avión ya no siento mis piernas.

—Pasajeros, les pedimos que abrochen sus cinturones el vuelo a Atenas, Grecia va a Aterrizar—hablo una señorita por el altavoz.

*

—¿qué horas son?— hable unos minutos después de tener las maletas

—2:00 AM— contesto Izan con un bostezo

—¿Crees que se olvidaran de nosotros? — hable como la paranoica que soy.

—Nah, somos inolvidables—hablo antes de comenzar a cerrar sus ojos

—¡Espera!—me alarme —,uno de los dos tiene que estar despierto, como guardia

No obtuve respuesta.

—¿Izan? ¿Iz? ¿Jirafa? —hable despacio—, bien —me respondi a mi misma.

Poco a poco mis ojos se fueron cerrando.

—¿Isa?— escuche a lo lejos, pero mis parpados pesaban más.






Un cambio inseperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora