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Con aquella cadenita de plata adornando mi cuello con la letra “B” sobre mis clavículas, terminé de colocarme mi chaqueta de mezclilla y tomé el lápiz digital que se encontraba sobre mi escritorio

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Con aquella cadenita de plata adornando mi cuello con la letra “B” sobre mis clavículas, terminé de colocarme mi chaqueta de mezclilla y tomé el lápiz digital que se encontraba sobre mi escritorio. Cerré la mochila colgándola sobre mi hombro con la sudadera de Soobin entre mis brazos. Salí de mi habitación cerrandola con seguro como siempre y pasé por el refrigerador tomando un café en lata que siempre solía tomar antes de irme.

—¿No pensabas esperarme?— La voz masculina de mi novio me hizo girarme, mirándolo interrogante.— ¿Estás mejor? No has querido hablar con Hyejin y...-

—Hyunwoo no quiero hablar de eso, tengo mucho trabajo por hoy así que me gustaría estar sola.— Murmuré pasando por un lado de él sin antes dejar un casto beso sobre sus labios.

—¿Qué ocurre?— Elevó la voz deteniendo mis pasos hacía la salida.

—¿Eh?

—¿Qué es lo que te pasa? Nunca eres así conmigo, siempre vamos juntos.. ¿Qué está cambiando?— Me reclamó llegando hasta mi platandose frente a mi cruzándose de brazos.

—Estoy estresada Hyunwoo, ¿podemos hablarlo más tarde? tengo que llegar a terminar unos bocetos.— Puse una mano sobre su pecho y lo pasé de largo saliendo del departamento tomando las escaleras. Con el sonido de los tacones resonando por las silenciosas paredes sólo bajaba respirando sonoramente. El sonido de mi celular notificandome un nuevo mensaje me hizo sacarlo del bolsillo de mi pantalón observando el nuevo mensaje, mi compañera de facultad había llegado.

Tomé el primer taxi que se me cruzó, nerviosa me lleve la mano a las clavículas acariciando la suave superficie del accesorio. Minutos más tarde ya bajaba del taxi buscando a Soobin con la mirada, segundos más tarde de buscarlo lo noté bajar de un auto junto con aquella pelirroja. Apreté mis labios y caminé hasta él pasando desapercibida de su novia. Luego de que ella se adentrara al baño, toqué su hombro girandose sobre su eje en respuesta.

—Hola.— Sonrió.

—Hola.— Sonreí apretando mis labios y le tendí la sudadera que se encontraba sobre mis manos.— Gracias.

—¿No quieres conservarla?

—¿Yo?

—Si tú.

Miré la prenda analizandola de principio a fin. ¿Le había hecho algo para que me dijera eso?

—¿Por qué querría conservarla?— Pregunté extrañada confundida por su repentina pregunta que me tomó desprevenida.

—No lo sé, fué una pregunta.— Se encogió de hombros ocultando sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

—¿Tú quieres que la conserve?

—Tú sólo dí que si.— Sonrió dando un suave toque sobre mi mentón.

—De acuerdo.— Asentí.

—Ahora usas tacones.— Sonrió.— Me estaba extrañando de verte tan alta..

—¿Y eso es malo?

—No.— Negó.— Te vez muy linda.

Apreté mis labios asintiendo y me despedí de él con la mano agitándose en el aire en señal de despedida. Subí las escaleras de la facultad hasta el quinto piso encontrándome a aquella chica italiana de sonrisa blanca, cabello corto ondulado y cabello castaño. Ajustó sus lentes a el puente de su nariz y me sonrió en cuanto me vió cruzar la puerta de entrada. Dejé mi mochila sobre la mesa sentándome sobre la acolchonada silla y comencé a sacar la tableta y el lápiz digital.

—¿Lo mejoraste o algo?— Preguntó ella con sus ojos ahora fijos en la pantalla del aparato con su diestra trazando algunos ángulos a través de su lápiz digital.

—Hice lo que pude.— Asentí.

—¿Usas lentes?— Preguntó pausando su trabajo para quitarse las gafas de sus ojos, yo negué mirándola con el ceño fruncido.— Deberías, todo el tiempo trabajamos con la tablet o la computadora. A éste paso terminarás con problemas de la vista, ¿no has tenido malestares?

—Ardor en los ojos.— Me encogí de hombros, ella entrecerró sus ojos observándome fijamente.— Es todo, lo prometo.

—Deberías ir a checarte con un oculista.— Aseguró.

—Lo haré.

• • •

Luego de más de dos horas en la misma posición, salí de la facultad hacía la primera máquina expendedora que ví en busca de un jugo o un café. El brazo de Hyunwoo me volteó bruscamente haciéndome verlo con el ceño fruncido.

—¿Qué ocurre contigo?— Le reclamé abriendo la lata del jugo para beber de uno sorbo del líquido.

—Soobin.

—¿Qué?— Quité la lata de mis labios y fruncí aún más mis facciones.

—Estás saliendo con él, ¿no es así?— Se cruzó de brazos mirándome severamente. Abrí mis ojos confundida.

—¿De qué hablas?

—Te ví hablando con él.

—¿Y por eso ya estoy saliendo con él?— Pregunté al borde de la histería.— Nunca te importó que hablara con más chicos, nunca me trataste así. ¿Qué ocurre ahora? ¿Ya desconfías de mi sólo por ser él?— Se mantuvo en silencio.— Perfecto, eso necesitaba saber.

Y me fui de ahí enojada, era de esperarse después de todo.

Después de haber llegado al departamento de encerré en mi habitación quitándome los tacones que me habían estado matando los pies durante las últimas horas. Me mantuve acostada mirando el techo mientras en mi reproductor de música se reproducía Reveal de THE BOYZ. Suspiré agotada y sólo cerré mis ojos sintiendo al fin la relajación que mi cuerpo había estado pidiendo las últimas horas, mi puerta siendo abierta no me hizo abrir los ojos y me límite a respirar con tranquilidad.

—¿Cuánto has dormido hasta ahora?— Preguntó Hyejin de manera suave.

—No lo sé.— Respondí aún con mis ojos cerrados. Ella pausó mi música cosa que me hizo abrir mis ojos y levantarme mirándola confundida mientras mis manos sostenían de mi cuerpo sobre el colchón.— Me he dormido hasta las cuatro o cinco.

—Boyoung, necesitamos hablar y tú también necesitas relajarte.

—¿De qué hablas? Mañana tengo que ir a la universidad..

—Pues llegarás tarde, arréglate que salimos en menos de diez.— Señaló.

—Pero Hyejin tengo sueño.— Formé un pechero con mis labios entrecerrando mis ojos.

—¿Quieres que te meta a bañar con agua fría?

—Dijiste en diez ¿no? ya voy.

La femenina sonrió saliendo de mi habitación sin antes decirme un te espero en diez. Sin saber que ponerme sólo tomé la camisa de tirantes que ví primero y un short color negro junto con la grande sudadera de Soobin que olía mucho a lavandas para después retocar mi maquillaje, con el celular en la mano y el dinero en una pequeña cartera salí de mi habitación dejándome caer sobre el sofá esperando por mi amiga.

—Creí que de verdad no saldrías, anda vamos.


Again You | Choi Soobin (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora