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"solo alcanzarás a llevártelo a la cama"

"Yo no te estoy manipulando, se ríen de ti"

"¿Quieres un Kebab?"

"Yo te voy a ser sincero, no estoy capacitado para tener una relación"

—Haremos un 10-7 con Dan para equipar armas—pronunció ahora Fred, quien se equivocó de código. De nuevo.

—10-4—respondió Conway—acuérdate, capullo, que 10-7 es disponible, lo que vais a hacer es 10-8. Anormal.

Silbó, sin perder la oportunidad de burlarse.

Y antes de que Conway pudiese responder que seguramente le va a dar con la porra, cortó la transmisión.

Estábamos animados. Teníamos nuevamente el trabajo de policías, pero esta vez como si fuésemos espías, usando un pasamontañas en la cabeza, y eso me emocionaba mucho.
Gustabo ahora se llamaba Fred, y estaba tranquilo. Creo que aprendió la lección a partir de que tuvimos que estar en la Federal, haciendo paquetes dentro de ésta.
Con Volkov desde mi em, bello rechazo, no volvimos a cruzar palabras ni miradas, puesto que nuestros tiempos casi nunca se cruzan.
Dejamos aparcado el Z y comenzamos a andar.

—Nunca te lo pregunto, pero, ¿Estás bien?—tenía razón, nunca lo preguntaba.

Suspiré ruidosamente—No lo sé, estable. No veo a Volkov hace días, creo que empiezo a extrañarlo.

—¿Al niño asustado?—comenzó a reír. Una risita salió de mi boca pero sin gracia, no estaba de humor.

—Sí, al niño asustado.

Gustabo siguió hablando. ¿Vieron el momento en el que tus oídos se tapan y no escuchas nada? Bueno, eso me pasaba, era como un ruido molesto.

Fuimos al armario, sin antes ponernos en servicio.

—¡Pero tío, nunca hay ni una puta arma!—gritó—esto se lo tengo que informar al abuelo, me cago en la puta.

Seguí sin decir nada, mucho no tenía para decir. Agarramos una porra, chaleco y una pipa con pocas balas regadas por allí, convenciéndome de que este será un buen día.

[...]

—Ala, aparcao—dijo Fred.

Acabamos de terminar un código 3, Gustabo había llegado a abatir al francotirador, yo a un atracador.

Ahora estábamos en el hospital.

Resulta que Gustabo tenía un dolor horrendo, terrible, fraudulento en el dedo meñique del pie.

Salimos luego de unos diez minutos. Nuevamente en la patrulla, nos dirigimos a la comisaría, escuchando de mientras unas rolitas bien de pana.

—Debemos hablar con Emilio, entregar toda la droga de una vez e irnos de esto, me da mucha mala espina—murmuró Gustabo mientras tenía el coso apoyado en el respaldo de la puerta, mientras miraba por la ventana—. Y mira que soy bien psicópata como para que me preocupe perder mi vida. Deberíamos apurarnos.

—Yo digo que le digamos a papu que podríamos hacer, el dinero negro se lo tenemos que entregar en dos días—Gustabo bufó, lo ponía de mala ostia todo este tema, y lo entendía.

Llegamos. Estábamos agotados, siendo las nueve de la noche, seguía teniendo esperanzas de que este día mejore;

Entramos hablando de cualquier cosa, bromeando con la muerte de Ivanov y Torrente, y choqué contra alguien.

Inevitablemente tuve que mirar a quién debía pedirle disculpas o gritarle que era un payaso, pero me quedé pasmado en el suelo.

Enfrente mío, Viktor Volkov se encontraba frente mía.

—Así que, ¿burlándose de la muerte de dos compañeros, no?

Miré a Gustabo, recordando que en este momento éramos Fred y Dan.
En sus ojos notaba como intentaba no reírse, pero se notaba mucho, es decir, lo conocía tanto como él me conoce a mí.

—No no—intenté excusarme, pero la inquisidora mirada de mi lindo tóxico hacía que no encuentre las palabras exactas—. Disculpe—bajé la mirada.

—Míreme. Me importa una mierda que sean subinspectores, una vez más que escuche reírse de dos compañeros y que encima estén muertos, no me temblará la voz para mandarlos a tomar por culo—me dolía—. Me parece una falta de respeto que hagan esto. No gastaré más saliva, espero tengan respeto por el otro una vez en sus vidas—termina, y se fue.

Miré de nuevo el suelo, me dolía el pecho.

Sentí el ruido de unas pisadas acercarse, hasta quedar detrás mío.

—No te sientas mal—la voz de Conway junto con su mano posada en mi hombro me hizo saltar del susto. Creí que podría sentirme mejor.

Caminó a paso firme hacia su escritorio de arriba, desapareciendo por las puertas azuladas.

—Yo creo que debemos irnos a dormir—susurró Gustabo.

—Sí, yo también.

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Perdón si hay faltas de ortografía 😔👊🏽

Al fin y al cabo <Volkacio> [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora