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Flameante humo desprendiéndose del café.

El crujir de unas medialunas que se me fueron entregadas hace dos minutos.

El café estaba frío ahora, con un hilo en el centro del café en forma de espiral.

Las medialunas intactas, sin haberlas más que apretado con mis dedos.

Mi mente estaba en otro lado. Temía la conversación de los que estaban al otro lado de la puerta, ¡¿Que se muera Conway?! ¡No, gracias! Estaba perfecto así.

Pero eso no invalida el hecho de que podría perderlo y el dolor sería inmenso, ya que era lo más cercano a una figura paterna cercana a mí. Una familia cercana a mí.

Volkov estaba raro, mis mensajes no eran contestados.

Gustabo estaba desaparecido, tampoco contestaba mis mensajes, y mis ganas de salir a desconectar un poco con desconocidos bailando en una disco no me apetecía en lo más mínimo.

Pedí para llevar las medialunas, que me calienten en café y salí de aquella alegre cafetería.
Caminando rápido, me topé con Volkov y Conway hablando igual de sospechosos como los había escuchado ayer, mirando frenéticamente el comisario hacia todos lados.

Caminaron hacia la comisaría nuevamente, pero minutos después vi como tomaban un Z y se iban a vaya a saber Dios donde.

Esto era tan sospechoso que necesitaba saber todo esto.

No los iba a seguir, esos dos reunían la mayoría de veces el IQ que el CNP no tienen a menudo, me detectarían al instante;

Mi propia investigación se daba iniciada.

Corrí al despacho del viejo, rezando para que al menos una pista de lo que sea que esté pasando, solucione mis incógnitas que necesitaban ser resueltas.
Pero sin tener esperanzas ya que este señor era muy rebuscado con sus cosas personales.

Di dos miradas a ambos pasillos y entré con la más entera confianza.
Afortunadamente, no había nadie esperando al viejo.

Me senté en su silla, la más cómoda de tote Italia. Empezando a revisar los cajones de allí.

Papeles con recibos, clips, botones, nada que me sirva.

Miré a mi izquierda, la computadora.
Suspiré con alivio al apretar el botón de encendido y que no me salte un enorme cartel que diga inserte su contraseña porque no creo que alguien tan rebuscado como Jack Conway ponga como contraseña CNP.

O 1 2 3 4 5.

Entré a archivos, sin encontrar más que información poco interesante o que me ayude a descubrir lo que sea que vaya a descubrir.

Miré la hora: 18.20.
Había estado media hora en una exhaustiva búsqueda de información.

Espoiler: no encontré nada.

Sólo habían fichas de cada agente que pasó por aquí, listas de espera, códigos y demás.
Escuché pasos y no hice más que esconderme debajo de la mesa, esperando buguear la realidad y que Conway no me vea.

Con el corazón en la garganta, oí como dos personas entraban, sentándose en donde yo me había dormido a causa de mi borrachera.

—No sé que hacer—dijo Conway, yo decidí no sacar la cabeza por si alguno de los dos me encontraban—. Corremos más peligro que de costumbre, sabemos los dos que cuando entras al CNP tienes una bala en la cabeza—suspiró—pero no creí que esa bala llegaría tan rápido.

—No se aflija Conway—la suave voz de Volkov hizo que mis brazos se tensen—... Todo va a estar bien, ya verá. Esto es solo una de las piedras que siempre vemos, solo que ahora no podemos evitar caer con ella.

Al fin y al cabo <Volkacio> [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora