3

2.6K 261 108
                                    

Volkov.

Ese niño enfermo con cabeza pequeña que si entramos en dramatizaciones, es el amor de mi vida, dueño de mis suspiros cada vez que mis ojos detectan su figura vestida siempre con esa inconfundible camisa azul marino.

Pero en este momento, me veía como un niño pequeño seguramente. No hacía más que tener mis hombros hacia arriba, con mis manos juntas pegadas entre mis muslos, y mirar el suelo.

No oía nada.

Sus palabras hirientes, punzantes cual filo de aguja.

-Esto no me lo esperaba de usted, señor Horacio-mi mentón tocaba la piel de mi cuello-. ¿En qué estaba pensando? Pudo haberlo matado.

No había excusas, era mi culpa.
Mi culpa por mamá haberse ido.
Mi culpa porque Volkov se alejó.
Mi culpa porque no puedo parar lo que siento.

Era bastante sensible, pero no quería que me viera en esta posición, no quería darle lástima, no quería que su ceño deje de estar fruncido por ver enfrente suyo a alguien tan débil mentalmente.

Todo era tan gris, lo único que daba color era mi cresta roja, que ahora estaba a un costado por estar mojada. Hasta mi cresta no quería estar conmigo.
Pero no me quejaba, era alguien feliz como para soportar esto, un rechazo, un abandono, un amigo que no parece tener todos los jugadores en la cancha es algo que vivo día a día, y sigo vivo.

Más era insoportable.

La puerta se volvió a abrir, dejándose ver a Conway. Lo más cercano a un papá que pude haber tenido.

-¿Dónde está... Gustabo?-por primera vez había subido mi cabeza, Volkov aún seguía mirándome: y mi voz se oía tan temblorosa que no sabía que hacer.

-Por ahí, pero ahora Horacio, me vas a decir todo-fruncí la nariz-. Gustabo ya ha declarado todo lo que debía declarar, pero me falta tú.

No le creía-¿Qué le tengo que declarar?

Se rascó la barbilla-Mmm, Volkov, ¿Qué hemos encontrado en la maletera? ¡Ah, sí! Un montón de droga, capullo-apoyó una mano en la mesa, inclinándose ligeramente para poner su mano izquierda en su cintura-. Así que es hora de sacar toda la mierda, o te haré cantar.

Tragué saliva.

-Ya le dije, estábamos tomando sol...

-¿En la noche?-interrumpió Conway. Mierda.

-¡Horacio! ¡No le creas!-¿Gustabo?-¡Te está manipulando!

A mí derecha había una enorme placa donde no podía ver nada más que a nosotros reflejados, y puedo decir que Volkov está bien favorecido, debe de ser fotogénico;

-¿Usted... Me manipularía?

No sé si era mi desesperación, pero creo haber visto como su posición de ego por la nubes se agrieta, abriendo un poco la boca y a través de sus anteojos grises azulados sus ojos se habían abierto bastante.
Pero rápidamente volvió a ser el viejo cascarrabias que tanto quiero.

-Jamás. Sabes lo que pienso de ti.

Había estado conteniendo el aire, y miré de nuevo a mis piernas: sudaba y sentía que en el cualquier momento me podía desmayar.

Un vaso de agua estaba frente a mí, agradecí a Volkov.

¿Acaso siente pena por mí?

No lo iba a permitir. Así que dejé el agua sobre la mesa, y caminé a paso lento hacia la puerta, empujando con un poco de fuerza, necesitaba agua, pero no que venga de él.
Mi vista estaba nublada, pero no porque me iba a poner a llorar. Aquí por lo menos no lo haría. Me tuve que sostener con ayuda de las paredes, llegando al fin al maldito coso este del agua. Lentamente cogí un vaso blanco de platico, y no llegué a servir agua.

Qué patética forma de morir.

[...]

Viktor Volkov.

Había quedado solo en la sala, masajeando mi cien. No me pagan lo suficiente para lidiar con estupideces como éstas.

Lástima no podía pedir un ascenso. El viejo me daría unos porrazos.

Horacio había rechazado el vaso de agua, a pesar que pude ver como algo en su cara había cambiado.

Gustabo se reía. Creí que Conway se había llevado a ese gilipollas;

Aún esposado, caminé cuatro pasos hacia la habitación de a lado, y obligué a Gustabo que camine.
Tenía mejores cosas que hacer, como ganarle al intendente en el casino y dejarlo en banca rota.

Tenía una sonrisa en su rostro, me daba incomodidad a primeras vistas. Empezamos a caminar, viendo a un Horacio apoyando su mano derecha contra la pared, cuidando de no tirar cuadros.
Era consciente de lo quieto que me había quedado, en especial cuando vi como caía.

Mierda.

[...]

El hospital en la ciudad de Los Santos, en mi humilde opinión, era lo más visitado aquí.

Gustabo había quedado junto a Conway, me negaba a dejarlo solo en el hospital, muy poco profesional de mi parte;

Cada vez el color marrón de la puerta me aburría más, y me incliné apoyando mis codos sobre mis rodillas, con las los dedos entrelazados. Mis piernas ligeramente abiertas y mi cabeza gacha, mientras miraba mis manos una y otra vez.

No sentía el culo.

Las horas pasaban y yo me alejaba de mi asiento hundido sólo para ir a tomar agua o café, al baño y para comer, preguntando de vez en cuando si estaba bien Horacio.

"-Está bien, pronto saldrá"

Había pasado unas dos horas y estaba bastante preocupado.

La puerta se abrió, y levanté mi cabeza rápidamente, encontrándome con Horacio y su cresta roja de lado.

Lindo. Cute.

-Comisario Volkov... Disculpa mi pregunta estúpida pero, ¿Qué haces aquí?

Me levanté bien rápido, hasta estar frente a él-Estuve esperándote, ¿Qué te pasó?

-Se desmayó. Una crisis nerviosa que simplemente su cerebro quiso calmar por un tiempo-el doctor Muerte justo hizo presencia-. Dígame, ¿Está usted bien?

-Ehh, sí sí, estoy perfectamente-pero, ¿Por qué se traba al hablar?

¿Por qué parece estar rojo?

Seguía optando mi pose de siempre: con los brazos cruzados, intenté no demostrar nada más que calma.

Quizás estaba celoso.

Quizás.

Pero eso no importaba ahora.

Horacio estaba bien.
______________________________________

:C

Я этого не заслуживаю.

C:

Sigo todavía bien soft por como hoy Reborn habló en el directo y porque llegó a 500k, no me toquen que estoy sensible.

Al fin y al cabo <Volkacio> [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora