2: Primos

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Me quedé dormida, aún no procesaba el cambio de horario. Pasaron unos minutos antes de que recordara que tenía que ir a la casa de mis tíos. Me levanté de la comodidad del sillón, me peiné un poco mi alborotado cabello y busqué entre mis maletas el regalo que papá había mandado para la familia. No tuve que buscar mucho, porque se encontraba en la primera maleta que abrí, la cual estaba llena de vestidos. Yo no hice esa maleta.

Me dispuse a salir de mi hogar, éste era bastante grande pero mal distribuido, papá era buen diseñador de ropa, no de casas. La miré desde la puerta del antejardín y pude ver el buen estado en la que se encontraba. Los años no pasaron en ella, me daba la misma familiaridad de siempre. Caminé unos cuantos metros, girando la esquina se encontraba la casa de mis tíos. La recordaba un poco más pequeña que la nuestra pero mucho mejor esbozada, estaba todo en su lugar. Bueno, Ai sí le daba atención y amor a su hogar, no como mamá que apenas si paraba en casa.

Vi en el buzón el grabado el apellido RUKAWA, hace mucho tiempo que no lo escuchaba. Toqué el timbre muy emocionada, con el regalo bajo el brazo izquierdo. Tratando de reprimir tanta conmoción porque sabía que mis tíos no son de abrazos. Insistí en el timbre hasta que abrió mi tía Ai. Ella me vio y un pensamiento se pasó por mi mente: Ya debía olvidar el inglés.

- ¡Pequeña Stella! ¡Eres tú! ¡Estás hermosa! Entra entra.

- Gusto de verte tía, te traje este regalo de parte de mi padre.- Le entregué la caja envuelta con papel de regalo; la inspeccionaba con curiosidad.

Mi tía era muy tímida, pero se notaba que estaba alegre de verme. Adoraba Japón, pero ya me había acostumbrado a no sacarme los zapatos al entrar a una casa. Dejé mis zapatos en un borde y me puse las pantuflas mientras mi tía dejaba la caja en otra habitación. Seguramente quería abrirlo con mi tío. (Que por cierto, por alguna razón nunca le gustó que le dijera así) Lo recordaba parco, casi daba miedo. Pero sabía que después de todo era un buen hombre.

Todo estaba igual, tal y como lo recordaba, solo que un televisor mucho más moderno que el mío.

- ¡Pero si pareces una modelo!- Gritó mi tía desde la cocina.- ¡Hasta te vistes como una! Recuerdo que te gustaba vestir con ropa deportiva, no es apropiado para una señorita. Tú padre seguro te pide que modeles su ropa.

- No, papá nunca me ha pedido eso. Pero muchas gracias tía. Por cierto, ¿cómo han estado? ¿Qué tal el tío?

- Trabajando como siempre. Se ha esforzado mucho por mantener este hogar y a su familia.

Ai me invitó a tomar el té y conversamos unas horas para ponernos al día. Estuvimos hablando más que nada de la familia. Al parecer, desde que murió la abuela, el abuelo ha sido un hombre duro y malhumorado, nunca le perdonó a Sean que no asistiéramos a su funeral. Papá decía que volver le causaba un gran dolor y no quería estar donde existieran más pérdidas. A mi edad no dimensioné las consecuencias de aquella decisión.

- Tal vez deberías visitarlo.- Dijo Ai.

- ¿Y si también está enojado conmigo? De todas formas nunca me quiso mucho.

- No digas eso, el abuelo te quería, solo no...

- No quería a Papá.- Interrumpí.- Respeto a mi abuelo pero no puedo permitir que hable mal de mi padre solamente porque se casó con Ritsuko.

- No le digas así a tu madre, querida, ella también te quería mucho.

Mi tía había tocado una fibra sensible. Llevaba toda mi vida preguntándome mis verdaderos sentimientos hacia mi madre, y si esos dependían de lo que ella hubiese sentido hacia mí. Quise ignorar lo que me dijo, sin embargo las palabras brotaron por sí solas desde mi boca.

Stella 🏀 *SlamDunk*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora