·Expulsando demonios [Parte I]·
-Esto ni siquiera es el todo de la demonología, es una parte, la base de de las bases de lo que realmente es esta ciencia. Pero será suficiente, porque a diferencia de lo que unos simples mortales pueden hacer con oraciones, con la ayuda de la muerte y hechiceros será más efectiva.
-Son buenas noticias -dijo Lily a lo que el resto de los hombres allí presentes la miraron -. ¿No lo son?
-No es simple -Henry llevó una de sus manos bajo su mentón y pareció analizar la situación sin mirar a nadie -, es cuestión de fe y seamos sinceros, dos personas aquí presentes creemos mientras que las otras dos no creen ni siquiera en sí mismos. El Padre Louis se refería a la fuerza humana, no de la espiritual.
-¿Y si creemos en nosotros mismos? ¿Crees que será suficiente?
-Para una distracción -comentó el Padre Louis asintiendo muy seguro de ello -. Puede ser una estrategia, convertir las debilidades en fortalezas. De eso se trata.
Estaban allí. La puerta con aquella traba bendecida tembló con golpes tan duros que resonó en las paredes de piedra. Henry tomó el libro de tapa roja, el Padre Louis le alcanzó un pequeño cofre al Auror y una cruz envuelta en un paño blanco a Lilian que sacó de los estantes de atrás tan rápido como sus envejecidos pasos le permitieron. El depósito de reliquias siempre estaba a la mano, como el depósito de armas de una comisaría o de un ejército en un instante de caos. Después de todo, la guerra con aquellos demonios era algo de todos los días.
Comenzó a empujar el librero y Henry presuroso llegó hasta él para ayudarlo. Una salida de emergencia, un túnel largo, oscuro pero lo más seguro hasta ese momento era de las cosas más maravillosas en un momento como aquel. Aquellos hombres de fe habían pensado en todo.
Los golpes se hacían escuchar, uno más intenso que otro. La madera cedería en algún segundo, segundo que debían aprovechar al máximo.
-Gracias, sus acciones hablan muy bien de usted.
-Vayan con Dios y destruyan a ese hijo de perra.
*
Los habían perdido una vez atravesaron el túnel. El mismo los había conducido a una carretera desolada en algún punto de Londres que desconocían. Henry había decidido marchar a pie unos cuántos metros, al menos hasta encontrar el punto en el que estuviera a salvo. Porque la joven Muerte, estaba convencida de que podían percibir la magia de alguno de los dos hechiceros.
-¿Por qué a nosotros y no a ti?
-Las muertes tienen sus trucos -dijo sacando del interior de su camisa un pequeño medallón de plata -. En este momento, soy indetectable.
-Tiene sentido.
-¿Qué sugieres que hagamos? -preguntó el mago, estaba perdiendo la paciencia y tenía motivos para hacerlo -. No tenemos tiempo para seguir dando vueltas, el mismo se nos agota.
-Ten fe -sugirió encogiéndose de hombros retomando los pasos que había detenido a un costado de la carretera -, no es tan complicado -anunció en voz alta.
-Quiero partirle la cabeza con esta roca -murmuró entre dientes en tanto se agachaba para tomar una roca del suelo. Lily se quedó observando la espalda de Henry mientras este seguía alejándose -. ¿Qué tanto lo miras?
-¿Te hubieras imaginado que la muerte tenía ese aspecto?
-¿De niño idiota? -preguntó frunciendo sus labios -, la verdad es que no y es una decepción.
-Hablo en serio. ¿Qué tanto ignoramos realmente? -Derek soltó la roca y sacudió sus manos, sus miradas se encontraron por primera vez como en aquellos años -. ¿Demonios? ¿La Muerte con forma humana? ¿Una secta que asesina niños? Hasta hace unas semanas atrás ambos estábamos convencidos de que nada de eso podía ser posible en nuestro mundo. Que sólo eran fantasías, concepciones muggles que nunca llegarían a hacernos daño. Algo está mal con todo esto. ¿Desde cuándo sucede?
-¡Oigan, ustedes! -miraron en dirección a Henry -, ¿qué esperan?
*
Mia despertó, ahogada y desorientada. Varias manos la detuvieron, la obligaron a mantenerse acostada. Primero con delicadeza, luego con una fuerza sobrehumana que aceleró su corazón. ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado ahí? ¿Por qué estaba atada? Los escuchaba murmurar pero no veía a nadie. La tocaban, pero no sabía desde dónde.
-¿Quiénes están ahí? -preguntó apenas en un susurro.
-No logrará sobrevivir siendo tan débil.
-Pero el amo la quiere a ella.
-¡Ya déjenme! ¡Ya basta! -la manoseaban, sentía sus alientos caliente por su piel pero no había nadie ahí con ella.
Tardó un buen rato en reconocer el lugar, cuando sus lágrimas se secaron, cuando dejó de escuchar sus voces, cuando se encontró en la cama sin fuerzas. El empapelado morado de las paredes, las cortinas de las ventanas, aquel aroma a menta que sobresalían de las sábanas. Estaba en la casa de Gregorie, en una de las tantas habitaciones que tenía la mansión de los Hortz; no podía moverse como para comprobarlo, pero no cabía duda que allí era donde estaba.
Y sus sospechas no tardaron en ser resueltas.
-Mia...
*
Un pueblerino los había levantado de aquella ruta desierta. Iban sentados en la parte de atrás de la camioneta; la lluvia había acabado horas atrás, cuando iban por el túnel escapando de lo que fuera que los hubiera estado persiguiendo. Pero el anochecer estaba cayendo sobre ellos, de hecho, la escasa luz del día apenas se distinguía.
-¿Cuál es el plan? -dijo Lily por encima del ruido del trayecto. El joven Henry tiró de su tapado para envolverse en él y miró a la bruja -. ¿No tienes un plan?
-Digamos que es una idea. Lo averiguaremos -Derek bufó por lo bajo -. ¿Tienes algo que objetar? Dudo que sepas qué es lo que debemos hacer.
-Parecías muy seguro cuando hablabas con ese viejo.
- Es exceso de confianza, es un síndrome. No se preocupen, cuando lleguemos ahí sabremos qué hacer. Expulsar demonios es cosa de niños.
Ninguno era tan idiota para creer que eso era verdad. Henry no había mentido cuando le había asegurado a Lilian Dorian de que tenía una idea, el problema era que un número de tres contra una horda de demonios no era una imagen precisamente bonita. Necesitaban más gente y con aquel pensamiento se le venía una sola imagen a la cabeza. Sin embargo, traería otro tipo de riesgos, como perder su existencia, por ejemplo.
Tenían en sus manos las reliquias necesarias, sólo tenían que aprovecharlas. Comprenderlas, aprender de ellas y usarlas correctamente. Confiaba en la habilidad de Derek y por supuesto, en la de Lilian, pero esa no era su área. No podía existir error al momento de estar expulsando demonios. Un mínimo canal abierto, esas cosas serían capaz de tomar sus cuerpos y usarlos como marionetas de trapos. Llamar a las muertes era un idea descabellada, pero necesaria debido a un segundo problema: el tiempo.
La camioneta se detuvo en la gasolinera que el hombre les había mencionado antes de llevarlos hasta ella. Se bajaron de la caja trasera y después de despedirse del granjero, caminaron hacia el interior del lugar.
-Aquí estamos a salvo -murmuró Lily intentando calentar sus manos en los bolsillos de su capa -. Dinos, ¿qué tanto piensas?
-¿Les dije alguna vez que tenías alas?
-No -a la bruja le brillaron los ojos de curiosidad -, ¿las tienes?
-Por lo general no sólo te permiten volar, sino que es un modo de comunicación en caso de peligro. Estaba pensando que dado que somos un número de personas en desventaja llamarlos a ellos no sería una mala idea. El problema es que no sé si quieran ayudarme después de lo que hice.
-Bueno, no perdemos nada con intentarlo. No tenemos mucho tiempo para cuando sea media noche, esa cosa habrá ganado una vez más -Derek se había sentado en una de las mesas, sólo los oía hablar. Por su parte, su mirada estaba perdida; si le hubiera prestado atención habrían notado que su semblante comenzaba a transformarse, de manera sutil pero meramente notable. Pestañeó varias veces y sacudió su cabeza cuando sintió la mano de Lily tocar su hombro -. Tenemos que ir a un lugar más apartado, ¿vienes?
-Claro.
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[Finalizado] El Mundo Mágico oculta un asesino.
FanfictionDerek Wilson forma parte de un equipo de investigación mágica muy importante: un grupo especial del departamento de Aurores y se ve envuelto en un caso extraño que lo obliga a pensar que están nuevamente en tiempos oscuros; el asesinato de una decen...