—Puedes negarte todo lo que quieras y dejar que las cosas sigan su curso o puedes creerme y salvar las vidas de las próximas víctimas —Lili se dejó caer en el sillón de su padre detrás del elegante escritorio que conservaba aquel primer brillo de sus mejores momentos de vida —. ¿A caso no irrumpieron, tu y tú ángel de la muerte hace un par de días en mi casa para convencerme de algo mucho más impensable que esto? Sería irónico que no me creyeras ahora que estoy yendo por el mismo camino de ambos.
—En primer lugar, no es mi ángel de la muerte y segundo, estamos hablando de Gregorie Hortz, un mago muy influyente de los últimos tiempos después de Harry Potter. Ha contribuido en innumerables ocasiones con una cuantiosa cantidad de galeones para preservar la Historia de la Magia. Su familia ha abogado por los niños desde hace muchas generaciones, sería atroz pensar que él y el resto de los suyos hubieran hecho algo tan extraordinario para asesinar infantes —Derek se acercó al escritorio y la miró directo a los ojos.
—Te recuerdo que muchos de los magos más influyentes del Mundo Mágico hicieron un buen trabajo asesinando inocentes junto a Voldemort, no seas ingenua —escupió con ironía —. Sus acciones por muy limpias que tú las veas, siempre cuentan con unas cuantas manchas de sangre, Lili. Sería muy estúpido pensar que todos son inocentes por dar calderos llenos de sopa caliente a los desdichados —ella arrugó la nariz con molestia —. Sé que no eres una idiota, eres mejor que eso. Hortz es sospechoso y sé que la idea no te es indiferente.
La respiración de ambos se encontraba acelerada, como si hubieran corrido sin parar. Claramente ninguno se pondría de acuerdo aquel día, pero de algo estaban más que seguros, las cartas, todas ellas, estaban sobre la mesa. Derek salió de allí y pasó junto a Henry, de quien ni siquiera se despidió. No estaba de humor, de hecho estaba indignado como para ser cortés.
El ángel de la muerte, sin darle importancia a aquel comportamiento, ingresó al despacho del señor Dorian y se paseó por el sitio sin perturbar a la bruja que aún permanecía sentada en el sillón de su padre con sus ojos fijos en la nada y su cabeza maquinando millones de teorías ante lo que había escuchado recientemente.
—¿Y? —ella suspiró y miró al hombre con una expresión cansina —, ¿tú qué piensas?
—Es descabellado, pero no por ello debe ser descartado.
—¿No podías haberle respondido eso? —ella apenas le regaló una sonrisa mientras se colocaba de pie.
—¿Y darle la razón sin más? Ese no es mi estilo.
~°~
Mia cruzó sus brazos con delicadeza mientras su mirada se deleitaba de los colores exóticos de los árboles de los hermosos jardines de la familia Dorian. Aquello le provocaba algo de alegría, reconfortaba su corazón de las penas que cargaba, en ciertas ocasiones, en su corazón. Sin embargo, no recordaba cuáles eran esas penas que estaba sintiendo, había algo allí que no encajaba con esa culpabilidad pinchando su conciencia. Era extraño, más de lo que le gustaría admitir después de estar tanto tiempo inconsciente.
Soltando un pequeño suspiro, se sentó en una banca de granito que estaba entre ambos árboles de flores azules. Frente a estos, el jardín se componía de varias secciones: invernaderos conectadas a la mansión, un pequeño bosque de pinos y una versión a escala de un laberinto que contenía tres entradas que desembocaban en una hermosa fuente de mármol, en la cual en la misma se podían encontrar algunas criaturas mágicas acuáticas en ella.
La familia Dorian eran reconocidos por sus jardines, principalmente con sus aportes sobre «La Herbología moderna y sus múltiples usos para sujetos mágicos y no mágicos»; Mia siempre había amado ese lugar y siempre se había sentido parte de esa familia. Eran su refugio...
Satisfecha con aquel momento de paz, se colocó de pie para regresar a la mansión cuando escuchó un ruido particular provenir no muy lejos de ella. La curiosidad, por supuesto, apareció antes que la prudencia y cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, ya llevaba recorrido un buen tramo de camino hacia el lugar desde donde venía aquel ruido. Este mismo provenía desde una de las entradas del laberinto y aunque sólo veía los matorrales, sabía que algo extraño había allí. Por instinto sacó su varita de su chaqueta y acortó la distancia cada vez más.
—¿Quién está allí?
~°~
—Tenemos que ser cautelosos —Lili y Henry estaban caminando rumbo a la habitación de Mia. Luego de la visita inesperada de Derek, recordaron que la bruja había despertado hacía un par de horas y que llevaba un buen tiempo a solas desde entonces; necesitaban asegurarse si su memoria seguía tan limpia como esperaban. Después de la intromisión del ángel de la muerte borrándole aquel único momento de desgracia que le había quitado la paz de su sueño, no podían estar seguros del todo que aquello hubiera funcionado a la perfección —e intentar convencerla sobre que, después de un evento traumático, se pierde la memoria —asintió como si estuviera convenciéndose a sí mismo de sus palabras —, será pan comido.
—Suena sencillo cuando lo mencionas de esa manera, pero te recuerdo que existen mil ejemplares del diario El Profeta sobre la noticia del asesinato del niño en los campos de Quidditch de su prometido —se detuvo en el medio del pasillo y se cruzó de brazos —. Eso es algo que no puedes borrar, Henry.
—Sé que con toda esa palabrería quieres decir que soy un idiota, pero está todo controlado —aseguró y cuando estuvo frente a la puerta de Mia se giró para mirarla —, confía en mí.
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[Finalizado] El Mundo Mágico oculta un asesino.
FanfictionDerek Wilson forma parte de un equipo de investigación mágica muy importante: un grupo especial del departamento de Aurores y se ve envuelto en un caso extraño que lo obliga a pensar que están nuevamente en tiempos oscuros; el asesinato de una decen...