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Mia abrió los ojos, los murmullos le rodeaban y el brillo la encandilaba. No tenía forma de ver o saber qué estaba sucediendo, sólo sabía que todo le causaba un terrible dolor de cabeza y un feo tirón en la espalda cada vez que se movía. Era como si hubiese estado demasiado tiempo tirada en una cama en la misma maldita posición.

Lo primero que logró identificar fue el aroma a menta y miel paseándose por sus cosas nasales y, después de esforzar la vista y con un poco más de esfuerzo de lo normal, logró identificar el inconfundible rostro de Lili cerca de su cama; fue el alivio que no sabía que necesitaba.

Aclaró su garganta, lo mejor que pudo y dejó escapar un amargo suspiro que tenía atrapado en sus labios resecos.

-Siento que he pasado toda una vida aquí.

-Tres días para ser exactos -le sonrió dejando la charola de plata sobre la mesa de noche -. ¿Cómo te sientes?

-Adolorida -susurró intentando acomodarse mejor en aquella cama -, confundida. Apenas puedo recordar qué demonios sucedió.

-Paso a paso, compañera -sacó su varita e hizo levitar la taza cerca de ella con la delicadeza que caracterizaba a la bruja. Antes de dejársela en sus manos, la ayudó con las almohadas y la dejó lo más cómoda que pudo para darle finalmente la infusión que había preparado para ella -. Toma esto, te ha hecho bien estos días así que no debes dejar de tomarlo.

-Gracias.

~*~

Lili salió de la habitación con seriedad y una charola de plata con una taza vacía de porcelana antigua en sus manos. Bajó las escaleras y caminó con cierta serenidad hacia la cocina, donde su elfo doméstico corrió inmediatamente a sacarle las cosas de sus manos. A penas escuchó el reclamo de la criatura, no estaba allí en ese instante, estaba en otro mundo, en un mundo de la furia repentina que no conocía, al menos nunca estuvo cerca de sentirla como en ese momento; se nubló por completo al ver al ángel de la muerte de pie del otro lado de la puerta que daba al jardín trasero de Dorian Manor. Tal vez, no había sido lo que la había enojado, sino ese rostro angelical como si no hubiera hecho alguna atrocidad en su retorcida vida.

Su varita inmediatamente ocupó su mano derecha.

-Le borraste la memoria -reclamó apuntándole, si el muchacho se hubiese girado se hubiera encontrado con un rostro contorsionado por la misma indignación y a su vez, su amenazante posición -. Eres un idiota maldito.

-Le hice un favor, deberías estar agradecida -Henry no dejó de mirar el jardín bañado en el rocío de una fresca mañana. De hecho disfrutó los sorbos de café amargo en su lengua y el aroma a césped húmedo acariciando su nariz -. Pero veo que no lo estás.

- ¡Ella era una potencial testigo!

-Lo único que había en sus recuerdos era sangre y el rostro espantado del niño muerto al que alguna vez le había dado clases de vuelo -esta vez había dejado lo sereno de lado y se había precipitado hacia la bruja en un abrir y cerrar de ojos. Prácticamente sus narices se chocaban y sus alientos se entremezclaban de forma curiosa. Era una batalla entre la dulce miel y el delicioso café amargo -. No juzgues antes de saber tan siquiera los motivos del resto que vive a tu alrededor. Ese ha sido siempre tu principal defecto y la razón por la que aún eres una solterona.

-Auch -ambos se giraron hacia la puerta con molestia. Y esa molestia acrecentó aún más al encontrarse con la ultima persona que se hubiesen esperado a esas horas del día; Derek estaba parado justo allí, con una tranquilidad que nunca lo acompañó y sus analíticos ojos claros fijos en la lamentable escena mañanera -, eso debió doler.

Henry le devolvió la varita a la bruja que nunca supo que la había perdido y se cruzaron de brazos como si lo hubieran ensayado para aquella ocasión.

-¿Qué haces aquí? -corearon lo que provocó que se mirasen con caras de pocos amigos -, cierra la boca -se fulminaron con la mirada -, es enserio.

-Son verdaderamente adorables -el elfo doméstico de Lili le ofreció una taza de té y este le agradeció con su cabeza -. Y respondiendo a su pregunta, estoy aquí como me lo pidieron una vez comprobara que el caso del ante último niño fuera cierto. Como pueden ver, así lo hice y... -le dio un sorbo a su té - aquí estoy.

-Tienes razón.

-Lo había olvidado.

-No los culpo, estaban ocupados con sus peleas maritales -los observó con una ceja en lo alto. Derek nunca había sido curioso, pero siempre había sido perspicaz. Un enfermo perspicaz -. Aunque suene extraño llamarle así a su asunto.

-¿Te encuentras bien? -le preguntó Lili mirándolo de forma extraña -. Pareces extasiado. Nunca hay éxtasis en tu habitual rostro estreñido -se acercó a él para la molestia de Henry y lo olfateó -. Que extraño.

-¿Qué?

-Creo que está drogado, lo que explica el porqué tiene esa risa estúpida en el rostro -lo cacheteó y luego se alejó -. Sí, definitivamente consumió algún tipo de hierba energéticamente ilegal.

-¿Marihuana?

-¿Así le llaman los muggles? Aún así no se asemeja, ellos apenas conocen sus verdaderos efectos. Verás, la "marihuana" que se cultiva en las tierras mágicas es terriblemente más fuerte para un muggle. Los repelentes y fertilizantes son mágicos por lo tanto la simpática plantita tiene ciertos efectos secundarios mucho más extraños -Henry y Lili miraron al confundido Derek Wilson -, ¿ves sus ojos?

-Le brillan.

-Ya dejen de mirarme, vine aquí porque encontré algo que puede interesarles.

-¿Tienes más de esa mágica plantita? -Lili golpeó al ángel de la muerte y miró con más interés al mago.

-¿Qué encontraste?

-Un sospechoso -metió una de sus manos a su chaqueta y sacó una fotografía de ella -, y creo que lo conocen.

Lili la tomó con curiosidad. Henry se pegó a ella y miraron juntos al supuesto sospechoso. Lo que vieron lo encontraron ingenuamente inaceptable.

-¿El prometido de Mia?

[Finalizado] El Mundo Mágico oculta un asesino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora