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~Entre los vivos y los muertos~

Derek se acuclilló y pasó su mano sobre las huellas de la desaparecida Mia. Eran de un color dorado que parecía titilar como el trasero de una luciérnaga. Se movían conforme la bruja lo había hecho horas atrás, era como si estuviese allí y eso para Henry era sumamente impresionante. Lamentablemente seguir las huellas no los había llevado demasiado lejos; no había indicios de que hubiera entrado en el laberinto. Había desaparecido, por arte de magia, pero no se trataba ni por asomo de una magia cualquiera...

Era oscura, extraña, perturbadora.

—Esa cosa estuvo aquí —dijo en voz alta cuando escuchó los pasos del ángel de la muerte cada vez más cerca de él —, no cabe duda.

—Ya veo, tenía esperanzas de que la causa hubiera sido por algo o alguien diferente. Que frustrante  —Henry metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta negra y dejó escapar un suspiro —. Pasó frente de nuestras narices; estoy seguro de que incluso tú estabas aquí para cuando ella desapareció.

—Es posible —se colocó de pie para quedar en la altura de él, sacó su varita y con un simple movimiento hizo desaparecer aquel extraño polvillo —. Tengo una pregunta, ha estado rondando en mi cabeza desde la primera vez que nos conocimos.

—Suéltelo, Señor Wilson.

—¿Cuál fue la causa de su huida?

—Creo que se lo dije ese día en su despacho, detective —se encogió de hombros —. Pero le diré una cosa, no siempre se puede mantener el equilibrio entre los vivos y los muertos. Es un velo muy delgado en donde los accidentes pueden suceder seguido.

—¿Así fue?

—Eso quiero creer. Como Parcas, Muerte, Ángeles de la Muerte, llámale como quieras, no podemos inmiscuirnos en asuntos de los humanos; de ser así nos condenaríamos a un fin mucho peor que el destino al que estamos atados a vivir. 

—Entonces —apareció su sombrero y lo sacudió antes de colocárselo en la cabeza —, eres la excepción de todo lo que sucede, supongo.

—Nadie tiene por qué saberlo, ¿verdad? 

~•~

Lili mordía la uña de su pulgar mientras daba vueltas por su habitación. Por su cabeza pasaban millones de ideas, una más descabellada que la otra. Negaba con la cabeza, chasqueaba la lengua, murmuraba cosas inentendibles, uno que otro bufido entre dientes. Henry lo encontró adorable, más de lo que se permitía aceptar. Sin embargo, si por alguna razón aquello se le escapaba de la boca, aquella bruja sin ningún tipo de problemas le arrancaría la garganta con una simple floritura de varita. Así que sólo se limitó a observarla, el detective se había marchado hacía ya un buen tiempo.

Pero ella no parecía estar consciente del tiempo y no la culpaba por ello.

—Lili.

—Él no ha venido —murmuró como si algo se hubiera aclarado repentinamente entre aquel millar de hipótesis —, ¿por qué? ¿Te lo haz preguntado? Si yo hubiese sido él habría venido a ver lo que ya sabía que no estaba. De esa forma no sospecharían de mí, no los tendría encima, tendría una coartada.

—Tal vez, él quiere que lo busquemos.

—¿Por qué haría eso?

—Creo que no estás consciente con lo que batalla. Esta criatura, no es una criatura mágica. No lo puedes controlar con magia, Lili. Es un demonio, proviene de una fuerza sobrenatural, espiritual en realidad, invocado por los deseos más egoísta del ser humano. Se llevó a su novia para protegerla, no la dañaría y posiblemente ese debió ser el pacto.  Niños a cambio de protección, alimento antes que destrucción. ¿A caso no lo ves?

—Los demonios son una creencia absurda que crearon los Muggles para asustar niños, Henry.

—¿Eso crees? —preguntó mirándola con seriedad. Se acercó a ella hasta quedar lo más cerca que su prudencia le permitió y fijó sus ojos en los de ella —. No hay nada más allá de la muerte, el amor es un producto del capitalismo, la felicidad es un concepto efímero que nos ata al deseo de obtenerla, el alma y el espíritu son objetos inanimados creados por la iglesia, la magia debería ser sólo para los sangre-puras, los muggles deberían ser exterminados, los sangre-sucias son ladrones de la magia. 

—¿Cuál es el punto?

—Tenemos el derecho de creer en la verdad que queramos, ¡claro que sí! Pero, no quiere decir que todo sea cierto. ¿Y si nos equivocamos? ¿Y si hay un infierno y un paraíso? La muerte existe, y no una, sino varias. Tenemos muchos nombres, sabemos más de lo que nos gustaría. Pero puedo dar todo lo que tengo para saber con exactitud que te negabas a esa posibilidad. Nunca creíste que existían las parcas hasta que yo lo confesé.

—Y yo imagino que fuiste un muggle que no creía en la magia.

—En eso te equivocas, mi hermanita era una bruja, podría haber sido talentosa —suspiró mientras bajaba la mirada —. Quise salvarla, sin embargo, eso fue lo que me convirtió en lo que soy ahora. 

—Lo lamento.

—Yo también, más de lo que crees.


[Finalizado] El Mundo Mágico oculta un asesino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora