[Finalizado] El Mundo Mágico oculta un asesino.

C: 12

Advertencia: Todos los escenarios y términos con respecto a la demonología descritos son meramente pensados para alimentar la ficción y fantasía que aquí se exponen. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, conceptos o con hechos reales es pura coincidencia. 

Los escenarios, hechizos y términos del Universo de Harry Potter que puedan aparecer en dicho Fanfic le pertenecen a nada más que a J. K. Rowling.   

*

•Los Grigori•

Lilian soltó una pequeña risa mientras negaba con su cabeza. Lo que escuchaba eran estupideces y viniendo de Henry las cosas sonaban aún más estúpidas que de costumbre. Desde el momento en que había decidido mostrarse tal cual, no había podido tomar en serio su palabra. ¿Y si estaba mintiendo de nuevo? ¿Y si se estaba burlando de ella por ser tan inocente como una ratita?

- ¿Demonología? Es una ciencia inútil que los muggles inventaron para cubrir un vacío que ni ellos mismos entienden, si me dejas opinar.

- No puedes derrotar esta cosa con simples hechizos, Lili. No bastará la magia para hacerlo desaparecer. Es un ente traído a través de herramientas, mecanismos, muggles y debe ser expulsado  métodos muggles. La demonología es lo más cercano a un manual que tendremos para derrotarlo y salvar a los niños que estén preparando para el sacrificio.

- Henry.

- No, escucha, creo que sé porque el novio de tu amiga se la llevó consigo. Ella está embarazada, le dará a su propio hijo en gestación para librarse de futuras maldiciones.

- ¿De qué estás hablando?

- Como Parca sé cuándo alguien va a morir -murmuró sacando del bolsillo de su saco una pequeña libreta de cuero roja -. Sé testigo con tus propios ojos de las atrocidades que puede llegar a hacer esta criatura del infierno y luego discutiremos si la demonología es una ciencia inútil.

*

Dos nombres en aquella libreta bastaron para que tanto ella como Derek estuvieran en ese momento frente a una inmensa catedral del centro de Londres. Las lluvias eran intensas, apenas se podía divisar algo en ella, pero Henry sabía por dónde caminar como si fuese atraído por aquel camino invisible que ninguno de ellos podía percibir. Los nudillos pálidos de la Parca chocaron contra las grandes puertas de madera que tenían al menos cinco metros de alto; majestuosa y terrorífica a la vez, la catedral se alzaba en medio de aquella tormenta orgullosa de los cientos de años que se cargaba en cada clavo, en cada ladrillo que la mantenían de pie.

El ruido de bisagras llamaron la atención de los jóvenes en aquel atardecer lúgubre, la puerta se abrió lo suficiente para ver un rostro envejecido asomarse y aquel hábito característico de los muggles en la fe católica.

-Oh, ¿Henry?

-Padre Louis, me alegra verlo.

-No estoy seguro de decir lo mismo, ¿ya llegó mi hora? ¿Y vienes acompañado?

-Nada de eso, Padre Louis, venimos por otra razón. ¿Nos deja pasar?

-¡Claro, claro! 

Derek fue el último en entrar. Desde que habían salido había sentido un peso inhumano, ojos, pero no ojos humanos, sombras, pero no sombras humanas. ¿Cómo podía saberlo? La inquietud era la respuesta. Sintió la mano de Henry sobre su hombro, no pudo evitar volver a inspeccionar el frente antes de decidir entrar. Los estaban observando; si era como Henry y Lili habían intentado explicarle, la magia era inútil para detenerlos ¿qué harían entonces si ellos atacaban?

-Tenemos muy poco tiempo, Padre -escuchó el mago que murmuraba Henry al anciano. La tenue luz del interior hacía aún más pesado el ambiente, los candelabros atestados de gruesas velas, las bancas, los vitrales, el ruido de las gotas gruesas de la lluvia chocar contra el techo tejado. Era el escenario perfecto para algo expresamente malo -. No hubiera venido aquí si no supiera que usted puede guiarnos en este camino.

-¿De qué camino estamos hablando, señor Henry?

-Atrapar o expulsar demonios.

-Él ha vuelto -susurró este apretando con fuerza el crucifijo contra su pecho -. Lo presentía, han estado sucediendo cosas.

-¿Cómo qué? -Derek se adelantó hasta ambos con seriedad -. Disculpe que pregunte -añadió sacando una libreta del interior de su chaqueta.

-Él es un amigo, Padre Louis, es detective. Si puede decirnos algo que nos ayude, se lo agradeceríamos -este asintió, pero dejó de hacerlo cuando relámpagos empezaron a iluminar a la catedral y los truenos hicieron su tétrica aparición -. Algo se acerca.

-Debemos salir de aquí, no es seguro.

-¿No es seguro? Creí que nada podía suceder en una iglesia muggle.

-¿Muggle? -dijo el Padre Louis deteniendo sus pasos para girarse hacia ella -. ¿Eres una bruja?

-¿Qué hará si le digo que sí?

-Tranquila, Lili, él es uno de ustedes -esta frunció su ceño y miró a Henry -. A diferencia de muchos, él tomó una dirección distinta.

El Padre Louis volvió a asentir, como si estuviera pensando interiormente algo que claramente no podía decir. Derek notó que volvía a apretar el crucifijo mientras retomaba su camino. Lo siguieron sin que se lo pidieran, los relámpagos y truenos seguían azotando los cielos hasta el punto en que el suelo y los vitrales se estremecían. Los condujo por una puerta, escondida detrás de unas cortinas rojas de terciopelo. Esta vez, fue Henry quién se quedó atrás, achicó su mirada hacia las grandes puertas. 

Definitivamente está aquí, pensó metiéndose con prisa por la puerta. La cerró y apoyó su oreja sobre la misma, podía escuchar golpes del otro lado.

-Ponle la traba -escuchó la voz del Padre Louis a lo lejos -. Está bendecida, los mantendrá alejados por un buen rato -parecía haberles dicho al resto.

 -Este lugar está bendecido, pero el de allí afuera no -dijo la bruja al salir a una sala iluminada -. ¿Por qué? ¿Cuál es la diferencia?

-Por día, señorita, entran millones de personas. El arte arquitectónico atrae todo tipo de gente como usted, como yo, como los muggles -explicó rápidamente buscando algo entre los estantes que contenían objetos y entre ellos, libros de diversos tamaños -. Queda expuesto, a veces maldito -murmuró levantando su dedo índice para dar énfasis a lo que decía apresuradamente -. Los demonios utilizan varias combinaciones de poderes sobrenaturales para hostigar, desmoralizar, confundir y desorientar. Luchar contra ello solo, es una sentencia de muerte -extrajo finalmente un libro de tapa roja -. Los lugares pequeños son fáciles de proteger -añadió dejando el tomo sobre la única mesa de granito que ocupaba la sala en una sección en lo particular.

-¿Contra qué lucharemos? -preguntó Henry acercándose a la mesa.

-Quiénes, Henry, Quiénes. Son algunos de los hijos de los Grigori.

-¿Los Grigori?

-Ángeles caídos -respondió la joven muerte pasando su mano por encima de las hojas antiguas -. Es mucho peor de lo que creí. Pueden ser dos, tres...

-O doscientos, como se cree que hay -dijo el Padre Louis dándole la razón -. No puedo ir contigo, tengo que proteger este santo lugar. Pero puedo darte las herramientas.

-Bueno, dado que eres el único a quien podemos recurrir, es suficiente.