Prólogo.

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-Hola -dijo Angie, sentándose a mi lado. Su trasero aplastó la primera flor de primavera que había visto en todo el parque. Sonreí, pero no respondí. Miré a mi izquierda y tomé la caja de cigarrillos que me había comprado hacía un par de días. Ya estaba por la mitad, y no se la había compartido a nadie-. ¿Ya viste los ojos del nuevo chico? Dios, parece que fue creado para mí.

Angie me miró, sonrió, pero al ver el cigarrillo en mi mano izquierda se puso seria. La ignoré por un rato mientras jugaba a hacer figuras de humo con mi boca, y veía que mi horrible corazón deformado se alejaba, arrastrado por el viento que acompañaba este hermoso día. Le presté atención al comentario de mi amiga, pero no sirvió de mucho. Su gran trasero y feo cabello no van con el amor a los chicos. Parece más una amante de la comida, de esas que deberían usar gafas para tapar su hinchada cara. Pero no seré tan cruel. Sinceramente, el chico que "fue creado" para ella no sería más que un lindo bibliotecario que recién bajó unas tallas hace un par de años.

-¿Todo bien, Scarlett? -volvió a hablar, aunque sinceramente no recuerdo cuando cerró la boca-. Te ves diferente. Ida.

Suspiré y le lancé una mirada profunda. Cerré los ojos y empecé a entonar una canción en mi mente.

-Lo siento. No es mi mejor día -le dije en voz baja. Me llevé las piernas al pecho, las que antes estaban estiradas sobre el césped húmedo. No quería parecer una de esas adolescentes frágiles, quienes llaman la atención de sus padres al cortarse o drogarse. No. Yo ya tengo la atención que necesito, y me sobra. No quiero parecer débil, pero mi vida no me lleva a ninguna parte.

-Es la primera cosa que he oído salir de tu boca hoy, Scarlett Jeff -me contesta un par de segundos después. Toma mi mano y me la aprieta. Siento la calidez que proviene de su tacto, y no se siente mal. Podría pasar aquí todo el día, relajada en el césped viendo el lago y la montaña que se asoma. Junto a mi mejor amiga y un par de cigarrillos. El aire llevándose el ligero humo e iluminado la soledad.

Me encojo de hombros como respuesta y apago el cigarrillo en el césped. Lo dejo por ahí y me inclino para abrazar a Angie.

-¿Hay noticias de Tobby? -pregunta, mirando el cielo. Pego mi frente a su mejilla y aprieto los ojos mientras niego con la cabeza.

-Se fue, Angie -le respondo tan bajo que dudo que me haya escuchado. Me despego de ella y me acuesto en el césped. Mi cabello negro se levanta con las ondeadas de aire que le pegan de frente, mientras trato de reprimir las lágrimas. Estiro los pies y dejo caer mis piernas, que son acariciadas por el suave murmullo del fresco y bien podado parque. Angie cierra los ojos y traga saliva. Sé como se debe sentir en estos momentos, y en parte fue su culpa, pero tampoco es como para ser acusada de nada, aunque ella se quiera entregar por sí sola-. Oye -la llamo para animarla-, cuéntame sobre ese chico. Te diré si es un cretino.

Me voltea a ver y sonríe.

-Es... alto. Lindo. Tiene una sonrisa... ah, no lo sé -responde entre pausas, y en su voz hay algo de alegría.

-¿Te dedicó una sonrisa? -le pregunto, alzando las cejas.

-Cierra la boca -me responde. Me da un pequeño golpe de juego y hace que me ría-. Lo haces sonar como si fuera difícil de creer.

-Porque es difícil de creer -le respondo, de nuevo riendo.

-Amo tu risa, Scar. Me hace sentir... mágica -Sonrío y la abrazo.

-Es lindo que lo digas.

Ligth (Dylan O'Brien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora