U.S.A

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- gracias, señora June - tomó las llaves y antes de abrir, suspiró.

Al entrar notamos que la casa estaba totalmente organizada y decorada, tal como si ella estuviera aquí.

- mira - señalé unos obsequios debajo del árbol; él solo se agachó y comenzó a mirar

- para ti y para Verónica... Oh espera, y para... Robert Deacon? - frunció el seño - quien es Robert?

- me imagino que Verónica le dijo que quería que fuera un niño, y que de así ser, se llamaria Robert - dije explicándole. Natalie era un buena chica, ahora que habrá hecho éste?

- para Brian y Chrissy, Freddie y Mary, Claire - abrió los ojos - y... Para mí - me miró

- ábrelo!

Con sus manos adoloridas y un poco tembloroso, abrió una caja: habían unas baquetas... Talladas?, aunque tenían una notoria línea negra; y una carta. Nos sentamos y comenzó a leer en voz alta:

"Querido Roger:

En calma (momentáneamente) y en tu ausencia, puedo escribirte. No te puedo negar que el tiempo que viví aquí lo disfruté, pues gracias a ti descubrí una ciudad maravillosa y a personas inigualables, me llevo grandes recuerdos, pero como bien sabemos, todo tiene su final. Tu desconfianza (que no se exactamente a raíz de qué apareció) te pide tiempo, y yo, te daría el universo entero. Perdón por mis errores y todo lo malo que dije; todos conocemos el gran chico que eres, pero no soy quien tú madre te dijo, y lo que más me hiere, es que tu lo dudes. Te amo, y como lo hago, te doy tiempo, libertad y espacio.
Feliz Navidad y larga vida a la reina - Natalie."

Cuando terminó de leer, unas lágrimas caían mientras golpeaba la mesa. Rápidamente entendí lo que había sucedido.

- Roger yo... - como decirle que ya debía ir a casa?

-si, si, no te preocupes... Saludame a Verónica - se levantó y secó sus lágrimas

- nos vemos mañana, no? - le dije por si lo había olvidado

- claro, a las 10

- si, adiós - le hice una seña con la mano y salí.

Pobre Roger, ojalá no se vaya a intoxicar con la cantidad de alcohol que va a beber esta noche.

Natalie

Volver con papá y mamá me daba un poco más de tranquilidad, pero cuando no tenía la mente ocupada en algo, me llegaban muchos recuerdos y unas ganas absurdas de hablar con él. Sin embargo, noche buena estaba llegando y eso me llenaba de alegría, o al menos me distraía.

Mis papás salieron a medio día, aprovechando que no nevaba tan fuerte; así que durante la tarde vi "milagro en la calle 34" mi película de temporada favorita. A las 5 me levanté y encendí la radio, ya que un poco de música no caería mal mientras me arreglaba: un jean y mi sweater de Santa.

Mientras terminaba de peinarme, tocaron la puerta:

- Sid! - que alegría verlo

- Nat! - se desapuntó su abrigo y me dejó ver su sweater de reno, los dos reimos

- hay costumbres que no perdemos - dijo mientras me abrazaba

- hola! - dijo alguien detrás de él, que para mí sorpresa, era Anna

- pero que demonios!? - ella me miró y sonrió, eran pareja.

Después de hablar durante un par de horas y reírnos de muchas cosas, mis padres nos llamaron: no llegarían, estaban en casa de una tía, y la nieve no les permitiría regresar; era algo triste, pero al menos no estaba sola. Volví a la sala.

Sid le dió un sorbo a su vino.

- oye, y tu amor? - no, de él no, por favor. Respiré y pensé en que debería responder

- bien - dije - de gira, no se cuando vuelve

- vendrá? - preguntó Anna

- no, no creo, las nevadas son fuertes y es básicamente imposible llegar - dicho eso, quedé en silencio, seguramente Roger estaría en casa con los chicos y alguna aparecida

- tu padre aún tiene el piano? - de repente soltó Sid

-Claro

- cantarias algo para nosotros? Me imagino que has aprendido algo

- lo intentaré - reí - pero no respondo por las desilucion

Anna se sentó al lado de él, y yo me senté encima del piano.

Sid comenzó a tocar "Silent night", respiré:

- " Silent night, holy night, all is calm... All is bright... - no lo hacía para nada mal

- si, definitivamente has aprendido, y bastante - replicó el soldado cuando terminé de cantar

- bueno... Yo... - antes de poder terminar, llamaron a la puerta.

- yo abro - se ofreció Anna. Sid y yo seguimos hablando, hasta que escuche algo:

- Buenas noches, esta Natalie Philipps? - preguntó por mi una fémina, cuya voz se me hacía familiar.

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