✔elecciones de 1934 parte 10

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Obviamente su padre se tuvo que enterar del diagnostico, luego de un par de preguntas al doctor de si estaba seguro del veredicto se calló, y asintió. Jack pudo sentir la desaprobación en su mirada, pero aún así no le dijo nada, ese silencio... Le calló de peso.

Los días siguientes su padre no le dirigió la palabra, en realidad, le dio toda la libertad que Jack quisiera, estaba seguro que inclúso podría salir del palacio a media noche y regresar a la mañana siguientes y su padre tampoco le diría nada, pero decidió no tentar su suerte.

Aún con la libertad de hacer lo que se le plasca no hizo nada, no fué a ver a Alceo siquiera, aúnque sabía que de salud estaba bien y podría recibirlo.

Y Alceo, con la culpa de haberlo lastimado tanto en batalla, no pudo verlo a la cara y esperó a que el gato le hablara primero. Cosa... Que no pasó.

Tampoco respondió a las dos cartas que le habían llegado desde Narevok, Iliam estaba preocupado por su salud y los asuntos personales con Alceo, y Jack sencillamente no respondió. Esto al duque le puso los nervios de punta. Aún así no era como que pudiera desatender sus asuntos para ver que todo estuviera bien, ya en un mes volvería a Cambiras para quedarse, esperaba que a ese momento ya se hubieran calmado las cosas.

Un día de esos, Jack estaba sentado en una de las bancas del jardín, estaba practicando con su violín pues no quería terminar olvidando las notas. En eso, una mujer con un hermoso vestido amarillo y un perfume tenue de flores se sentó a su lado.

- ¿Esmeralda?

- buenas tardes príncipe Russell - respondió altiva su prometida.

- eh... ¿que hace aquí princesa?

- su madre está muy preocupada por usted. Me contó de su enfermedad y que a ultimas fechas... Decide apartarse de todo el mundo, hasta de sus amigos.

- ¿podría llamarme por mi nombre? Su manera de hablarme me parece muy impersonal, y usted será mi esposa pronto, no creo que sea... Bueno, es poco alentador que me llame príncipe hasta la fecha, llevamos vários años de conocernos

- pero usted ha sido... Tú. Tu has sido quien siempre me ha llamado también por mi apellido. ¿tan mal te sientes de ánimo como para fingir que somos los grandes amigos desde siempre y llamarnos por nuestros nombres?

- si - respondió a secas, recargandose en la pared

Ella le miró con cierta burla, pero al ver que de verdad se sentía mal esa expresión se borró de su cara - ¿hay algo que pueda hacer por ti?

El jardín se quedó en completo silencio, solo se escuchaba el viento y el tintineo de algunas plantas a sus espaldas. Jack se lo pensó varios segundos y luego le respondió - ¿me regalas un beso?

- ¡un beso! - respondió ella, contestando como si aquella petición fuera impensable, Jack se ruborizo por su negativa

- si no quieres no. Tampoco tengo tantas ganas de darte un beso, solo era curiosidad ¿si? - se volteó con un mohín y se cruzó de brazos después de eso

- antes esperaría que me dijeras que planeas un golpe de estado a que me pidas que te bese. Así de improbable es

- pues tampoco es como que seas tan bonita - reprochó con toda su falsedad de niño. La verdad ella era muy bonita pero eso no significaba que se llevaran bien.

- pues tu eres muy bajito

- pues tu eres... Eh... Es increíble como se me terminan los insultos tan rápido - volvió a acomodarse en la banca y suspiró, entonces su mirada nuevamente comenzó a oscurecerse y perder su brillo y su júbilo. Incluso Esmeralda percibía toda su melancolia y tristeza.

- Tu padre dejó de ponernos guardianes. ¿si lo notaste?

- si. Él sabe que tu y yo no haríamos algo indebido, y no me refiero a que nos tenga mucha confianza

- ¿sigues enfadado porque no te quise besar?

- no realmente. De hecho, no siento nada. Tal vez esa no sea la palabra que busco, pues estoy muy triste, tal vez solo sea una melancolía muy profunda. Nunca me había sentido así y eso me da algo de miedo, quisiera sentir algo más, esto no puede ser todo el panorama.

- ¿es por tu enfermedad? Tu padre me dijo que habías enloquecido, y que el doctor se lo había dicho.

- se llama esquizofrenia

- nunca había oído hablar de ella

- se supone no existe aún. Creó que se inventara en el 73, no lo recuerdo bien. El duque Iliam puede viajar entre dimensiones y en sus viajes trajo de otro mundo el libro de enfermedades mentales, se lo dió a mi doctor pues sabía que algo me pasaba, nunca supe como se enteró, pero gracias a eso el médico pudo hacerme el diagnóstico y no solo decir que enloquecí.

- ¿y como lo llevas? - pregunto con cierta preocupación

- mal - respondió y miró al suelo, no volvió a decir nada.

Esmeralda se le quedó viendo, ella como tal no sentía algo hacía él, aúnque quisiera ver que era atractivo, su gran inteligencia o su astucia... No podía sentir amor por él, o por lo menos, no un enamoramiento fuerte.

Aún así le daba lástima, verlo tan lastimado le hacía sentir mal. Lo pensó mucho y llegó a la conclusión de que si, si tenía que quererlo, no tenía más opciones siendo que se tenía que casar con él. Si de todas formas pasaría el resto de su vida a su lado ¿quién era ella para negarle un beso?

- ¿Jack?

- ¿si? - respondió lánguido y desganado, mirando al suelo. Ella tomó su mano

- ven, voltea

Jack lo pensó y supo a lo que iban, contrario a lo que pensó no sintió nervios al saber que daría su primer beso, de hecho, no sintió nada en general.
Se acercó y acarició la mejilla de su mujer, notó como los lábios de la princesa temblaban por los nervios y la vergüenza y después le dió un beso largo y pausado, lento.
Se separó de ella aún más lánguido que antes, había visto a Alceo con Mere tantas veces que pensó ilusamente que con un beso se sentiría felíz, al ver que no... No pudo evitar ponerse a llorar.

¡era una estupidez! ¡nunca en su vida se había derrumbado o llorado con semejantes pequeñeces! Y ahora... Se estaba derrumbando al saber simplemente que un beso no le traeria felicidad.

Esmeralda le consoló y se impresionó al verlo llorar de esa manera pues frente a ella siempre había sido estoico y fuerte, y nunca había derramado una sola lágrima, antes bien, en situaciones tensas tendía más a enfadarse y cobrar venganzas. Pero ya no más, ahora mismo se veía tan vulnerable y frágil... Que pensó que de verdad Jack ya no era él mismo.

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