Capítulo 16.

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El capítulo anterior me pareció algo corto así que para remediarlo decidí hacer uno extra:)

~•~
Los pequeños quejidos y espontáneos manoteos hicieron que Naruto abriera los ojos un tanto desconcertado. Talló sus párpados intentando aclarar su visión y vio al Uchiha con semblante inquieto.

—Sasuke —lo movió un poco, pero el menor seguía con sus ojos cerrados, parecía ser que sufría una pesadilla.

—No... déjame... —murmuraba entre sueños.

El mayor no sabía que hacer, pero se espanto al ver como soltaba ligeros sollozos. Junto su cuerpo contra el ajeno.

—Shhh, tranquilo, aquí estoy. Todo estará bien, Sasu —el moreno por fin abrió los ojos, y vio que se encontraba en aún entre los brazos de su profesor.

—No quiero volver a verlo, Naruto —su cuerpo temblaba del miedo.

—Y no lo harás, créeme —tomó el rostro del chico entre sus manos y le acarició las mejillas —no dejaré que te vuelva a poner un dedo encima, te lo prometo.

A pesar de sus ojos acuosos, le dedicó una bonita sonrisa al rubio.

—¿Que hora es? —preguntó mientras se enderezaba.

—Apenas y serán las cinco de la mañana, será mejor que nos vayamos cuanto antes —el blondo se levantó, colocándose los pantalones en el proceso y salió de la parte trasera del auto para sentarse en el piloto. Mientras Sasuke sólo decidió llevar puestos los boxer y encima la sudadera anaranjada del oji-azul.

Con destreza el pelinegro cruzó del asiento de atrás hacía el copiloto, sin salir del auto.

—¿Qué? —cuestionó al ver como esos ojos azules lo miraban con sorpresa.

—Eres muy flexible... —el azabache se sonrojo un poco por eso.

—¿Acaso necesitas una tercera vez para comprobarlo, Naruto?

Entre risas ambos lograron salir del bosque.

—Demonios... jamás vuelvo a entrar ahí.

—¿Ah?, ¿y si me vuelven secuestrar?

—Pues... —desvío la mirada a modo de juego, hasta que recibió un puñetazo en el hombro —Auch, era broma. Claro que regresaría a buscarte.

Sasuke le mostró un ahorita sonrisa, característica de él.

—Sigo sin entender, ¿por qué te arriesgaste tanto por mí?

—Ni siquiera yo lo sé —veía de manera atenta la carretera.

—Deja de mentir, dobe —le habló con más confianza —te sentías culpable y ni se te ocurra negarlo, porque sabes que tengo razón.

—Vale, si la tienes, ¿feliz?

—No. ¿Si sabes que la culpabilidad es el peor enemigo en una relación?

—¿Qué?, ¿relación? —de pronto un ligero calorcito le cubría las mejillas, era algo raro, tenía años de no sonrojarse.

El pelinegro suspiró.

—Dime que no sientes ni una pizca de afecto por mí, y ya no voy insistir con el tema.

—No puedo decirte eso —habló más bajo —no puedo porque, de tan sólo pensar en que ya no hablaríamos más que para simples cosas de la escuela. Poder verte, pero no tocarte —colocó su mano en el muslo desnudo del menor —y lo peor es si... —prefirió callar.

Querido profesor (NaruSasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora