Vida real.

331 44 6
                                    

Parpadeó dos veces y se encontró en una habitación oscura. Se quitó el aparato de banda transparente que le permitía conectarse y encendió una lámpara. Estiró los brazos y piernas, tenía el cuerpo entumecido, su estomago crujía de hambre y le dolía un poco la cabeza, pero no necesariamente por haber estado jugando.

El departamento estaba silencioso, propio de una persona que vive sola. El resto de la tarde la pasó leyendo apuntes y comiendo ramen instantáneo.

Al día siguiente fue a la universidad, ya estaba a mitad de año de su Licenciatura de Literatura con orientación en obras japonesas.

Las materias eran difíciles pero interesantes, los profesores eran rigurosos pero buenos, después de todo se trataba de la más prestigiosa universidad privada de Tokio, sus padres la habían elegido por él y lo pagaban con el dinero obtenido del juicio.

A Kouki le molestaba que ellos dispusieran con libertad de algo que él había "ganado" por sí mismo, pero así sería por los siguientes años hasta cumplir la mayoría de edad y obtener lo que restara, eso claro, si restaba algo.

Por otro lado, estaba feliz de haber podido elegir su propia carrera, amaba la fantasía, los libros y poesía por lo que Literatura era la más adecuada para él, pero en ese momento, su mente estaba lejos de percibir las explicaciones del adulto frente a la pizarra.

Estaba obsesionado, sí, obsesionado.

Desde que despertó en esa cama de hospital con la sensación de haber dormido más de la cuenta, sintiendo que tuvo un largo e intenso sueño pero sin poder recordar ni un ápice de éste.. Un sentimiento amargo en el paladar no lo abandonaba, como una sombra que siempre lo seguía a todos lados.

Ni cuando reía con sus compañeros, ni en los montones de RPG que jugó luego, no importaba cuánto se esforzara en olvidar, sus ojos siempre volvían a teñirse de nostalgia y opacarse ante el vacío en su pecho. Como si le hubieran quitado una pieza muy importante al rompe cabezas que conformaba su vida.. Una pieza crucial de la que no tuviera el más mínimo conocimiento.

Era desgarrador.

Pero ese sentir era más sencillo de ignorar en cuanto entraba al mundo virtual: Hablaba con gente real pero en forma de avatares; cometía crímenes y disfrutaba de sucesos peligrosos pero carecía de un verdadero riesgo; el aire oliera a ramas quemadas o queso derretido, se sentía falso de alguna manera, como con un aroma más atenuado, casi neutro.

La realidad era más intensa, claro, pero la fantasía le traía una sensación nostálgica y cálida que podía consolarlo al menos un poco.

El lápiz que bailaba en sus dedos cayó al piso y el profesor lo miró. Kouki tomó el lápiz y volvió a prestar atención a la clase.

..❤

—Kou chan! Qué pasa? Estas distraído.. ¿Es porque no pudiste comprar esa arma ayer? —dijo el pelinegro que le había echado un brazo en los hombros, juntos fueron a la cafetería, donde se dirigieron a una mesa ya ocupada.

—N-no. No te preocupes Takao san, sólo pensaba en los parciales.. —Se rascó la nuca y tomó asiento frente a dos estudiantes de anteojos— Hola Midorima san, Imayoshi san.

—Bah! Estas perdiendo la juventud en esas preocupaciones.. ¿Pero qué veo..? Un rival —murmuró y se acercó lentamente hasta el de cabello verde— De nuevo con Imayoshi, Shin chan?! Acaso quieres ponerme celoso? —El pelinegro se colgó de sus hombros y le mordió la oreja. Kouki sonrió, pero de inmediato sus ojos chocolate se opacaron hasta tornarse café.

—Ustedes siempre tan cariñosos.. —murmuró, pero la pareja estaba muy ocupada discutiendo como para oírlo.

—Mm? Dijiste algo Kouki kun? —dijo el pelinegro de lentes. Sus ojos eran tan pequeños que parecían los de un gato de la suerte.

RPG 2: Red.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora