Novato

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Tiempo transcurrido desde que salió de los Siete Milagros: una hora.
Recuerdos poseídos de esa época: todos y cada uno de ellos.

—Que dijiste? Dilo de nuevo.

No volaba ni una mosca en esa habitación de blanco puro cual nieve, con una claridad tal, que incluso hería la vista. En esa habitación ocupada sólo por cosas indispensables lo único que sobraba eran las flores: en las mesas, los pisos y al pie de la cama había montones de rosas en sus respectivos floreros, todos de diferente estilo, color o forma.

Las rosas rojas inundaban el olfato y la visión de todos los presentes, que en este caso, solo eran tres jóvenes. Dos de ellos tan delgados que daba pena mirarlos y uno con los ojos tan enrojecidos que daba ganas de abrazarlo para consolar su llanto.

—Él no me reconoció.

Contuvo el aliento, tomó un jarrón y lo lanzó contra otros cual bola de boliche, el agua y las flores desparramadas cubiertas en trozos de cerámica causaron un alboroto en la impecable habitación.
Resopló por el esfuerzo, su pecho subía y bajaba agitado.

—Estás mintiendo.. Estás mintiendo! —Su voz rota y desesperada, sus ojos que a ratos eran monocromos y a veces bicolores se movían de punta a punta en la habitación, se jaló los largos cabellos color fresa que caían cual manto sobre su espalda, vestido con un pijama hospitalario que le quedaba grande sobre los notorios huesos.

—Aka chin..

El que acababa de hablar no estaba en mejor condición, incluso parecía una especie de slenderman por su altura de dos metros y su aspecto de piel y huesos, aún así se mantenía de pie con una expresión más cansada que de costumbre, pero sin dejarse doblegar.

—Akashi, te lo juro.. Nunca bromearía con algo así. Me vio y le dije mi nombre pero no me reconoció —Aún con su aterrador aspecto, Murasakibara alzó una huesuda mano y la puso sobre los cabellos negros, calmandolo de inmediato con su reconfortante presencia— Lo siento. Te diré si me entero de algo pero por ahora.. Atsushi debe descansar.

Ambos jovenes salieron despacio y cerraron la puerta tras de sí. Con la piel pálida roja de rabia, contrajo una dolorosa expresión iracunda luego de tantos meses con los músculos dormidos. Se sacudió el grasiento cabello y lo jaló con un grito de frustración.

Aquellas rosas rojas tiradas y quebradas en un charco de agua reflejaban su horrible realidad.

—Aghhhh!!!

Se quitó la sábana de encima, se despegó la intravenosa y las máquinas comenzaron a reclamar cuando se puso de pie. Temblando, mareado, se acercó hasta el baño y vio su deprimente reflejo en el botiquín: del llamado Emperador no quedaba ni la sombra. Tan pálido como un muerto, con los músculos flojos, los huesos doliendo, las ojeras prominentes y los labios morados. Más que emperador era un espectro.

Golpeó la pared y sus nudillos se mancharon rápidamente de carmesí.

Dolía pero el dolor no llegaba a ser suficiente. Golpeó de nuevo, aunque esta vez con menor fuerza. Se encontró con unas tijeras en el botiquín y puso manos a la obra.

Los mechones color fresa llenaron el lavabo.

Había perdido la noción del tiempo y la sensibilidad en los labios cuando fue alejado de debajo del grifo, el cual continuó liberando su agua aún cuando un hombre de cabellos negros lo sacudió desesperado.

Tardó unos cuantos segundos en comprender lo que decía.

—Seijuro, resiste! Que estabas pensando?!

—Tenía que quitarlo.

—Que.. De qué hablas?

Seijurou fue apenas consciente de que el hombre se quitó su abrigo y se lo puso en los hombros, los cuales frotó tratando de darle algo del calor perdido. Las gotas de agua le resbalaban por el rostro.

—Este color.. Este horrible color rojo.

El hombre juntó las cejas como si estuviera a punto de llorar y lo apretó contra su pecho.

—Por qué dices eso? Es un hermoso color, el mismo que tu madre.

Cuando se calmó un poco, lo llevó de nuevo a la cama donde una enfermera volvió a conectar el suero. El pelirrojo poseía una mirada mezcla de temor y asco, sus delgados dedos se cerraban en las sabanas sin tregua.

—Por qué no me recuerda? Es este mi castigo?

—Seijuro.. —dijo mordiéndose el labio— Takao y Himuro me hablaron del octavo casco y cómo había ido a parar a ese chico, Furihata.

Masaomi obtuvo toda sus atención con esa ultima palabra. Lo observó fijamente, esperando con un notorio esfuerzo por acallar sus incontables preguntas.

—No fue difícil ubicarlo, hablé con sus padres pero en cuanto supieron que por.. Que fue nuestra responsabilidad su estado comatoso, se rehusaron a moverlo del hospital público. Hace dos días hubo un gran apagón en esa zona y el hospital no fue la excepción.. Según me dijeron algunos expertos..

—Va a recordarme? —Lo interumpio— dime que no es permanente..

—Ellos me dijeron que debido al apagón..

—Padre —dijo nuevamente, sus puños estaban enrojecidos entorno a las sabanas, sus iris de cereza brillaban con rabia— es permanente?

Masaomi tomó un largo suspiro y esa fue respuesta suficiente, aún cuando después lo reafirmó.

—No lo saben.

...❤

Presente.

Unos cuantos brillos holográficos con forma de cubos brillaron sobre una plataforma redonda de vidrio templado, con cinco metros de diámetro bordeado por columnas de hierro. De inmediato, un jugador apareció en medio del transportador en la tecnológica metrópolis con un cielo encapotado, autos tan veloces que parecían estrellas fugaces y una extraña mezcla de enormes rascacielos rodeados por pequeñas casas de estilo oriental con pagodas.

Aquella era la "ciudad base" del RPG Memento Mori: Ciudad Zero.

A diferencia de los demás niveles, esa ciudad era la única que contaba con diez tele transportadores por la gran cantidad de jugadores que la transitaban. Este jugador fue a parar de forma aleatoria a uno ubicado en los barrios bajos, donde las calles estaban desiertas y los edificios destartalados y abandonados proliferaban.

Con las manos en los bolsillos de su abrigo camuflado en verde militar, la capucha ocultando sus ojos y su boca tras una máscara antigas, el jugador avanzó por las desiertas calles. Aquél lugar apartado y deshabitado sería ideal para una emboscada..

De pronto notó que una figura aparecía en la esquina. Se puso en guardia, pero al ver que miraba en ambas direcciones con un aire desorientado y, por su vestimenta, supo que era un novato: Llevaba la básica remera blanca de manga corta con detalles en negro con la que todos ingresaban y una máscara antigas con un diseño básico. Sonrió recordando su primer día en ese RPG, casi lo mataron tres veces y por poco no se convirtió en un mutado.

El jugador novato alzó su mirada y Rain se sorprendió al ver dos iris dorados brillar como dos soles en miniatura. Incluso en la distancia, se sintió atravesado por esos ojos penetrantes.

Su incipiente curiosidad se desvaneció al oír el ruido de llantas chirriando a su espalda, al tiempo que unos disparos rompieron al aire. Se giró y chistó con la lengua, eran los tipos que había asesinado recientemente con Sakura y Hawkeye.

—Ahí está! Tras él!

...❤
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Memento mori: en latín significa "recuerda que morirás".
Hawkeye: ojo de halcón.

RPG 2: Red.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora