-Gracias por su compra, vuelva pronto. -Dijo sonriendo la morena de ojos café que atendió a Harry.
Se encontraba en una cafetería comprando algo para desayunar.
Mientras caminaba con su orden en la mano-envuelta para llevar-la temperatura empezó a descender al grado en el que podía contemplar su respiración desvanecerse en el aire.
Siguió caminando hasta llegar a un parque, se sentó en una banca metálica-la cual estaba jodidamente fría-
¿Quién pone una banca metálica en un lugar donde hace frío la mayoría del tiempo? Pensó el rizado para luego empezar a masticar sus donas y beber su capuchino.
Harry de un momento a otro se percató de que se había quedado mirando al vacío pensando en absolutamente nada, como si estuviera vacío por dentro. Eso le ocurría varias veces desde que tenía memoria. Los doctores decían que era déficit de atención, pero era imposible, Harry se concentraba en las cosas demasiado como para tener déficit de atención.
Sacudió su cabeza como si así fuera a "despertar" sus pensamientos.
Se levantó y desechó los residuos de comida al bote de basura, al hacerlo se dispuso a contemplar el lugar en donde estaba.
Un pequeño pedazo circular de áreas verdes bien cuidadas, con algunos columpios y una fuente en medio.
A Harry le pareció un lugar hermoso.
Para Harry la definición de "Hermoso" era que algo no tiene que ser perfecto e impresionantemente extravagante, sino sencillo y simple. A veces las pequeñas cosas y los simples detalles son lo que pueden cambiar el significado y volverlo hermoso.
"Algo no tiene que ser perfecto para ser hermoso" decía la madre de Harry.
A cualquiera le impresionaría la manera en el que el muchacho de ojos verdes ve el mundo si este le diera la oportunidad de expresarlo.
Harry tenía una mente brillante, digna de ser plasmada en una obra literaria que sin duda alguna se convertiría en una obra maestra.
Pero Harry no se daba cuenta de su don.
Se sentó al borde de la fuente de agua y saco de su mochila su obra favorita.
"Un sueño en una noche de verano" de William Shakespeare.
La había leído tantas veces que no recuerda la cifra exacta. A Harry le encantaba la obra ya que fue la primera que leyó con tan solo 6 años.Le encantaba porque cada vez que la leía sentía que había algo nuevo que descubrir un nuevo pensamiento u otra manera de ver a los personajes.
Si a Harry le preguntaran sobre sus escritores favoritos Shakespeare siempre encabezara la lista; se había leído todas y cada una de sus obras.
Una frase que le gustaba mucho a Harry era:
"Los jóvenes no se enamoran con el corazón, sino con los ojos"
La razón de porque le gustaba tanto era que el no la entendía.
Se la pasaba pensando e interpretando la frase de diferentes maneras y nunca encontró una que la convenciera.
¿Acaso Romeo se enamoró de Julieta físicamente?
¿Acaso los jóvenes solo piensan en el físico?
¿Eso era lo que quería decir?
A Harry no le convencía.
Luego de que Harry leyera unos capítulos decidió volver a su "refugio" ya que el frío no le dejaba siquiera sacar sus manos del bolsillo para pasar la página del libro que se encontraba en su regazo y empezó a caminar.
Mientras caminaba Harry pensaba-como siempre- en su familia, en cómo tan rápido la vida te puede quitar todo como si no le importara nada.
Y luego recordó una frase de su escritor favorito.
"El destino nos da las cartas, pero nosotros tenemos que jugarlas"
Harry no era un chico normal, a la edad de 20 años Harry debería estar en la aventura de su juventud; acudiendo a antros, conociendo chicas, pertenecer a una fraternidad... cosas de jóvenes, pero Harry no era ese tipo de chico. El prefería leer un libro a ir de fiesta, nunca fue su estilo de vida, aun así Harry era el centro de atención en las cenas de la empresa de su padre, las hijas de los empresarios se babeaban e insinuaban ante él, pero nunca le interesó ninguna chica.
Él pensaba que no había encontrado la indicada.
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Delirious ||Larry Stylinson||
Fanfiction"El destino te pone las cartas, pero tu tienes que aprender a jugarlas" -William Shakespeare