Capítulo lV

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Jade

Esto es imposible.

En este papel decía que poseía una enfermedad parecida a la amnesia.

Sólo que no era tal cosa...

Eran recuerdos que estaban ahí pero no tenia noción de como permanecían en mi subconsciente con tanta intensidad.

Fue muy difícil comprender, cómo no pude haberme dado cuenta antes.

Mis padres jamás me habían afirmado algo parecido a eso. Era como si toda mi vida estuviera reflejada en un pedazo de papel.

Estoy sentada en el suelo cruzada de brazos. No tengo ánimos ni fuerzas capaces para poder levantarme.

Es como si todo hubiera estado mal conmigo desde el principio y todo siempre había sido una señal frente a mi. 

Los pensamientos que contenía, mayormente en los sueños, eran una especie de fuente que cada vez más aportaba información a mi sistema. Fue algo sencillo. 

Me enderezo y me levanto, ayudándome de un muro de madera a un lado del escritorio. Extiendo mis manos para que Ethan pueda dejar el papel sobre ellas.

Lo observo con cautela y curiosidad.

Tiene que haber más.

Sin detenerme, comienzo a husmear en todos los pequeños lugares de la gran oficina de mi padre. Ese pedazo de papel no puede ser el único objeto que contenga toda mi vida reflectada en él.

A lo largo de un rato, Ethan y yo no encontramos nada más que folletos sobre especialistas clínicos y psicólogos. Algunos estaban muertos y otros no tenían ubicación específica de su paradero. 

No me rendí. Tenia que haber algo que determinara el por que tenia esos momentos fallidos y aclarar que en ese archivo decía que sufría de una enfermedad no registrada.

Salimos del cuarto, cerrando la puerta tras nosotros. Sincronizo cautelosamente la llave eléctrica con el mecanismo para poder cerrarla. Caminamos por el largo pasillo hasta las escaleras. Bajamos hasta el final y entramos a  la sala. Dejo el juego de llaves en el agujero y lo cierro perfectamente. Ethan y yo acomodamos el sillón contra la pared y nos dejamos descansar en él.

—Esto tiene que estar mal, — digo, observando el papel en mis manos —tiene que haber algo más que sólo este archivo— mis manos tiemblan y empiezo a temblar.

Suelta una bocanada de aire —Jade, tus padres deben saber más información, debemos hablar con ellos — voltea a verme. No separo mi rostro del papel. 

—No. — lo miro, —Por algo este archivo estaba en su oficina escondido. No querían que lo encontrara al igual que el juego de llaves — Susurro, volteando desenfrenadamente a los lados. 

Me quita el papel de las manos —Tendremos que buscar nosotros por nuestra propia cuenta — dice, volviendo a mirar el papel.

Esto es más confuso de lo que creí. No había indicios o algo inusual sobre por donde comenzar a buscar. Era como si solo debía saber lo necesario y vivir con eso. 

No quería. 

Me levanto de golpe del sofá. Camino a zancadas hasta la parte trasera de mi casa. Abro la puerta de golpe sin importarme el ruido que hace al sacudirla con la pared.  Respiro la fuerte brisa de la noche, golpeando mi cara rápidamente. Me tiro de golpe al suelo.

No había tal respuesta a mi duda en ese momento. Mi mente era una abertura que cada vez se agrandaba más y dolía más. 

Me sujeto mi cabeza con ambas manos. Es muy difícil poder entender las cosas cuando ni tú misma sabes el por qué. Sería un camino muy obtuso para llegar a la realidad. 

Mis padres jamás me dirían la verdad. No podía pedir ayuda en RavenWood sin que pensaran que era una locura. No tenia opciones.

Escuchó pasos detrás de mi, acercándose. Ethan se sienta junto a mi, descansando sus manos detrás de él.

—Debemos tener paciencia, — continua —Si queremos obtener información, debes estar atenta a todos los movimientos de tus padres en los últimos días.

Ese era el problema. Mis padres no estaba mucho tiempo en casa. Debía ser sigilosa. Debía adentrarme a saber todo sobre lo que hacían y cómo lo hacían. Debía tomar medidas para saber mi realidad sin terminar en una rotura permanente. 

.....

Estoy en mi habitación. Mis ojos observando directamente al techo. Mis manos descansado a los lados de mi cuerpo. Mi cama es tan delicada y sutilmente acolchonada como lo siempre ha sido. Mi cabello está húmedo reposado a un lado de mi rostro. Tengo una especie de pijama muy prensada a mi cuerpo. Apenas puedo respirar. 

Lentamente me enderezo y me recuesto del espaldar de la cama. Miro fijamente la ventana. Una llovizna cae suavemente y empañan el ventanal. Una briza entra por la misma entrando a mi oscura habitación. 

Debo decir que permanecer en este silencio me resulta cómodo. Me hace sentir mejor que estando en ese lugar. 

Tuve que hablar. No tuve más alternativa. Lágrimas brotan de mis ojos sin aviso.  

Bajo la mirada a mis manos. Mis muñecas están rotas y adoloridas. Mis brazos con moretones y cicatrices. No tengo el valor de poder ver mi rostro. 

Mi curiosidad se esfumó. No podía hacerlo de nuevo. Sentía un hueco en mi estómago solo pensar en si volvía a pasar, ya no estaría para volver a verlo.

Un golpe en seco toca la puerta, me estremezco con el sonido. 

Una mujer entra a la habitación. La conozco. 

—¿Cómo te sientes, querida? Sus tacones resuenan por todo el cuarto. Una cola alta sostiene su cabello en su parte trasera. Un vestido negro hasta más abajo de sus rodillas adornan su elegante figura. Trae consigo una caja postrada en sus manos. 

—Mejor, un poco mareada— respondo. 

Se agacha un poco y deja la caja descansando al borde de la cama. 

—Eso es bueno, dice, viéndome directo a los ojos, cruzando sus brazos. —Ya sabes, nada de preguntas, nada de ruido, nada de compasión — se dirige hacía la puerta, — El vendrá a verte dentro de poco, se buena y sin comentarios.

Con eso, cierra la puerta detrás de ella. Aparto la sábana de algodón a un lado para levantarme y dirigirme hacía la caja. 

Me planto frente a ella. Me agacho y retiro la parte superior. 

Por ese motivo sabía lo que significaba el estar aquí y poder seguir con mi vida. 

Debía ser cautelosa si quería huir y no salir perjudicada. 

Me levanto de golpe sobre mi cama. 

La luz del día entrando por la gran ventana me hace entrecerrar mis ojos. 

Mi cabello húmedo de sudor a los lados de mi rostro. Lágrimas brotan por mis ojos desesperadas. 

No puedo seguir teniendo esos recuerdos sin saber su motivo. 

Me reposo de nuevo sobre mi cama. Tratando de calmarme y meditar muy bien mi próximo objetivo. 

Sólo había un lugar dónde podíamos buscar. Podría haber respuestas o sólo debía intentarlo. 

La casa de Ethan. 

DISTORSIÓN © | #THA2020|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora