Sombras del pasado (7)

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(7)

Elisa

Me levanté con nerviosismo, preocupada de que mi hermana entrara al cuarto y nos descubriera. Intenté salir sin despertar a Jace, pero fracasé.

—¿Por qué te vas? Quédate. —me dijo, con una voz que aún sonaba somnolienta.

—Sabes que corremos el riesgo de que mi hermana nos descubra.

—A mí ella me importa un carajo, y lo sabes. Además, solo tenías miedo por una pesadilla, ¿no es cierto?

—Está bien, pero me voy a cambiar y a desayunar. Ya vuelvo.

—Pero no tardes, pequeña.

—Vale, peluchito.

Salí de la habitación de Jace y me dirigí a la mía. Al abrir la puerta, me encontré a mi hermana sentada en mi cama.

—¿Con cuál de todos estabas esta vez? —preguntó.

—¿Acaso ya no puedo tener pesadillas? Sigo siendo una adolescente, sigo teniendo miedos, y que tú no lo entiendas no es mi problema.

Mientras tanto, en la casa de los Blake.

Adam

Me desperté por el estorboso ruido de alguien llamándome. Si era mi hermano, lo iba a matar. No quería que se le ocurriera despertarme. Pero al salir de mi habitación, me di cuenta de que me estaban llamando desde afuera del refugio. Cuando abrí la puerta, encontré a un chico el cual parecía de unos veintidós, que, al parecer, me reconoció y me abrazó. No sabía quién era ni por qué estaba aquí.

—¿Y Matheo? —preguntó con un poco de intriga en su voz.

—Está en las afueras del hospital, pintando grafitis —respondí, al notar que este al parecer no sabia donde quedaba, le hice un gesto para que entrara al refugio antes de dejarlo ir con matheo, así podría sacarle algo de información.

—Habíamos sido amigos hace muchos años —soltó sin más. Entonces, rápidamente me dirigí a donde estaba el baúl con el que habíamos llegado a la isla el día que despertamos. Confirmé que tenía fotos con el; éramos amigos, aunque no logré recordar su nombre. Solo recordé, gracias al color oscuro de sus ojos casi negro, que era el hijo único de la recordada y famosa familia de políticos corruptos, los Evans. hable un rato mas con el sobre lo poco que estaba en mi memoria y luego simplemente le indique en donde encontrar a matheo.

Matheo

Elisabeth, mi princesa, ya había llegado mientras yo estaba pintando un grafiti.

—¿Para qué me citaste? —preguntaba constantemente. Su insistencia me cansaba, pero estaba a punto de revelarle lo que sabía sobre su verdadera identidad y nuestro pasado juntos.

Sin embargo, alguien llegó y arruinó mi momento. Era un chico que parecia de la edad de mi hermana Nora, veintidós, con un tatuaje que no podía reconocer. Elisa se veía intranquila ante la presencia del chico.

—Tanto tiempo, Blake —dijo, mirando a Elisa con cautela.

—Me tengo que ir —pronunció Elisa, su voz algo quebrada y visiblemente asustada por la mirada del chico de ojos oscuros.

Elisabeth

Al notar su mirada, me sentí incómoda, intentando no corresponderle, consciente de que el miedo debía reflejarse en mis ojos. Suspiré, intentando calmarme, y jugué nerviosamente con mis manos.

—Lo siento, tengo que irme —logré decir, tragando saliva con dificultad.

Comencé a caminar hacia mi refugio, sintiendo que mis piernas temblaban y el aire comenzaba a faltarme. Al llegar a la casa, subí rápidamente hasta el cuarto de Jace y abrí la puerta de un empujón.

—¡Jace! —fue lo único que logré articular entre temblores y lágrimas. —El... volvió —susurré, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas.

—Volvió... por mí —dije, sollozando, mientras mis piernas fallaban, dejándome arrodillada en el suelo, con el rostro empapado por el llanto.

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