Verdades, secretos y mentiras (14)

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Crystal

—Parking— tragué grueso porque enserio no me lo creí; hace mil años no escuchaba esa voz. Sonreí e iba a correr a abrazarla, pero el chico que me había traído al lugar me sostuvo del brazo deteniéndome.

—Suéltame, idiota—. Solté un gruñido tratando de zafarme de su agarre. Ella rió levemente y luego dijo:

—Travis, suéltala— le ordenó Izabel. Al segundo, el chico que al parecer se llamaba Travis me soltó. Me apresuré hacia ella y la abracé fuertemente; la había extrañado. Al separarme del abrazo, la miré y dije:

—¿Cómo ha pasado el tiempo, Iza?— sonreí y la miré fijamente. Ella asintió y al segundo pregunté por algo que me interesaba.

—¿Y cómo has estado con...?—

No logré terminar de preguntar, ya que me interrumpió con tan solo mirarme, así que decidí callar. Izabel miró la casa intentando indicarme que entrara, así que simplemente asentí y con algo de dificultad entré a la casa. Lo primero que vi fue a una chica pelirroja de espaldas. Al escucharse mis pasos, se giró de inmediato y me miró de arriba abajo intentando reconocerme. Simplemente sonreí leve, pero a los segundos sentí como alguien me abrazaba con fuerza y procedía a alzarme. Mi cuerpo dolía, pero correspondí el abrazo y al acercarme un poco reconocí de inmediato ese olor a perfume y ese color de cabello.

—Prescott—. Lo abracé con aún más fuerza y sonreí.

—Crystal—. Me respondió mientras me alzaba por los aires, elevándome. Me reí, pero él apretó mi cadera para que no fuera a caerme, y hice una pequeña mueca por lo débil que seguía mi cuerpo.

—¡Jace, bájame ahora!— dije algo alterada y al instante me bajó. Suspiré e hice otra pequeña mueca. Miré por encima del hombro de Jace y la chica pelirroja, de la cual ya había podido recordar su nombre, simplemente me miraba como si quisiera aniquilarme con la mirada. Reí ante un pequeño recuerdo, miré a Jace y aún riendo dije:

—No me jodan que ustedes dos...—

Seguí riendo y Jace me sonrió.

—¿Qué pasó con Matheo, Elisa? Se veían enamorados—. Ella se tensó al escuchar lo que dije y lo único que pronunció fue:

—No sé de qué estás hablando, rubita—. Dijo, rodando los ojos. Yo simplemente reí leve y miré a Jace, que también se encontraba tenso.

—Está bien... las cosas han cambiado por aquí al parecer, Elisa sin Matheo y lo más sorprendente, Isabel sin...— No terminé de hablar ya que sentí como alguien me agarraba del brazo y me sacaba de la sala llevándome hacia una habitación lejana.

—Ni se te ocurra mencionarlo frente a ellos—. Su tono de voz se escuchaba frustrado. Izabel me miró y yo simplemente la observé, totalmente confundida.

—¿Qué pasó con Adam?— dije, pero ella no decidió responderme. A los segundos, dijo:

—No volverás a acercarte a Ashton, ¿okey?—

Aunque quise evitarlo, me puse histérica al escuchar eso y mis ojos reflejaron una innegable furia. Sin que pudiera contenerme, en un tono alterado le solté:

—¿Por qué carajos dices eso? ¿Qué mierda te pasa? Primero me traes aquí sin ninguna explicación, ni siquiera te lo pedí. Ni siquiera me importaba verte. Explícame ahora por qué carajo vas a alejarme de la persona que amo. Sabes algo, no todos somos como tú, Izabel. No a todos nos vale una mierda nuestra relación. No todos se esconden tras la fachada de proteger al otro, ¿sabes? Así que o me devuelves con Ashton, o sabes perfectamente que conozco tus puntos débiles—. La miré de manera desafiante. Ella simplemente me observó como si no me conociera, así que me retiré de la habitación e fui en busca de la única persona que pensaba coherentemente en esta casa según una corazonada que tenia.

—Travis, ayúdame a salir de esta puta ratonera—. Dije mirándolo mientras se quitaba las gafas de pasta negra y dejaba de centrar la mirada en el libro para enfocarla en mí.

—Ahora soy Travis, pensé que era un idiota—. Dijo sonriendo de una manera supremamente arrogante. 

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