Capitulo 6.

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Sus ansias eran cada vez más fuertes, sino hubiese sido por el trabajo se hubiese vuelto loco pensando en esa chica, sus ojos, su sonrisa y ese hoyuelo que le forma en la mejilla derecha, realmente era imposible dejar de pensarla.

Sus uñas eran casi inexistentes, por petición de Tere se quedó a dormir allá, a ella no le gustaba que se quedase en la calle, que pasara frío anduviera sucio.

El día anterior había estado hablando con su madre y allí pudo entender un poco después que le dio que ha estado trabajando, ella le deseo suerte y colgó casi llorando.

Karen, su madre, es y siempre será muy sentimental y con lo que respecta a él, es mucho más pero de alguna manera tenía que entender el hecho de que tenía que resurgir solo, otra vez pero ahora bien.

Iba caminando apresurado aunque faltasen unos veinticinco minutos y ya casi llegaba.

Ella estaba sentada en la banca desde hace una hora porque Bruno la hizo alistarse lo más rápido posible y a esa misma velocidad la sacó de la casa.

—Espero te diviertas—había dicho minutos antes de cerrarle la puerta en la cara.

Movía la pierna desenfrenada mente, desesperada, ansiosa y cuando decidió levantarse para irse lo pudo ver a la distancia como venía casi corriendo, sonrió y se dio la vuelta.

En un acto de desesperación intentó arreglarse el cabello y cuando se sintió lista se dio la vuelta y chocó con el pecho de William poniendo sus manos allí, él le sonrió y ella percibió la fragancia que desprendía su cuerpo, esa que lleno sus vías respiratorias e invadió su pecho.

Él iba nervioso, realmente no sabía que haría, que hablarían o que le diría al llegar.

Ya estaba cerca y allí la vio sentada, su mente maquinaba formas para saludarla, el cómo mantenerse seguro.

Se levantó y lo vio, el acelero sus pasos hasta que llego. Se posiciono detrás de ella y en ese momento se dio la vuelta, dejando solo unos pocos centímetros entre ambos, sus manos en su pecho y su respiración entrecortada lo llevo a percibir el cómo su pecho subía y bajaba, como respiraba tan profundo que impactada y como su mirada no se despegaba de su cara.

—Hola...—saludó él— ¿Cómo estás?—preguntó.

—Hola Liam—sonrió—muy bien ¿tú?

—Bien...oye que te parece si damos una vuelta por aquí para que conozcas más—sugirió él.

—Sí, está bien.

Comenzaron a caminar uno al lado del otro, hablando de lo que hicieron.

Pensando que de alguna manera todos sufrimos de formas diferentes y que la única opción es enfrentar y salir adelante.

—Ven vamos a entrar a esa cafetería—propuso ella y entraron.

—Sentémonos allá—fueron a unas de las mesas al lado de una ventana y a los minutos llegó un chico para atenderlos.

— ¿Qué van a querer?—ella lo pensó.

—Un café.

—Que sean dos, por favor—el chico anotó y se fue— un café siempre es la clave para aliviar las penas—dijo él mirándola mientras sonreía animado y ella bajo la cabeza sonrojada.

Mientras respires, hay esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora