Se alejó sopesando el hecho tan inusual de haberle contado a una extraña por qué vive en la calle.
Las nubes avanzaban al ritmo de su caminar, seguramente Tere le había guardado la comida y las cosas para que se asease.
Llegó al refugio y lo primero que vio fue a los niños corriendo de un lado a otro, ellos en gran parte fueron los que lo ayudaron a salir de la depresión.
—Miren ¡llegó William!—exclamó Mara, una de las pocas niñas que se encuentran en este lugar— ¿Cómo estas Li?—ese diminutivo de su nombre lo hizo sonreír.
—Muy bien marita—ella tomo su mano y lo llevó a donde los demás niños.
—Mañana cumplo años—sonrió tomándola de la mano.
— ¿Si? ¿Cuántos?—preguntó él acercándose a los demás niños junto a ella.
—Siete, ya estoy grande— afirmó poniéndose en la punta de sus pies.
—Sí, estas muy grande—sonrió sonrojándose—casi alcanzas a Miguel y él casi tiene doce—todos se rieron a carcajadas.
—Ya niños, vayan adentro que es hora de comer—todos corrieron y Teresa, la encargada del lugar, se acercó a él.
—Tere ¿Cómo está?— ella le dirigió una mirada para luego darse la vuelta.
—Vamos adentro Will—él la siguió obediente— ¿por qué no viniste al desayuno? Tu madre llamó—se le había olvidado lo estricta que era Tere con los horarios y que su mamá llamaría hoy—puedes llamarla ahora pero antes te bañaras y luego comerás.
—Está bien mi generala—se acercó y le dio un beso en la frente—gracias por todo.
—No es nada, sobrino—él sonrió—se lo debía a tu padre—asintió y camino al baño.
Ella lo miro alejarse, su hermano residía allí, en ese niño que quiso pretender ser hombre y lo perdió todo.
—No sabes cuánto te amo y agradezco haberte encontrado William—suspiró y se fue a la cocina para prepararle el jugo que le gusta.
Chloe y Amanda iban apresuradas al colegio de Bruno, se les había pasado el tiempo hablando y yendo de un lado a otro.
— ¿Por qué aceptaste verte con él nuevamente?—preguntó Amanda.
—Porque me agradó y quiero saber porque ese tono ¿Qué te molesta?—preguntó ansiosa.
—Amiga has pasado por mucho ¿es necesario que te lo recuerde?—habló obvia.
—No pero yo sé lo que hago y él es solo una casualidad que me hizo ver la vida diferente—Amanda asintió.
—Está bien pero no le vayas a decir a Bruno.
—Ok, de mi boca no saldrá nada—hizo el gesto de botar una llave y ambas se rieron.
—Y... ¿Cómo estás?—preguntó Amanda.
—Bien, siento que solté un peso que tenía desde el día en que los descubrí—sonrió—lo que no puedo concebir es que mi bebé tuviera que pagar por la ambición y locura de ese monstruo—negó—pero ya no importa, espero se hundan el uno al otro como intentaron hacer conmigo—Amanda puso su mano en la de Chloe y sonrió conciliadora.
—Mira como está parado Bruno—se rio bajito—está molesto.
—Obvio, ya es tarde—aclaró Chloe.
—Odia eso, también es porque sabe que estas aquí—ella sonrió—te ama.
—Lo sé y yo a él—detuvo el auto y Bruno sin esperar a que su madre se bajara, el corrió y se subió dando un portazo.
—Madre—saludó.
—Hijo—devolvió el saludo—siempre lo hace cuando llego tarde a buscarlo—susurro para su amiga.
—Igual te escucho—avisó—Tía Chlo—saludó sonriendo.
—A veces dudo de que tengas seis años—él se encogió de hombros.
—Siempre me has dicho que la madurez al hablar es importante para entablar una conversación—alegó.
— ¿Ella dijo eso?—él asintió—que raro—se rieron.
—Cállate boba, que yo soy muy madura—y le sacó la lengua.
—Sí, claro—hablaron al unísono.
William salió de la que en ese lugar es su habitación y que muy poco usa, entró a la cocina y encontró a su tía sirviendo comida a los niños.
— ¡Ven! Come con nosotros—habló Mara.
—Sí, ven—dijo Miguel.
—Ya niños, coman tranquilos—habló William sentándose en la mesa junto a ellos.
Así pasó la comida, entre risas y regaños de parte de Teresa.
—Hijo tu madre está llamando otra vez—dijo Teresa y William se levantó y camino hacia el mesón de la cocina—ten.
—Madre ¿Cómo estás?—preguntó saludándola.
—Bien Li, muy bien ¿tú que tal?
—Bien má, muy bien de hecho—sonrió al decir aquello.
—Que bien cariño—suspiró—quiero que regreses Li, aquí tienes tu dinero y puedes volver a empezar con ese dinero—sugirió—es inconcebible que quieras seguir en París, andando en la calle, antes de regresar con tú mamá. Gracias al cielo pude comunicarme con Teresa y que ella pudo dar contigo, sino hubiese pasado dos años sin saber de ti—lo regañó molesta.
—Ya mamá, no es necesario...ese dinero es tuyo, así lo quise y así seguirá siendo—sentenció—yo quiero surgir solo, mostrarme a mí que puedo hacerlo otra vez.
—Entiendo Li pero yo quiero ayudarte—él la interrumpió.
—No, ya te dije que no madre, te amo y valoro tu preocupación pero es mi decisión—terminó y colgó.
—No debes hablarle así a Karen, ella te ama y se preocupa por ti—habló su tía.
—Lo sé y yo a ella pero tiene que dejarme hacer esto a mi manera, por esa razón, por creer tener todo resuelto llegué a lo más profundo del pozo y tiene que dejarme salir solo y con mi esfuerzo—suspiró.
—Está bien, ahora vamos que Frederick te espera para hacerte la entrevista de trabajo— él asintió y ambos salieron de allí hablando de como harían con Karen y su errónea idea de devolverle ese dinero.
Su terquedad no la haría aceptar pero él tampoco pensaba ceder.
—Bruno...—Llamó al niño.
— ¿Si?—ella se debatió en hacerlo pensando en que el niño le daría una respuesta coherente.
— ¿Qué piensas si te digo que saldré con el vagabundo que te ayudó?—el niño abrió los ojos sorprendido—pero has silencio.
—Genial tía—susurro—ese señor es muy bueno—ella sonrió.
—Solo eso quería escuchar—y lo dejó seguir jugando bajo la promesa de que no le dijera nada a su mamá.
ESTÁS LEYENDO
Mientras respires, hay esperanza.
Novela JuvenilLa vida da muchas vueltas, creías seguras muchas cosas, cosas que solo eran un adorno innecesario en una vida que se destruía en cada paso dado. Pensar y analizar que de alguna manera la vida es injusta sin detenerse a pensar que son solo sus decisi...