Capitulo 12.

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Después de que saliera Maximiliano, ambos se fueron de ese lugar.

Iban inmersos en una burbuja en donde mirarse era elemental y besarse lo primordial, querían dejarse llevar por ese sentimiento que lo permeaba todo.

Salieron ese día y así pasaron los siguientes, solo querían saber el uno del otro, estar cerca y que de alguna manera el tiempo juntos fuera infinito.

En una de esas salidas que ya tan comunes eran, él le pido matrimonio y ella emocionada le dijo que sí.

Cuatro meses después llevaron a cabo la boda.

—Mamá—llamó William— ¿Cómo me veo?—preguntó nervioso.

—Te ves guapo Li, ya deja los nervios—él asintió y volvió a su lugar en el altar.

En ese momento comenzó a sonar la marcha nupcial y él no le despegó los ojos a esa mujer que brillaba como una estrella en el cielo.

—Te amo—le dijo al tenerla en frente.

—Yo también te amo—respondió ella.

Así transcurrió la boda y más tarde la fiesta, un baile y besos a cada segundo no pudieron faltar.

—Eres el mejor sueño—dijo él.

—un sueño tan real como nuestro amor—y lo besó.

Los meses pasaron y no se detuvieron, yendo de un lugar a otro haciendo negocios, viviendo sus vidas al límite.

Estaban en uno de sus ya comunes viajes de negocios y ella asustada salió del baño.

—No puedo verla Liam, tengo miedo—él fue al baño y al salir la sonrisa en su rostro no la podía borrar.

— ¿Qué pasó?

—Seremos padres—él la cargó emocionado y la beso sin detenerse.

Desde ese día se establecieron en su casa en España, no la dejaba hacer nada.

Él decidió darse unas vacaciones, dejando a personas responsables a cargo.

Mientras los meses pasaban los antojos aumentan y aún más al enterarse de que era uno, sino dos. Siempre quería pizza, helado de chocolate o pollo frito. Hasta los cambios hormonales venían al doble.

Solo estaban esperando que se presentaran los dolores para salir corriendo al hospital, ese día salieron tranquilos a comer helado.

Mientras caminaban por el centro comercial comenzaron los dolores, rápido la llevo al auto para ir al hospital. Ella lloraba, pataleaba y se quejada, las contracciones cada vez venían más fuertes y él estaba más asustado.

Llegaron al hospital y la ingresaron rápidamente.

El parto fue largo pero sus gemelas nacieron sanas y salvas.

Él las sostenía a ambas mientras ella comía una gelatina.

— ¿Cómo se llamaran?—preguntó Amanda que había llegado horas antes.

—Hope y Scarlett—dijeron al mismo tiempo.

—Gracias mi amor por este regalo tan maravilloso y por darme la motivación para seguir.

—Gracias a ti cariño por ser ese salvavidas que me rescató de ese mar en donde me hundía, te amo—le lanzó un beso.

—Te amo—y sonriendo se acercó y besó su frente.

Ella encontró lo que le faltaba, amor.

Él, la motivación para luchar y superar aquello que una vez lo hizo caer.

Mientras respires, hay esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora