Después de que saliera Maximiliano, ambos se fueron de ese lugar.
Iban inmersos en una burbuja en donde mirarse era elemental y besarse lo primordial, querían dejarse llevar por ese sentimiento que lo permeaba todo.
Salieron ese día y así pasaron los siguientes, solo querían saber el uno del otro, estar cerca y que de alguna manera el tiempo juntos fuera infinito.
En una de esas salidas que ya tan comunes eran, él le pido matrimonio y ella emocionada le dijo que sí.
Cuatro meses después llevaron a cabo la boda.
—Mamá—llamó William— ¿Cómo me veo?—preguntó nervioso.
—Te ves guapo Li, ya deja los nervios—él asintió y volvió a su lugar en el altar.
En ese momento comenzó a sonar la marcha nupcial y él no le despegó los ojos a esa mujer que brillaba como una estrella en el cielo.
—Te amo—le dijo al tenerla en frente.
—Yo también te amo—respondió ella.
Así transcurrió la boda y más tarde la fiesta, un baile y besos a cada segundo no pudieron faltar.
—Eres el mejor sueño—dijo él.
—un sueño tan real como nuestro amor—y lo besó.
Los meses pasaron y no se detuvieron, yendo de un lugar a otro haciendo negocios, viviendo sus vidas al límite.
Estaban en uno de sus ya comunes viajes de negocios y ella asustada salió del baño.
—No puedo verla Liam, tengo miedo—él fue al baño y al salir la sonrisa en su rostro no la podía borrar.
— ¿Qué pasó?
—Seremos padres—él la cargó emocionado y la beso sin detenerse.
Desde ese día se establecieron en su casa en España, no la dejaba hacer nada.
Él decidió darse unas vacaciones, dejando a personas responsables a cargo.
Mientras los meses pasaban los antojos aumentan y aún más al enterarse de que era uno, sino dos. Siempre quería pizza, helado de chocolate o pollo frito. Hasta los cambios hormonales venían al doble.
Solo estaban esperando que se presentaran los dolores para salir corriendo al hospital, ese día salieron tranquilos a comer helado.
Mientras caminaban por el centro comercial comenzaron los dolores, rápido la llevo al auto para ir al hospital. Ella lloraba, pataleaba y se quejada, las contracciones cada vez venían más fuertes y él estaba más asustado.
Llegaron al hospital y la ingresaron rápidamente.
El parto fue largo pero sus gemelas nacieron sanas y salvas.
Él las sostenía a ambas mientras ella comía una gelatina.
— ¿Cómo se llamaran?—preguntó Amanda que había llegado horas antes.
—Hope y Scarlett—dijeron al mismo tiempo.
—Gracias mi amor por este regalo tan maravilloso y por darme la motivación para seguir.
—Gracias a ti cariño por ser ese salvavidas que me rescató de ese mar en donde me hundía, te amo—le lanzó un beso.
—Te amo—y sonriendo se acercó y besó su frente.
Ella encontró lo que le faltaba, amor.
Él, la motivación para luchar y superar aquello que una vez lo hizo caer.
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Mientras respires, hay esperanza.
Teen FictionLa vida da muchas vueltas, creías seguras muchas cosas, cosas que solo eran un adorno innecesario en una vida que se destruía en cada paso dado. Pensar y analizar que de alguna manera la vida es injusta sin detenerse a pensar que son solo sus decisi...