Capitulo 2.

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Iba ella caminando por el jardín de su casa pasando su mano por ese vientre abultado que formaba parte de ella, sonriendo siguió caminando.

Frente a ella se alzaba un gran árbol que ha sido su refugio durante esos meses en donde ir a trabajar era imposible y en donde quedarse encerrada en la casa era insostenible.

Antes de poder sentarse escucho la voz de ese ser que alguna vez amó y que llenó su corazón de dolor.

— ¿Qué quieres?—ella se recargó en el árbol y él sonriendo se acercó.

—Vine a ver cómo va mi hijo—llegó hasta ella y coloco su mano en el lugar donde minutos antes reposaba la de ella—no sé cómo pude pensar que seriamos felices—sus ojos se oscurecieron y presiono su mano haciendo que ella gritase.

— ¿Qué haces?—pregunto jadeando del dolor e intento alejarse pero él la sostuvo por el cabello.

—Que este niño no podrá nacer—la soltó y cayó fuertemente en el césped.

Se acercó peligrosamente a ella y con su pie golpeo su vientre, una y otra vez.

— ¡Ya! ¡Detente!—él sonrió y alejándose la señalo.

—Tenía que ser así, esto era un error.

Sintió un líquido entre sus piernas y observo como su vestido era manchado por un color carmesí, se sentía vacía, gritó desesperada sabiendo que ya no había retorno, nadie podría salvarla.

Despertó exaltada, con las manos sudadas y la frente fría, tocó su vientre por inercia y suspiró.

Sabía que ese sueño de una u otra manera se seguiría repitiendo, no la dejaría en paz ni en sueños.

Se sentó en la cama, se froto la cara con las manos y se quedó mirando como la salida al balcón ya no estaba cubierta por esa manta azulada que llaman cortina.

Pensó en levantarse e ir al trabajo pero al recordar como ese rostro se apoderaba de sus sueños se lanzó de espalda en su cama y se cubrió la cara con el edredón.

Minutos después su alarma sonó y decidió no darle más largas a su flojera matutina.

Camino pesarosa al baño y antes de poder entrar la voz de Mirna la detuvo.

— ¿Qué ocurre Mir?—preguntó al detenerse a mitad de su habitación.

—La señora Amanda la está llamando—su pecho se llenó de alegría— ¿Qué le digo?—sopeso una respuesta.

—Dile que la llamo en media hora—Mirna gritó una afirmativa y Chloe siguió su camino al baño.

Después de unos largos quince minutos y una ducha relajante salió ya vestida de su habitación buscando las llaves de su auto.

—Mirna ¿has visto las llaves del auto?—llegó a la cocina y se sentó mientras tomaba un poco de jugo.

—Si señorita Chloe, están sobre el mesón—terminó de desayunar y salió corriendo de la casa.

Su celular estaba sonando y al subirse al auto lo sacó y contestó.

—Chloe—la voz de su dulce amiga lleno sus oídos.

—Ami ¿Cómo estás?—preguntó mientras ponía las llaves para encender el auto.

— ¿Cuándo vienes? Tienes tres semanas aplazando el viaje—sonrió ante eso ultimo—y Bruno ansia verte.

—Dile a bru que voy mañana—Amanda despegó el teléfono de su oído y lo vio raro como si realmente pudiera ver Chloe su conmoción.

— ¿Segura? ¿No estás jugando?—Chloe bufó.

—Sí, Amanda—dijo poniendo el teléfono en altavoz—solo tengo que solucionar unos problemas y estoy allá, necesito descansar.

—Está bien—fue lo último que dijo antes de colgar.

—Esta Amanda si es obstinada—sonrió para sí misma y se concentró en llegar bien a aquel sepulcral lugar para romper con todo lo que la unía a ese lugar.

Suspiro antes de entrar y como lo supuso estaban todos allí.

—Buenos días— Maximiliano su ex, se iba a levantar pero ella lo detuvo—deja la hipocresía y siéntate, como todos saben lo único que me mantenía en este lugar se rompió por razones que ya todos deben saber.

—Chloe, eso no es necesario—dijo él mirando a Ana.

—Lo siento, yo deje de interesarme por sus sentimientos cuando ustedes dejaron de interesarse por los míos—respiró un poco—así que me voy con mi dinero y los dejo regresar al foso de donde son—salió de la sala de juntas dando un portazo y sintió que alguien venía detrás.

—Chloe...por favor—ella se detuvo abruptamente y dio vuelta.

— ¿Qué deseas Maximiliano?—él quiso acercarse pero ella se alejó—no te atrevas a tocarme—él se alejó sonriendo.

—Está bien—pasó su mano por su cabello— ¿sigues rencorosa bombón?—soltó la carcajada y ella se estremeció al ver esa parte de él que no conocía.

—Si no quieres nada, me voy—intento marcharse pero él la sujeto fuertemente del brazo y la acercó a su rostro.

—No vales nada, por eso te cambie y por eso no te deje tener a ese niño, porque no sirves, solo eres un estorbo—ella asqueada de sentirlo tan cerca forcejeo pero no puedo librarse de su agarre—me das asco—y la soltó.

—Asco me das tú y no quiero que te acerques más a mí, eres un ser despreciable, sin alma—ella se alejó conteniendo las lágrimas, necesitaba salir de allí, rápido.

—Solo recuerda que de mí no te vas a librar, seré la sombra de tu pasado que atormente tu futuro—soltó una carcajada escalofriante que casi la hizo correr.

Realmente necesitaba escapar, por una semana, un mes, un año o quizás toda la vida.

Mientras respires, hay esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora