Al abrir sus ojos, Alessandro sintió que su cabeza estaba fuera de lugar. Lo único que veía era agua a su alrededor. Clarisa estaba a un extremo, con el brazo muy lastimado y el rostro igualmente afectado. Con dificultad, se acercó y le habló.—Clarisa, amor, amor, escúchame, abre tus ojitos por favor—le dijo con preocupación.
Miró a su alrededor y no vio a nadie. Tampoco estaban los hombres que los perseguían, ni siquiera podía ver la altura del barranco. Parecía más bien una laguna rodeada de tierra mojada. Aparentemente, la corriente los había llevado hasta allí y apenas estaba anocheciendo. Alessandro elevó a su novia en sus brazos y la sacó del agua. Su cabeza latía con fuerza y sangraba, sus pies estaban rasgados y le costaba caminar. Sabía que lo que habían hecho fue una locura, pero sentía que valió la pena.
Al salir del río, caminaron un poco hasta que Alessandro recostó a Clarisa en un pasto y le habló varias veces hasta que ella tosió un poco y abrió los ojos. Ella lo miró y sonrió. Alessandro sostuvo su rostro y la besó, sintiendo alivio al saber que estaba bien. No sabía qué decirle, solo que estaban a salvo.
—¿Dónde estamos? — preguntó ella con su voz cansada.
—No tengo idea. Al parecer logramos escapar de esos hombres. Ahora nos toca salir de esto. ¿Puedes caminar? —preguntó Alessandro con preocupación.
Clarisa sintió, más relajada. Caminaron alrededor de una hora o más, ambos cansados y temblando de frío. Decidieron descansar en la orilla de un pequeño río, abrazados, esperando que amaneciera para buscar la manera de salir de allí. Alessandro tenía miedo, pero se aferraba a la esperanza de que podrían salir de esa situación y dejar atrás ese doloroso acontecimiento. Cerró los ojos, esperanzado en que todo acabaría.
Despertó con un dolor inmenso de cabeza y al abrir los ojos, no vio a su novia a su lado. El miedo se apoderó de él, pero al verla sentada en una de las rocas, sintió un alivio indescriptible. Ella lo miraba con una sonrisa, su rostro se veía más repuesto, aunque todavía mostraba signos de fatiga. Alessandro se levantó y se acercó a ella.
—Discúlpame, mi amor, si te asusté. Solo quería ver el amanecer y pedirle a Dios que encontráramos una salida para salir de este lugar —dijo, abrazándola.
—Ya verás que pronto encontraremos una salida— expresó Alessandro mientras observaba a su alrededor, solo viendo el río rocoso que los rodeaba. —Lanzarnos desde allá arriba fue una locura y a la vez una buena idea. Mira que ahora estamos en otro lugar; al parecer, la corriente nos trajo hasta aquí. Ahora solo caminaremos un poco para ver si encontramos una salida. De hecho, creo que sí, mi amor. Este no parece ser el mismo bosque en el que estábamos", añadió con optimismo. Su novia asintió taciturna, con una mirada que reflejaba tristeza y calma al mismo tiempo. Alessandro le sonrió, tomó su mano y continuaron su camino.
—Se ven menos árboles. ¿Será posible que estemos cerca de algún camino?— reflexionó Alessandro.
—Eso debe ser. Si estás cansada, déjame cargarte en mi espalda— sugirió, pero ella se negó.
—Sería mejor que camines. Estás igual de cansado que yo, y seguro más— respondió ella. Alessandro negó con la cabeza y le besó el dorso de la mano, sorprendiéndola.
—Alessandro, mira— exclamó ella, señalando hacia adelante. Alessandro siguió su mirada y vio un camino pavimentado. Ambos se miraron y rieron de alegría antes de correr hacia la salida.
—Gracias a Dios encontramos la carretera. Significa que estamos cerca de un pueblo. Ahora solo queda pedirle a Dios que aparezca un auto y nos dé un aventón para salir de aquí. No será fácil, pero confío en que habrá alguien con un alma pura que quiera ayudarnos", reflexionó Alessandro mientras pasaban horas sentados en el pavimento, esperando que un auto apareciera. El frío comenzaba a calar en sus huesos, y tanto él como su novia parecían agotados.
—Cuando salgamos de esto, nos iremos a Nicaragua. Ahí están mis familiares maternos. Terminarás tus estudios y luego nos casaremos— planeó Alessandro, sintiendo cómo su novia se abrazaba a él. La charla los ayudó a olvidar momentáneamente la desgracia que los rodeaba.
De repente, un auto se acercó en su dirección. Alessandro rápidamente indicó a Clarisa que se levantara del suelo. Ambos elevaron la mano hacia el auto, agradecidos de que se detuviera, quizás habia una pequeña esperanza. Una elegante mujer bajó del vehículo, fumando un cigarrillo, y los observó con una sonrisa enigmática, era hermosa y su ropa se notaba cara. Las manos de Clarisa se aferraron con fuerza a las de Alessandro, llenas de esperanza y cautela al mismo tiempo, sobre todo desconfianza.
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—Hola, disculpe, necesitamos un aventón— solicitó Alessandro con un tono de urgencia en su voz.
—Vamos hacia Santa Marta, podemos llevarlos. No es ningún problema— respondió la desconocida, mirando a Alessandro de arriba abajo con curiosidad, al parecer el chico llamó su atención.
—Agradecemos mucho su ayuda. Dios se lo pagará— expresó Alessandro con gratitud mientras la desconocida abría las puertas del auto y hacía un gesto para que el chófer los ayudara a subir. La desconocida miró reojo a la chica que estaba sosteniendo la mano del joven.
—Entren. Es peligroso estar aquí— insistió la mujer con un tono de preocupación en su voz. Alessandro asintió y se dirigió hacia el auto, pero la mano de Clarisa lo detuvo.
—No confío en ellos— susurró Clarisa con voz temblorosa, como si temiera que alguien más pudiera escucharla.
—Estrellita, esta es nuestra oportunidad. Debemos salir de este bosque. Ya es muy tarde. Cuando lleguemos a Santa Marta, podremos huir—insistió Alessandro, tratando de convencerla.
Ella negó rotundamente y apretó con más fuerza la mano de Alessandro. Finalmente, él la soltó y, sin esperar más palabras de su parte, la condujo hacia el automóvil.
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Solo, Eres Tú (NUEVA VERSIÓN)
RomanceSu amor por su estrellita era más grande que cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. No le importaba nada más que mantenerla a salvo, sin importar las dificultades que enfrentara. Solo, eres tú (Adaptación con nueva versión) completa