Alessandro estaba intrigado al no saber que más hacer. Él ya no sabía qué camino tomar; todo estaba boscoso, y ni siquiera se veía el humo de la mansión.—Parecía que nos habíamos perdido.—Observó a su novia; lucía pálida y cansada, y su brazo no había dejado de sangrar. Cortó un pedazo de su vestido y lo ató en su brazo. Ella se quejó varias veces durante la noche; esperaba que no se hubiera infectado. Ahora ya era de día; su reloj marcaba exactamente las 6:15 a. m., y aún no había señal en su celular. ¡Demonios! ¿Qué íban a hacer? Esto lo estaba desquiciando.
—Alessandro —susurró su novia—¿qué haremos? Estamos perdidos. —Él sujetó su rostro y la miró con profunda tristeza.
— Lo único que puedo decirte es que te protegeré con mi vida si es necesario. Te amo, mi lucecita, y no permitiré que te alejen de mí.
— Mataron a nuestros padres. —Lágrimas empezaron a bajar por su mejilla, y él la abrazó con fuerza, llorando a su lado. No tenía idea de qué camino tomar; solo sabía que saldría de esta, sea como sea. Empezaron a caminar por el bosque, sin encontrar rastro de nada. Subió a su novia en su espalda mientras buscaba un lugar donde quedarse, antes de ser encontrados por esos matones. Sus brazos se sentían entumecidos, pero decidió no quejarse; no tenía caso, su chica estaba herida y no deseaba mostrarle preocupación.
—Alessandro, debes estar cansado. Bájame, caminaré, o quizá sea mejor que me dejes por estos lados; me siento como una carga... —Él negó sin articular ni una sola palabra.—Por favor, no es necesario; no hay nada, estamos perdidos.
Se detuvieron, pero él no la bajó de su espalda. Suspiró aliviado al oír el ruido de un arroyo cerca.
—Mi amor, no te preocupes; ya podremos tomar agua. Escucho un arroyo no muy lejos. Descuida, tú solo deja que tu novio haga esto. Clarisa acarició su mejilla y le besó suavemente. — Saldremos de esta, mi estrella.
Al caminar dentro de un callejón montañoso, encontraron el arroyo gracias a Dios. Se veía cristalino. Él bajó a su chica, la cual sonreía de par en par mientras admiraba el río asombrada.
—¿Tú crees que podamos beberla? —Preguntó ella insegura, mirando a su alrededor. Él se acercó a ella, acarició su mejilla y la besó suavemente.
—No dudes de eso. Este arroyo fue creado por Dios, por lo tanto es sano. Solo observa cómo cae de aquella cascada. Ahora vamos a tomarlo juntos. — Ella asintió taciturna, y él tomó su mano, llevándola al río.
Luego de saciar su sed y tomar un chapuzón, decidieron seguir su camino. No fueron muy lejos cuando encontraron una cueva.
—Dios se compadece de nosotros.
— Su amor es así, pero debemos tener cuidado de que no haya nada adentro; ojalá no sea peligroso.
—Esperemos que no. Déjame iré primero, pero no te muevas de aquí; grita si pasa algo.—Le dijo, respirando profundamente. Caminó rápidamente y sin importar nada, entró a la cueva. No se veía nada mal, ni estaba demasiado oscuro. Entró un poco más adentro y lo que vio fue maravilloso: un hermoso manantial. Sin más que esperar, salió de allí y vio a su novia nerviosa, abrazándose a sí misma. Sonriendo, se acercó y la abrazó tan fuerte que hasta sintió sus huesos
—He regresado y todo está bien.
—Está todo seguro, no hay nada raro, algún animal devorador de humanos. – Susurró con miedo.
—Pasaremos la noche aquí, mi estrella. No hay nada que temer. Mañana saldremos en busca de una salida.
Clarisa asintió suspirando. La tomó en sus brazos y juntos entraron en la cueva. Le mostró el manantial y su triste rostro sonrió un poco. Aún no había oscurecido completamente cuando entraron y se bañaron juntos. Moría por besarla, pero sabía que no era el momento adecuado. Habían perdido a sus padres, los estaban persiguiendo y ahora estaban perdidos en el bosque. Mientras se bañaban, Alessandro se fijó en la herida de Luz. Encontró algunas hojas curativas y las aplicó en su brazo. Después de salir del agua, Clarisa se vistió con su vestido roto y su piel pálida mostraba que tenía mucho frío. Alessandro se vistió también, tomó su saco y la arropó para que dejara de tiritar por el frío. Solo podían esperar que fuera otro día y salir en busca de alimento mientras seguían sin encontrar una salida.
—Ya no duele mucho, muchas gracias Alessandro – Agradeció adormilada, mientras sus manos se enredaban en su cintura. Él la abrazó y le dio un beso en la sien.
—No es nada, mi pequeña. Ahora acomódate bien y duerme.
Sin más, Clarisa cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño. Mientras tanto, Alessandro no podía cerrar los suyos por el temor de lo que les esperaba al día siguiente.
***
El canto de los pájaros lo despertó. El sol brillaba fuertemente, haciéndolo entrecerrar los ojos. Se fijó en Clarisa, cuyo rostro lucía mucho mejor. Observó su herida, que ya no sangraba gracias al cielo. Sin hacer mucho ruido, Alessandro se levantó del suelo decidido a buscar algo de comer. Caminó unos 10 metros sin dejar de ver la cueva. A lo lejos, vio algunos árboles frutales y corrió hacia ellos. Encontró muchos mangos, plátanos y papayas. Agradecido con Dios, lloró de alegría, cortó algunas frutas y corrió de vuelta a la cueva. Clarisa estaba caminando de un lado a otro.
—Alessandro, desperté y no te vi. Estuve muy preocupada, pensé lo peor. ¿Dónde estabas? ¿Por qué me dejaste sola? —Preguntó con un tono de voz molesto y lágrimas en los ojos.
—Estrellita, no te preocupes. Jamás te dejaría sola. Salí a buscar algo de comer y mira, encontré muchas frutas.— Sonrió, mostrando sus dientes. — Ahora, comamos algo y luego buscaremos cómo salir de este lugar.
Comieron y entre conversaciones, sonrieron y rieron un poco. Ambos sintieron mucha nostalgia al recordar a sus padres. Cuando Clarisa bajó la cabeza y las lágrimas comenzaron a brotar, Alessandro la abrazó y le aseguró que todo acabaría. Solo tenían que tener fe en que saldrían de ese lugar.
Alessandro pidió a Dios que todo terminara pronto y pudieran salir del bosque. De repente, escucharon varios disparos en el aire. Clarisa gritó de miedo y se puso de pie, nerviosa. Alessandro la agarró de la mano y le pidió que se calmara.
—Tranquila, mi amor. Esto acabará pronto. Ellos se darán cuenta de que estamos aquí y luego será peor. Ya verás que esto acabará. —Dijo, intentando tranquilizarla. Pero Clarisa negó y trató de alejarse.
—No, Alessandro. Déjame. Ellos me quieren a mí. Soy una carga para ti. Si me entrego, esto terminará. — Dijo, temblando de miedo.
—Estás loca si piensas que te dejaré ir.— Contestó Alessandro con determinación. Mientras los tiroteos continuaban, Alessandro se dio cuenta de que Clarisa había salido corriendo de la cueva. Sin dudarlo, la siguió. Los hombres estaban de espaldas y aún no se habían percatado de su presencia. Clarisa comenzó a caminar a toda prisa. Corrió con todas sus fuerzas y la atrapó, sosteniendo su mano. Con enojo, le preguntó qué le pasaba, pero ella solo lloró.
—Me entregaré, por favor, déjame a mí. Ya no puedo más con esto. Siento que me muero. Ya no quiero. Por favor, lo mejor que puedo hacer es entregarme. Ellos solo me quieren a mí. Tú vete, sálvate... — Negándolo, la tomó de la mano y la besó desesperadamente.
—¿No ves que moriré si no te tengo a mi lado? — Le dijo con angustia.
Nuevamente, otros dos tiroteos sonaron muy cerca de ellos. Su corazón estuvo a punto de salirse al ver a los dos hombres tan cerca.
—Este es el fin para los dos. Entréguennos a la chica y perdonaremos tu vida. —L
Clarisa se horrorizó. Su mano comenzó a temblar. Miró hacia los hombres y negó con la cabeza. Alessandro observó a su alrededor y vio un gran barranco. Sin importarle nada, una idea loca se le vino a la cabeza. Sostuvo la mano de su novia y empezó a correr con ella. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos cuando se lanzaron juntos por el barranco. Cerró los ojos y lo único que escuchó fueron las maldiciones de esos hombres.
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Solo, Eres Tú (NUEVA VERSIÓN)
RomantizmSu amor por su estrellita era más grande que cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. No le importaba nada más que mantenerla a salvo, sin importar las dificultades que enfrentara. Solo, eres tú (Adaptación con nueva versión) completa