Se siente feliz de haber salido de aquel horrible lugar, con el deseo ferviente de proporcionarle a su pareja un buen vivir, con salud y bienestar. Planea partir rumbo a Nicaragua en un barco, ansioso por comenzar de nuevo, terminar sus estudios y trabajar para brindarle a ella el hogar que se merece.—¿Crees que nos encontrarán?— pregunta ella en un susurro.
—Tranquila, mi amor. En este momento, esa mujer ya debe estar tras las rejas. Y en cuanto a los que nos persiguen, solo esperemos que nada malo nos suceda— responde él, tratando de infundirle calma.
Luz Clarisa asiente, acurrucándose en la cómoda cama del piso de Carla. Él la reconforta acariciando su brazo, expresándole palabras de amor y tranquilidad antes de recostarse a su lado, dejando varios besos en su abultado vientre donde crece su bebé.
—Te amo, mi estrella—le susurra antes de cerrar los ojos y dejarse llevar por el sueño. Sin embargo, varios golpes en la puerta interrumpen su descanso, provocando que Clarisa se sobresalte del susto.
—¡No, Aless! ¡No dejes que me lleven!— grita ella, alarmada.
—Luz Clarisa, ¿qué tienes, amor?—pregunta él, preocupado.
—Alessandro, soy Carla. Abre la puerta—llama Carla con preocupación en su voz.
—Descuida, amor, aquí no te pasará nada. Debes haber tenido una pesadilla— la tranquiliza él, abrazándola antes de levantarse de la cama y dirigirse a la puerta.
—¿Todo está bien, Alessandro?— pregunta Carla, observando a Clarisa.
—Sí, bueno, ella solo tuvo una pesadilla. Necesitamos salir del país. Ayúdame, por favor. Aún temo por nuestra vida. No sé exactamente quiénes son los que nos atacaron en la mansión aquella noche— suspira, preocupado al ver el evidente estado de su pareja, sabiendo que ella teme lo que les espera fuera de allí.
—Bueno, ya no se preocupen. Hoy mismo, en la noche, se irán rumbo a Nicaragua— anuncia Carla con una sonrisa—Mientras tanto, tomen una ducha, desayunen y antes del anochecer, saldremos derechito al muelle— agrega, caminando hacia la pareja y entregándole a Clarisa una maleta con ropa de maternidad y algunas prendas para el bebé. Ella agradece con un murmullo, mientras Carla derrama algunas lágrimas al acariciar el vientre de ella.
Después de quedarse solos, entran a la ducha. Él lava el cabello de ella, ya algo largo, y con jabón en la esponja frota su piel suave y tersa. Pasan alrededor de media hora dentro del chorro de agua, y al salir, él la ayuda a secar su cuerpo y a ponerse la ropa de maternidad. Luego, saca el anillo que Carla le dio y lo deja sobre la cama. Su novia lo observa y se lo coloca en el dedo gordo.
—Ella es muy buena, pude notar mucha tristeza en sus ojos— comenta con su suave voz.
—Sí, tienes razón. Gracias a ella logramos salir de ese lugar—responde él, besándola y atrayéndola hacia su cuerpo desnudo.
—¿Cómo lograste congeniar con ella?— pregunta ella, alejándose de su cuerpo.
—Solo fue una vez, te lo juro. Además, lo hice porque esa mujer loca me tenía amenazado. Por suerte, Carla solo estaba actuando, ya que ella deseaba saber sobre ese lugar y fue así como le pedí que nos ayudara a salir de ese infierno. Por medio de ese anillo, ella grababa todo— explica él mientras su novia sonríe de lado y sigue mirando el anillo de piedra azul.
—Solo deseo largarnos de este país. Ya no tenemos nada aquí. Nuestros padres están muertos— solloza ella, frotando sus ojos cafés.
—Ellos siempre estarán en nuestro corazón, de eso no hay duda—responde él, levantándola de la cama y abrazándola con fuerza para mostrarle el amor que siente por ella.
Las horas pasan rápidamente, y Carla les informa que anoche atraparon a Maite y sus secuaces. —Ojalá se pudra en la cárcel—comenta él, aliviado de tener un enemigo menos. Al salir de este país, nada los detendrá en volver.
Al llegar al puerto donde tomarán el barco hacia San Andrés y luego rumbo a Nicaragua, se sientan a esperar que el barco llegue a su destino.
—Necesito ir al sanitario. No soporto mi vejiga, está llena por las inmensas ganas de orinar— comento Clarisa arrugando el entrecejo.
—Vamos, te acompaño— responde él, tomando su mano. Le informa a Carla que irán al baño y luego volverán. Antes de salir por el gran portón, varios hombres se acercan apuntándolos con sus armas, haciendo que él y su novia se pongan pálidos de miedo.
—¿Quiénes son ustedes?— vocifera él, apretando la mano de Clarisa, cuyo cuerpo tiembla de miedo. Dos hombres ríen a carcajadas, pero nadie les presta atención. Desde lejos, ve a Carla y a los demás rodeados por varios encapuchados, quienes los apuntan con rifles.
—Dénos a la chica y los dejaremos en paz— exige uno de los hombres desconocidos. En ese preciso instante, su cuerpo se tensa, y sujeta con más fuerza a su amor. Pero dos de los hombres lo golpean con fuerza, haciendo que él suelte a su novia. Ella quiere gritar, pero el otro sujeto baja la pistola hasta su vientre y le susurra que si se atreve a gritar, matará a su bebé y a él.
—Déjenlo por favor. ¿Por qué nos siguen?—pregunta ella, con lágrimas en los ojos.
—Déjennos en paz. No le hemos hecho daño a nadie—Alessandro ruega con temor.
—Ustedes no le deben nada al Jaque, pero sus padres sí. Por lo tanto, pagarán muy caro—afirma uno de los hombres antes de reírse a carcajadas. Camina un paso atrás arrastrando a su novia, pero se detiene al recibir un fuerte golpe en la cabeza. Clarisa grita al verlo caer al suelo.
—¡No! Déjenlo en paz— suplica ella.
—Vamos, llévensela al coche y sin lastimarla— ordena el desconocido—Si sigues gritando, mato a tu novio en tu cara— añade sin desviar su mirada de Alessandro.
Alessandro quiere levantarse, pero dos de los hombres se lo impiden. Ve cómo llevan a Clarisa a rastras, llorando a mares, mirándolo con terror. Los hombres empiezan a golpearlo con fuerza hasta dejarlo inconsciente.
***
—¡Aless, muchacho, despierta por Dios!— varias voces cerca de él lo hacen abrir los ojos. Mira alrededor, buscando desesperadamente a su estrella.—¿Dónde está?— inquiere con el alma en la boca. —¡¿Dónde está, maldición?!
—Se la llevaron, lo siento— dice George, el compañero de Carla.
—No... No puede ser, esto es una maldita pesadilla— Alessandro pone sus manos en su rostro, llorando al no saber qué hacer. ¿Dónde la habrán llevado? Dios mío, que no le hagan daño. Tiene que buscarla a como dé lugar; su vida depende de ella. Sin ella, es mejor no seguir adelante.
Los agentes hablan de lo sucedido. Según ellos, conocen muy bien a ese tal Jaque.
—Pronto la encontraremos. Alessandro, debes ser fuerte por ella. Anda, levántate y busquémosla, hasta debajo de las piedras si es necesario— lo anima Carla.
Alessandro limpia sus ojos y asiente. No puede creer que todo esto esté sucediendo. ¿Qué mal hicieron sus padres para que ellos tengan que pagar sus errores? Sea como sea, la encontrará, hasta debajo de las piedras si es necesario. Jura que la tendrá de vuelta.
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Solo, Eres Tú (NUEVA VERSIÓN)
RomanceSu amor por su estrellita era más grande que cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. No le importaba nada más que mantenerla a salvo, sin importar las dificultades que enfrentara. Solo, eres tú (Adaptación con nueva versión) completa