-¡Ya basta Quinton! -gritó Jade entre risas mientras intentaba quitar a su mejor amigo de encima suya, quién no paraba de hacerle cosquillas- ¡No puedo respirar!
-Ya, ya -dijo este alejando sus manos del estómago de Jade, aún con una sonrisa en su rostro- Que exagerada.
Quinton dejó de hacerle cosquillas a Jade pero aún así no se separó de ella, quedando con sus brazos a los costados de su cabeza, procurando no apoyar todo su peso sobre su amiga.
-Tendriamos que besarnos para romper la tensión -dice Quinton mirando a Jade a los ojos, haciendo un movimiento raro con las cejas, provocando que Jade rompiera en risas una vez más.
-Lo siento, ya me calmo -dijo ella ya calmada, colocando sus manos en los hombros de Quinton, mirándolo con una sonrisa- Creo que voy a aceptar tu propuesta.
Y con una sonrisa en sus labios, Quinton se acercó a Jade juntando sus labios en un beso dulce lleno de cariño.
Bien, quizás no eran los típicos mejores amigos que ven al otro como su hermano o hermana menor, pero en verdad eran mejores amigos. Jade y Quinton se conocían desde que los hicieron sentarse juntos en la primaria, y se habían vuelto inseparables.
Pero al entrar al último año de secundaria, luego de no haberse visto durante todo un verano, sus sentimientos por el otro resaltaban aún más. Y es que Quinton, desde que vió a Jade entrar por la puerta de la primaria con sus dos colitas y mochila de Barbie, no había podido apartar sus ojos de encima de la niña. No sabía porqué, pero quería pasar cada minuto del recreo junto a ella, jugando a armar figuras de arena en el patio. O pintando con acuarelas, manchando la cara de Jade cuando la maestra no los veía.
Y con Jade la historia no era muy diferente. Para Jaden, Quinton era el niño más bonito de todo el primer grado. Hasta diría que de todo el colegio. Y es que Quinton tenía una sonrisa que lo hacía destacar de la multitud.
Jade pasó toda la primaria pegada a Quinton, ya que eran inseparables. Al ser tan pequeños, aún no entendían sus sentimientos el uno por el otro.
-¡Los niños son asquerosos! -gritó la pequeña Jade de 8 años saliendo al patio de su casa, seguida por su mejor amigo.
-¡Oye! -dijo Quinton sentándose junto a ella frente a la mesita que usaban para pintar- ¿Y yo que te hice?
-No, tu no -dijo Jade sonriéndole tiernamente mientras tomaba su pequeña mano- Es Tomy, ¡hoy se metió un lápiz por la nariz!
-Oye eso estuvo genial, debes admitirlo -dijo Quinton tomando un crayon de la mesa para luego comenzar a dibujar en una hoja de unos de los tantos cuadernos que habían en la mesa.
-Definitivamente, los niños son asquerosos -dijo Jade haciendo una mueca de disgusto, tomando un lápiz para hacer lo mismo que su amigo- Aunque tu siempre serás la excepción.
La castaña había susurrado lo último con un pequeño sonrojo en sus mejillas, mientras dibujaba un árbol en su hoja. Quinton también se sonrojó ya que había oído lo que su amiga había dicho, provocando que los sentimientos del castaño crecieran aún más.
Avanzando un poco en su historia, se preguntarán ¿como se enteraron de sus sentimientos el unos por el otro? Bueno, pues resulta ser que un día, en segundo año de secundaria, los pusieron a hacer un trabajo juntos. En realidad no, los pusieron con otros chicos de su curso, pero como ellos hacían todo juntos, le rogaron al profesor de física que los pusiera juntos porque, según ellos, "su rendimiento era más alto cuando trabajaban juntos".
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