Mystery of Love

En la Casa.

«―Hay una puerta.

―¿A dónde va?

―Se queda donde está, me parece».

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Capitulo 3: En la casa.

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―¡Dime que fue un error!

El hombre del cabello gris cerro los ojos dolorosamente y se apretó el puente de la nariz. Sakura por fin pudo detallar bien su cara. Él era un hombre apuesto que bien podría tener su misma edad, pero sus rasgos severos ―y ahora no tan aterradores ― le decían que era alguien bastante presionado y cansado, tenía sombras oscuras bajo los ojos, y los labios resecos y partidos. Sakura se preguntó si luego de una noche corriendo y estar al borde de deshidratarse tendría su propia cara hecha estragos.

―Me niego a responder eso― le dijo mirándolo y en su cara una expresión dolorosa.

Ella se removió cada vez más incómoda en la silla. Las cuerdas, que habían sido aflojadas dos veces, seguían tensando y raspando su maltratada piel. La pelirosa no quería ni pensar en las que tenía en los tobillos, que cada segundo dolía más.

El fortachón a su lado la miro de sorpresa y ambos hicieron un contacto visual fugaz. Era algo que no podía negar, estos soldados que le raptaron en algún lugar de la valla, no eran tan malos como se los imagino. Parecían igual de consternados que ella, y aunque le amordazaron y fijaron a una silla por lo menos no le habían amenazado con un arma.

Aun.

―Vamos a calmarnos primero―pidió el de la barba. Sakura se estremeció cuando sintió una de sus pesadas manos en su hombro.

―¿Bromeas? ¿Cómo vamos a calmarnos cuando tenemos una espía amarrada la una silla?―contesto el moreno del palillo de dientes.

La sangre de la pelirosa bullo: ―¡No soy un espía!

―Cállate a no ser que quieras que te amordacen de nuevo.

La pelirosa apretó los dientes con furia. Se sentía que estaba pagando un karma ajeno.

La batalla de miradas entre el más joven del grupo y el peligris continuo por unos momentos más. La mano sobre el hombro de la chica se apretó un poco en una tímida señal de apoyo. Ella trato de calmarse un poco. Claramente no estaba en una situación para luchar y patalear, pero ¿Qué importaba eso? No había estado en situación para hacerlo desde que le arrastraron a la horrible furgoneta esa y aun así se mantuvo fuerte. Estaba claro que estos hombres no iban a matarle, mucho menos a lastimarle, pero si habían frustrado sus planes de escape entonces claramente no estaban de su lado. Sakura se sentía en el pleno derecho de patalear y protestar lo que quisiese.

―Si tal vez me dejasen largarme no estaríamos en esta situación―agrego con furia.

El más fortachón de las cejas gruesas atino a contener la risa antes de que todas las miradas se dirigieran a ella en diferentes estados de ánimo ―o furia―.

―Si tal vez alguien no te hubiese dejado escapar en un principio―volvió a agregar el del palillo de dientes.

El de las cejas pobladas continuo: ―Si tal vez alguien hubiese patrullado la zona por la noche ella no habría cruzado...

―Si tal alguien no hubiese estado haciendo ejercicio en vez de vigilar las cámaras pudimos haber capturado a los intrusos―agrego el de la barba.

La ojiverde entonces se sintió en un campo de batalla cuando los tres soldados empezaron a gritarse entre ellos por sobre su cabeza. Ciertamente ella empezó, pero no le correspondía continuar con ellos mientras estos se sacaban los trapos sucios. En cambio, empezó a mirar los alrededores esperando captar lo más posible de su al rededor. Una casa sencilla, muy antigua para su gusto y bastante obsoleta si le preguntaban, entonces recordó donde se encontraba y lo poco que había visto del pueblo pequeño y rural.