1.4 enamorados

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 Alice Longbottom | enamorados


14 de febrero de 2022

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14 de febrero de 2022

Scorpius podía sentir como la alegría le revolvía las entrañas. Sentía mariposas volar por su estómago, morderle, bailar como si no hubiera mañana. No había creído nunca que esa sensación fuera cierta, pensaba que era un cuento que explicaban los mayores con tan de engañar a los niños. Pero, no, era tan real como la vida misma, y gracias a Alice lo había descubierto. Gracias al dulce tacto de la mano de la rubia sobre la suya.

Paseaban por Hogsmeade, con la nariz helada a causa del frío y un gorro de lana tapándoles la cabeza. 14 de febrero, el día de los enamorados. Y, Scorpius, definitivamente, estaba enamorado. Un amor extraño, pero tan poderoso que era capaz de dominar al rubio. Era curioso, nunca pensó que el amor fuera la sensación de no poder respirar, de sentir como el corazón latía y latía, como estaba a punto de explotar. Pero había algo que fallaba, un vacío que parecía querer destruir todo lo que Scorpius había cultivado.

—¡Papá!

El grito de Alice sacó al rubio de sus pensamientos. Levantó la vista del suelo, donde había estado puesto durante el tiempo en el que él y Alice habían estado caminando cogidos de las manos, en silencio. Observó como la rubia se alejaba de él, dirigiéndose hacia a un hombre que Scorpius reconoció de inmediato. Sintió como la sangre se desvanecía de su cuerpo al ver como Neville Longbottom abrazaba a su hija. Aún no había tenido de oportunidad de conocer a su suegro formalmente. Sí, era cierto, Neville llevaba mucho tiempo siendo el profesor de Herbología de Scorpius, pero nunca se había presentado como el novio de su hija. La verdad era que el rubio no tenía ni idea de si el hombre era celoso con respecto a sus hijos, o si, por el contrario, se tomaría bien la relación de los dos jóvenes. Se quedó en su sitio, como si estuviera enganchado en el suelo, esperando el siguiente movimiento de Alice. Cuando padre e hija se separaron, la rubia se giró hacia él y lo fue a buscar, cogiéndole de la mano y llevándolo hacia el hombre.

—Creo que ya conoces a Scorpius, papá.

Neville asintió con los ojos entrecerrados y una mueca de confusión en su rostro. Llevaba una bufanda que le tapaba el cuello, y un abrigo de piel que le había regalado Harry Potter en Navidad. Tenía las mejillas sonrojadas y parecía contento de ver a su hija. Además, y sorprendiendo a Scorpius, llevaba un tiesto en la mano, del que sobresalía una pequeña planta.

—Sí, Alice, lo conozco. ¿Olvidas que soy profesor en Hogwarts? —preguntó divertido.

La rubia puso los ojos en blanco y con un gesto de su mano le restó importancia el tema. Esa era una de las cosas que más le gustaban a Scorpius de Alice, que era muy despreocupada. Quizás demasiado.

—Como sea —suspiro—. ¿Recuerdas que te mencioné que había empezado a salir con un chico muy inteligente, responsable e increíble?

Neville frunció el cejo, sin entender muy bien en qué dirección iba esa conversación. Su hija era una persona muy curiosa. Desde que nació se había dado cuenta de que no era una niña normal. Le gustaba sobresalir, brillar. Le encantaba la atención, ver como todos se derretían por ella, por su encanto natural. Recordaba perfectamente como, con solo cinco años, engatusaba a sus compañeros en la escuela muggle, como se había ganado la simpatía de la maestra, provocando que hiciera todo lo que ella deseaba. Alice lo controlaba todo a su alrededor, le gustaba manipular para conseguir sus objetivos. Al principio le había preocupado, temía en qué se convertiría su hija. Pero con el paso de los años, solo se había acostumbrado a su extraño comportamiento y había aprendido que, a pesar de ello, era una persona increíble.

Thank u, next | Scorpius MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora