3.3 Navidad

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Albus Potter | Navidad

25 de diciembre de 2026

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25 de diciembre de 2026

Ginny Weasley suspiró y se levantó para ir a abrir la puerta con una enorme sonrisa. Aunque el día de Navidad era uno de los más estresantes, y más teniendo en cuenta que ese año los Potter se habían ofrecido para hacer la cena, para ella era un día muy especial. Al fin y al cabo, era Navidad cuando toda la familia se reunía. Le había costado sus años asimilar que sus hijos y sobrinos ya eran mayores, que la mayoría ya se habían graduado y que empezaban a crear sus propias vidas. Aún recordaba cuando esos mismos jóvenes eran niños, cuando la necesitaban por todo. Y, aunque en esa época estar pendiente todo el rato de los pequeños no era de su agrado, Ginny habría dado cualquier cosa para volver atrás en el tiempo.

Esos mismos pensamientos se borraron de su mente cuando, al abrir la puerta, pudo vislumbrar la figura de dos chicos. El primero, era alto y rubio, y poseía unos ojos grises como el cielo de tormenta. Llevaba unos pantalones ajustados y una camiseta roja que no combinaba con la ocasión. Agarraba de la mano a un chico azabache y de tez pálida, que llevaba una camisa —bastante más elegante que la de su compañero— de un color azul. Una bufanda verde escarlata envolvía todo su cuello, pero aun así, poseía un leve sonrojo a causa del frío

—¡Albus! —exclamó la mujer, abrazando a su hijo.

El chico rio suavemente y envolvió a su madre entre sus brazos. El calor de la mujer que lo había criado lo reconfortó de inmediato. Si algo añoraba desde que se había mudado con su novio, eran los besos y abrazos que le proporcionaba su madre.

—Hola, mamá —la saludó el azabache—. ¿Cómo estás?

La pelirroja se separó de su hijo y, antes de responder, le dio un beso en la mejilla al rubio que se encontraba a su lado.

—¿Cómo estoy? —preguntó indignada, señalando acusadoramente a su hijo con el cucharón que llevaba en mano—. ¿Cómo crees que estoy? La única condición que te puse cuando quisiste mudarte con Scorpius fue que vinieras a verme, como mínimo, una vez a la semana. Y yo desde el mes pasado que no te veía.

Scorpius sonrió. Podría parecer extraño, pero adoraba a su suegra. Albus solo soltó una carcajada.

—He estado ocupado, mamá —respondió, para luego mirar a su novio—. Ya sabes, hace poco me hicieron mi primer encargo como rompemaldiciones para ver si estaba suficientemente cualificado.

La mujer negó con la cabeza y puso los ojos en blanco.

—A mí no me vengas con excusas, Albus Severus Potter Weasley —sentenció, mirándolo con los ojos entrecerrados. Luego, se giró hacia el rubio y le dedicó su mejor sonrisa—. En cambio, Scorpius sí que vino. Deberías aprender de él. —Scorpius le devolvió la sonrisa y la pelirroja se apartó de la puerta—. Ahora podéis pasar, como siempre, sois los últimos, todos ya están en la mesa con la comida servida, debería daros vergüenza.

Thank u, next | Scorpius MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora