2.4 albus

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Rose Granger | albus

15 de febrero de 2024

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15 de febrero de 2024

Las hojas de los árboles se movían a causa de la brisa que surcaba por Hogwarts durante esa época del año. En los jardines, solo se encontraban un rubio y un azabache, como otras tantas veces que los dos habían compartido tardes de invierno allí, riendo y bromeando. Pero esa vez era distinta, porque una extraña incomodidad se palpaba en el ambiente. Parecía que una tensión a la cual ninguno de los dos estaba acostumbradochabía aparecido entre los dos chicos que, para pasar el tiempo, observaban como el Sol se ponía.

Scorpius había decidido encontrarse allí con el azabache. Creía que sería más fácil si estaban lejos de Hogwarts, lejos de todos aquellos sitios en los que habían pasado grandes experiencias. Pero no, no lo era. Era la situación más difícil que había tenido que pasar. Y no quería, claro que no, pero debía hacerlo.

—Albus —susurró Scorpius, sintiendo como una lágrima resbalaba por su mejilla. El chico se giró hacia él, sin acabar de comprender por qué el rubio lo había citado allí—. Tengo que decirte algo.

Y, mientras miraba los ojos de su amigo, fue entonces cuando la mente de Scorpius lo abandonó, sumergiéndose en los recuerdos de la noche anterior.

"El rubio enredó uno de sus dedos en el pelo de su novia, sintiendo como el dulce olor de su champú se colaba por sus fosas nasales. La miraba con ese amor que sentía, con el corazón que por ella latía. Mientras la pelirroja leía, el chico se dedicaba a contar todas y cada una de sus pecas, como estrellas dispersas por el universo. La quería demasiado. Y le parecía extraño que no se hubiera dado cuenta de ello hasta que no supo que ella había sido la que le había enviado esas cartas. Porque con cada sonrisa que la chica le dedicaba, se le detenía la respiración. El rubio estaba seguro de que Rose Granger era el amor de su vida, esa alma gemela que muchos pasan toda su vida buscando. La primera vez que la vio, cuando tenían once años, le había parecido una niña amargada, aburrida. Al principio a ninguno de los dos le había gustado el otro. A Rose la parecía extraño que su primo se hubiera juntado con un Malfoy. Eso le dio una mala impresión a Scorpius, ya que la pelirroja no paraba de dedicarle miradas amenazantes. ¿Quién le iba a decir que algunos años después se encontrarían enamorados?

Scorpius —lo llamó ella, incorporándose para mirarlo—. Bésame.

El chico rio y acercó sus labios a los de su novia. Cuando se tocaron, la magia salió de inmediato. La pareja fue envuelta por miles de sensaciones, por un calor que ambos añoraban. Y juntos volaron por el universo, descubriendo nuevos plantes y saludaron a las estrellas. Era magia, la magia más pura que la humanidad había visto. Y también era fuego, un fuego que los quemaba, que los mataba.

Al separarse, los dos se quedaron mirando con una sonrisa en el rostro.

Me alegro de que estés en mi vida, Scorpius Malfoy —susurró Rose—. Realmente, no sé qué haría sin ti. Creo que eres el amor de mi vida.

Thank u, next | Scorpius MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora