Lloraba que cortaba la respiración

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Lo repasó en su mente una vez más, recordando los detalles y qué había construído para cubrir los baches de las trampas, cuáles carnadas había fijado y en qué tiempo debía levantar cada anzuelo sin agitar las sospechas. Se acomodó el cabello, chasqueó la lengua , apenado por arruinar un conjunto tan bonito pero con suerte pronto se compraría otros mucho mejores. Contuvo la respiración, intentando borrar de sus recuerdos que él nunca se había metido en una pelea física, que sus padres ni siquiera eran la clase que recurre a los castigos físicos y no recordaba haber sido golpeado por alguien más que Mui pero en un contexto totalmente diferente. Sostuvo la respiración mientras recibía el primer golpe,  siendo sujetado por otro chico aunque su intención nunca fue huir. Por el contrario, si él mismo provocó esa pelea al insultar a alguno de ellos, era más que evidente que no daría un paso lejos. Aunque lo pensó por un segundo cuando la sangre comenzó a brotar de su fina nariz de niño mimado, pensando si acaso sus dientes no se verían dañados. El de los puños era Mui, él no sabía nada del dolor. Ahogó un gemido cuando por fin lo soltaron, con una última patada en sus costillas. Suspiró, mirando el polvo de la calle mientras apoyaba las palmas para incorporarse, sujetando su costado, agradeciendo que al menos no hubieran roto su camisa. Le gustaba mucho el estampado. Meditó, intentando recordarlo una vez más mientras ubicaba las calles y veía el letrero de " panadería" que estaba buscando. Sonrió, mirando su reloj, palmeándose la cabeza mentalmente por su buena decisión de dejar el celular en casa.

  Había prestado atención siempre, desde la primera palabra de Tanjiro hasta la última, sólo para estudiarlo. Le importaba un carajo su vida hasta que se descubrió como su enemigo, y entonces comenzó a mostrar un interés muy limitado, sí, pero preciso. Sabía dónde vivía, sabía sus horarios, los de sus hermanos y hermanas, los de sus padres. Sonrió pero rodando los ojos se dijo que debía lucir un poco más angustiado. Se había hecho golpear por un par de muchachos mayores, no debía estar sonriendo. Se aclaró la garganta, se mordió los labios y se obligó a llorar. Miró el interior del local, sólo había un par de clientes, podía esperar hasta que salieran.  Aprovechó para ensayar mejor los sollozos, no demasiado fuertes, más bien apenados mientras veía a la última persona salir , entrando él. Sintió los ojos lilas de Nezuko y sabía cuan dilatadas estaban sus pupilas por la sorpresa de verle así, pero ella no era quien le importaba. 

— Disculpe ¿Mi hermano está aquí?

Vio al adulto fruncir las cejas analizando, después sus labios asintiendo recordando, saliendo de la trastienda para acercarse a él.

— No, lo siento, él y Tanjiro salieron ¿Qué ocurrió?

— Choqué sin querer con unos chicos mayores y se enfadaron—, gimió, agachando el rostro con vergüenza, con las lágrimas escurriendo hasta el cuello—. No me gustan los problemas, yo nunca había peleado.

— Está bien, pequeño, respira, ya estás a salvo. Ven, vamos a la casa para que te cure, parece que tu nariz está rota—, el adulto le hizo una seña a su hija indicándole que le encargaba el negocio, sujetando a Yui de los hombros para ayudarle a caminar— ¿Ocurrió cerca de aquí? Si fueron algunos muchachos de por aquí puedo hablar con sus padres.

— No, en realidad fue un poco más lejos. Caminé hasta aquí porque queda más cerca que mi casa y pensé que podía alcanzar a Mui, ellos también se llevaron mi billetera y no tengo cómo volver a casa. Hubiera seguido caminando pero me duele mucho.

— Déjame ver.

El adulto lo llevó hasta el baño, dejándole anotar en su memoria el camino. La casa parecía muy pequeña para tantos niños, veía los juguetes y cuadernos regados en el pasillo, la mesa limpia curiosamente al igual que la cocina y eso le permitía hacerse una idea de los roles que ocupaba cada quién en el hogar. Cuando llegaron al baño se dejó sentar en la taza con la tapa cerrada, viendo al hombre arrodillarse delante de él con una toalla mojada con agua tibia, acercándola a su pómulo. Los labios se le torcieron en preocupación, mirando la ropa manchada de sangre. Yui se sujetó las costillas, jadeando.

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