Caramelo

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Mui podía pecar de ingenuo en exceso, pero el repentino cambio de actitud de su hermano era algo a lo que quería aferrarse. Se portaba más amable con Tanjiro y más integrativo con el resto de sus amigos, como si hubiera perdido por fin el sello que los obligaba a alejarse instintivamente de todos. Sin nada por esconder, podía hablar más libremente con el resto, incluso riéndose abiertamente. Mui se sentía agradecido con esa segunda oportunidad, un poco más enamorado de Tanjiro al creer que había sido su llegada a su vida la que provocó ese cambio. Era su héroe, le decía en susurros que no comprendía pero le hacían sonrojar, un poco más por lo lento que besaba su mejilla tras decirlo.  La rutina se fue encauzando, bifurcándose con Yui distrayéndose un poco más en el club de atletismo mientras Mui pasaba las tardes estudiando en casa con Tanjiro. Se iban a dormir cada cual por su lado, sin siquiera mirar sobre su hombro antes de cerrar la puerta. 

 — ¿Irás a la casa de Tanjiro? ¿Puedes llevarle la ropa que me prestó su papá? Estuve tan metido en el club esta semana que lo había olvidado por completo.

—  Quedamos de vernos en la entrada del cine, pero puedo llevarla. No creo que haga mucho bulto.

—  No, déjalo así, no quiero que tengas las manos ocupadas, necesitas manosear apropiadamente a tu novio en la oscuridad del cine— Yui le enseñó la lengua, riéndose al verlo sonrojarse— . En serio no te preocupes, tengo un poco de tiempo libre, puedo ir yo mismo a dejársela, aprovecharé para llevarles unas manzanas en agradecimiento.

— Me hace muy feliz esto, Yui. Me hace feliz sentirme tan—  Yui le acarició la mejilla con una media sonrisa, negando suavemente. Mui le devolvió la sonrisa, abrazándolo.

— Apúrate o se te hará tarde. Si quieres podemos caminar juntos hasta la avenida.


Se miró de reojo en el reflejo de la puerta de cristal mientras entraba, sonriendo suavemente  al ver a Tanjuro venir del interior con una bandeja en las manos. Su sonrisa era calmada, extraña en una tez tan enfermiza.  Sabía que el hombre solía padecer frecuentemente de los pulmones por alguna enfermedad mal atendida en la juventud. Pero si lo miraba desde cierta perspectiva quizá pudiera encontrarlo atractivo. Se obligó a sonreír un poco más mientras se acercaba al adulto, esperando a que acomodara el pan recién horneado.

—  Lamento haber tardado en regresarte la ropa, estuve un poco atareado pero estoy muy agradecido.

—  No fue nada—   giraron la cabeza al escuchar un grito venir del interior de la casa. El adulto suspiró, resignado—  ¿Puedes disculparme? Mi esposa fue con Nezuko a comprar ropa interior, ya sabes, cosas de madre e hija y yo estoy solo con mis torbellinos. 

—  Si no tienes inconveniente yo puedo ir a vigilarlos. Me gustan mucho los niños.

—  Descuida, yo—  al mismo tiempo que el ruido de cristal rompiéndose un par de clientes entraron por la puerta. Yui lo miró con una sonrisa diligente, comprendiendo la muda petición en su rostro, caminando al interior de la casa.

Mantuvo la sonrisa mientras iba recogiendo los juguetes del suelo hasta entrar a la cocina, viendo al niño subido en una silla peligrosamente inclinada para alcanzar un tarro en lo más alto,tirando un par de platos en su intento. Volteó a verlo primero asustado después curioso.

— Ya veo qué está pasando aquí—  se acercó hasta él, poniéndose de puntas para alcanzar el tarro, abriéndolo— . Si comes galletas a esta hora vas a perder el apetito más tarde.

— ¿Tú eres Mui?

— No, pequeño, yo soy su hermano. Somos gemelos—  ayudó al niño a bajarse de la silla, acariciando su cabello con dulzura—  Me llamo Yui.

—  Yo soy Shigeru.

—  Mucho gusto, Shigeru ¿Qué te parece si hacemos un trato? Yo te doy una galleta si tú me prometes portarte bien el resto de la tarde. Tu papá está muy ocupado con el trabajo justo ahora y harás que se preocupe.

— Eso ya lo sé. Él y mamá siempre están trabajando y ahora Tanjiro también siempre está ocupado—  masculló y Yui sonrió comprensivo, volviendo a acariciar su cabello.

— ¿Por qué no vas por tus hermanos? —  miró hacia la mesa, notando la azucarera— . Les puedo hacer manzanas con caramelo y después podemos hacer origami para que no se aburran.

Shigeru se marchó corriendo por el pasillo, volviendo con un niño apenas mayor que él, con un bebé en brazos y una niña de la mano. Le miraban con duda, pero Yui les apuró para que le ayudaran a lavar las manzanas, tomando al bebé en brazos para acomodarlo en la silla, lejos del fuego mientras tomaba el azúcar y la esparcía en el sartén. Los niños no hacían muchas preguntas, confiados al saber que era el hermano del novio de Tanjiro y por la forma tan amable en que les trataba, indicándoles cómo clavar los palitos de madera en el corazón de las manzanas, después pasándolas por el caramelo caliente, con cuidado, dejándolas en un plato donde había puesto grageas de colores. Ninguno parecía curioso del por qué Yui cargaba con esas cosas en su mochila, más atentos al olor dulce del caramelo al comenzar a secarse. Le dio una manzana a cada uno, sentándose con ellos a la mesa, tomando al bebé en brazos, cortando para él un trozo de fruta sin caramelo.

—  Apenas le están saliendo los dientes—  dijo Hanako, pasándose el dorso de la mano por los labios para limpiarse el caramelo— . Mamá todavía no le deja morder nada, pero hay puré en el refrigerador.

—  Si está muy frío le dolerán las encías— canturreó, tomando la última manzana para cortarla y aplastarla, esparciendo un poco de azúcar en el agua donde hirvió todo, cuidando de mantener al bebé pegado a su pecho para que no recibiera el calor. Escuchaba a los niños en la mesa murmurar, haciéndole sonreír más— . Sé que quieren mucho a su hermano. Él los quiere mucho, siempre está hablando de ustedes. Ha sido un buen hermano ¿No es verdad? Los ha cuidado muy bien . Pero justo ahora, Tanjiro está preocupado. Sus padres necesitan trabajar para ustedes y sabe que no pueden cuidarlos como él, así que no puede relajarse estando con Mui y ambos terminan tristes. No quieren que su hermano mayor esté triste ¿Verdad?

— No.

—  Yo tampoco quiero que mi hermano esté triste. Por eso vine a cuidarlos, para que sus padres no se sientan tan preocupados ni Tanjiro.

— Papá dice que no podemos pagar a una niñera.

— Oh, pero yo no quiero dinero—  sonrió, vertiendo el puré en un plato, soplando para enfriarlo antes de volver a sentarse, tomando una cuchara para llevarla a la boca del niño— . Sólo quiero que mi hermanito pueda disfrutar sus citas con Tanjiro. Eso es lo que hacen los hermanos. Entonces ¿ Me ayudarían a pedirle a su padre que me deje cuidar de ustedes por las tardes?

Los niños se miraron entre ellos, cuestionándose para después voltear a verlos al mismo tiempo, asintiendo. Yui sonrió, limpiando los labios de Rokuta. Siempre era más fácil comenzar por los niños. Los vulnerables y maleables niños.



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Sé que hoy no le toca actualización, pero en este momento este es el fic que más obsesionado me tiene así que quizá haya spam, perdón x3

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