Géminis

Estrellas anudadas

Su intención primera fue sólo recostarse un par de minutos antes de ponerse el uniforme, pero cuando volvió a abrir los ojos ya era más de mediodía. Suspiró resignado al levantarse, bostezando mientras llegaba a la cocina y encontraba su plato servido frío se destensó los hombros al sentarse, comiendo mientras revisaba en su celular las fotografías y videos que había tomado la noche anterior. No se habían acostado pero podía decir que fue una de las mejores noches que había tenido, tan tranquila e incluso amorosa. Mordisqueó la cuchara, pensando que más bien estaba malinterpretando las cosas. Se sentía solo y vulnerable y Tanjuro le había tendido la mano pero no lo había hecho sin un motivo. Era fácil descifrar a las personas si les prestaba un poco de atención y él podía entender la mirada siempre cautelosa e incluso avergonzada de Kie, la sombra de dolor que siempre estaba en Tanjuro cuando la abrazaba. El hombre quería lastimarla, lo sabía, y mientras él pudiera obtener algo de toda aquella comedia nada le importaba ser cómplice. Nunca había sido alguien empático y a esas alturas no se iba a poner a pensar en los demás. Leyó el mensaje de Muichiro preguntando por qué no había ido a la escuela, remarcando que si acaso su ausencia estaba ligada con la de Tanjiro tendrían un problema. 

Oh.

Había olvidado su pequeño encuentro en el pasillo. Se rió desinteresado después de apagar el celular. Tenía mucho sueño y el estómago le dolía por haber reído tanto la noche anterior y quizá por tanta comida. Tanjuro en realidad era un buen hombre a pesar de estarse resbalando de esa manera con él, pero siendo justos él había sido demasiado manipulador. No se arrepentía y por el contrario comenzaba a ambicionar con mayor anhelo que se divorciara para poder salir más libremente. Si acaso le preocupaba que el cuidado de los niños lo abrumara, él podía hacerse cargo. Al único que realmente le guardaba un afecto sincero era a Rokuta, aunque no olvidaba nunca que los niños seguían siendo sus peones, las piezas que movió para poder encajar en la familia sin levantar sospechas reales. Había cometido un error al haberse descarado de esa manera con Tanjiro e incluso con Kie, pero estaba tan enojado. Tan herido. Se levantó y volvió a su habitación sólo para volver a dormir.

Escuchó la puerta abrirse pero no le dio importancia, los ojos pegados al libro y la espalda derecha contra la cama. Era un mal hábito que nunca se quitó, sentarse en el suelo en lugar de la silla, pero si hablaba de malos hábitos tenía otros peores, sonrió de lado, reconociendo las pisadas acercarse por las escaleras, sin siquiera alterar su respiración al sentir a Muichiro acercarse a su puerta, sin tocar abriéndola. No levantó la mirada, no se alteró aunque ya intuía que algo se le había salido de las manos.

— Podrías tocar la puerta la próxima vez.

Lo escuchó acercarse, lo sintió levantarlo del suelo desde el cuello de su camisa. Sintió su puño en el rostro y apenas atinó a sujetarse la mejilla, mirándolo. Muichiro estaba temblando, con los dientes apretados y el rostro tan rojo que parecía no estaba respirando.

— ¿En qué mierda estabas pensando, Yuichiro? No me interesa lo que hagas con tu cuerpo, ve a ofrecerte con quien se te de la gana pero no te voy a permitir esto. Ese pobre hombre está seguro que fue su culpa, que te está utilizando pero yo te conozco y sé la clase de mierda que eres. Todo esto fue tu culpa, tú lo provocaste.

— Al menos pensé que harías el intento de defenderme, es decir, el hombre tiene la edad de ser nuestro padre ¿Y me estás culpando a mí por haber caído en sus encantos? ¿Cómo sabes que realmente fueron así las cosas? 

— Porque para mi maldita desgracia te conozco desde antes de que naciéramos, ya te lo dije. Sé lo que estás haciendo y sobre todo por qué— los puños apretados hacían que sus uñas se le clavaran, doliendo, pero si se aflojaba sólo un poco sería incapaz de seguir hablando— ¿Tanto te molesta que sea feliz, que por fin esté teniendo una vida normal?