— Oh, ahí van... —Victoria hizo una mueca al clavar su mirada en la nuca colorada—. Los mellizos no exactos.
Cuando Lena la escuchó miró a su hermano con ansiedad en los ojos y Leo le clavó la vista a la estudiante de cabello ceniciento, haciéndola callar como si la hubiera apuñalado en el cuello. Él suspiró, pasando un brazo por los hombros de su hermana menor y caminando por los pasillos para entrar a la cafetería.
El ambiente de la cafetería cambiaba siempre que Lena y Leo llegaban, dejando murmullos de cotillas exageradas sobre ellos. Aquellos pares de ojos, de un color verdoso y rosado, no se molestaban en darles mucha atención. Ellos sabían para que estaban allí: sentarse en la última mesa que da a la ventana, mirar hacia fuera, comer los bentos que su tío les había preparado y devorar con alegría los postres de chocolate que con tanto amor preparaba su madre. Tan solo sería una media hora, como mucho cuarenta minutos, y regresarían a sus respectivas clases para terminar ese día que tan largo se había vuelto.
Un grupo de chicos pasaron por el lado de Leo, a lo que ellos los saludó y le devolvieron el saludo con cálidas sonrisas. Lena miraba de reojo mientras comía en silencio, asintiendo con la cabeza cuando uno de los amigos de su hermano le saludaba alegremente. Leo se les quedó mirando cuando se fueron.
— Lamento que no puedas juntarte con tus amigos para comer hoy, Oni-chan —Lena siempre usaba ese término en japonés cuando quería que Leo le sonriera.
— Descuida, además me gusta almorzar contigo —Leo vio con satisfacción la tímida sonrisa de su hermana, que escondía los colmillos con sutileza—. Sé que no necesitamos ingerir alimentos humanos... pero esto se siente bien, me gusta.
— A mi igual, me recuerda a cuando eramos pequeños.
La lluvia de recuerdos que caía sobre sus ojos era colorida y alegre; las mariposas del jardín trasero posarse en los hombros de Leo, los gritos de niños inquietos correteando por doquier y las manos dulces de su madre acariciando los cabellos rubios y rojizos antes de dormir. Se encontraban recordando las mañanas en las que el sol les acariciaba el rostro, donde el agua cristalina del lago era cálida en la mañana y la felicidad no necesitaba más esfuerzos para llegar a ellos. Venía por si sola, abrazando a la familia con arrullos de tranquilidad y buenos deseos.
Pero aquellos sucesos se convertían en memorias cuando los años pasaban y los hermanos Sakamaki ya no eran unos niños. Con quince años, los mellizos comenzaron a vivir su adolescencia fuera de la mansión y han separado sus vínculos para congeniar con otras personas. Yui no lo aprobaba, pero su padre siempre decía que era mejor, que eso les haría más fuertes y tendrían mejores probabilidades de sobrevivir siendo los líderes. Los hermanos se miraban y luego a su padre, para ver esos ojos verdes menta relucir y sabían que no podían decirle que no. Yui entendía que el que daba más ternura de toda su pequeña familia era el padre, que intentando ser autoritario y genial, a veces se dejaba llevar y era mimado por sus propios hijos.
Lena sonrió, con su mente llena de imagenes que perdurarían con el paso del tiempo.
— ¿Ves? Te hice sonreír.
Le lanzó un pedazo de zanahoria y Leo se cubrió entre risas, ambos siguieron comiendo y charlando como si nada hubiera pasado. Como si unas pocas miradas no estuvieran puestas en ellos.
Y era que Victoria siempre los observaba.
Leo incluso podía escuchar los pensamientos de ella desde allí, con ese talento que su tío le había enseñado desde pequeño hasta perfeccionarlo. La escuchaba como si hablasen por telefono, y se sentía un poco cansado de todas esas cartas de amor que se armaba dentro de su cabeza. Para Victoria, una chica que en secreto leía novelas en internet y escribía fanfics donde los vampiros "eran reales" y te sacaban de tu casa para darte una mejor vida, no había nada más misterioso y atractivo que Leo. Se había encaprichado con él desde que comenzaron el tercer año de preparatoria, y ni todas las evasivas podían alejarla de sus vanos intentos por conquistarlo. Y cuando sus intentos fallaban, se desquitaba con su hermana menor L ena.
ESTÁS LEYENDO
Seminibus [Diabolik Lovers]
Hayran KurguA veces los hijos son difíciles de entender. (Serie de One Shots sin relación sobre los hijos de los hermanos Sakamaki y Mukami) [YuixTodos] [OC]