EPÍLOGO - ¿EL ÚLTIMO ADIÓS?

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"Es tan corto el amor, y tan largo el olvido..." -Pablo Neruda.

A veces, me pongo a pensar en cuántas veces la muerte le ganó al amor.

En cuántas veces vimos por última vez a un ser querido y luego lo despedimos sin siquiera decirle cómo nos sentimos. Porque tenemos la desfachatez de no decir lo que sentimos, porque vivimos en una era en donde desbordar amor es sinónimo de suicidio.

Cuántas veces no has visto a tus padres andar de aquí y allá buscando un sustento para tu porvenir y aún así hemos sido incapaces de decirle aunque sea un: "Gracias mamá, gracias papá, porque soy todo lo que soy gracias a ti". Decirlo en vida se nos hace impracticable, pero luego, un día la muerte te gana, y solo te queda gritarles al cielo que fueron lo mejor que has tenido.

Cuántas veces no has hablado con un amigo, compartido momentos únicos y luego simplemente se alejan sin ningún sentido. Pensando en que mañana, o tal vez pasado, buscarás de nuevo su contacto, para preguntarle cómo ha estado. Sin saber que ese mañana termina volviéndose años porque nunca terminas de dar el paso, hasta que recibes el llamado en el que te informan que aquel amigo se ha marchado.

Cuántas veces has dicho o pensado en un mal estado de ánimo que no quieres saber más de tu hermano. Cuántas peleas en los que se herían día a día, cuántas discusiones dejó ganar el orgullo, pero un día miras más atrás... y recuerdas que aquel hermano que te vio crecer es parte de tu ser, que no puedes permitir que por un descuido la muerte te lo arrebate, y luego con sangre llorar lo que sentías por él.

Cuántas veces discutimos con nuestra pareja y soltamos a diestra y siniestra cuchillos en forma de improperios. Cuántas veces no les hemos dicho: "No quiero saber nada de ti, ojalá te mueras", sin pensar que el universo estaba atento a lo que decías y en un simple "amén" lleno de cólera, lo apartó para siempre de tu camino. Y luego, lloras y gritas que lo amabas, cuando en realidad él: ya estaba enterrado en un cajón que tú ya habías pedido antes de sepultarlo.

Cuántas veces le has gritado a un hijo: "deja el fastidio" y luego al caer la noche, lo besas cuando está dormido, y le pides al cielo en un suspiro: que nunca le falte el aliento mientras tú estés vivo.

Cuántas veces posponemos nuestros sueños, alegando que empezarás a luchar por ellos cuando tengas "tiempo", luego estás en tu lecho de muerte: pensando en cómo malgastaste tu vida por no arriesgarte a cumplir lo que querías.

Cuántas veces hemos creído que somos inmortales al igual que todos los que nos rodean, sin detenernos a pensar que la vida no se trata de sumar un día más, sino que se trata de restar un día menos a tu calendario natal.

Se trata de despertar, agradecer, amar, como si fuese tu última oportunidad. Y estar conscientes de que un día al despertar: ya no estarás en el mismo lugar, de que todo cambia, de que todo pasa, de que todo es una lección de vida, de que un día a otro... la persona que amas... ya no estará...

★★★★★★

1 Año después...

"¡VIVE!, Tan solo... pido que no me olvides"...

3:33am de nuevo el insomnio me visita, mientras el resto del mundo duerme en silencio, yo simplemente estoy aquí, debatiendo contra los demonios que desde hace 365 días me visitan.

La muerte de Ethan Cooper me ha dejado trastornada, agobiada, acabada. Vivo gritando cada madrugada en nombre de los recuerdos que me revuelven los sentidos, y aquella última frase que dijo en su lecho de muerte se ha vuelto más que un aliento el más mortal de mis desgarramientos.

Atracción Infernal © (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora