CAPÍTULO XXI ¿ERRORES QUE MATAN?

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"El amor, la más mortal de todas las cosas mortales, te mata tanto cuando lo tienes... Como cuando no lo tienes" -Lauren Oliver


En ocasiones, confundimos a la intuición con el miedo, y es eso precisamente lo que acaba de ocurrirme, pensé que mi sentido de supervivencia había activado mi intuición, alertándome de que algo malo venía a por mí, pero no... En realidad, fue el miedo incesante quien se apoderó de mi mente, haciéndome creer que aquel hombre era mi enemigo, cuando en realidad, no era así.

Pero seamos honestos, en este estado, ¿cómo podría diferenciar a ambas sensaciones? Si lo único que tiene cabida en mi cerebro en este instante es la palabra: "Huye"

★★★★★★

Los ojos verdes de quien creía era mi agresor, se fijan en mí con una cruda expresión de dolor. Un dolor causado por una bala traspasada en su brazo derecho, proveniente de mi estúpida Glock 26.

—¡Demonios Kailey! Aghhh... ¿Ahora te crees Jill Valentine o qué carajos? -demanda en un quejido casi entre dientes, mientras presiona su brazo ensangrentado.

—¡Lo siento Mozart! De verdad lo siento, no sabía que eras tú -trato de excusarme mientras intento ver la herida.

—¡Déjalo así!, ya no tiene caso -dice en una voz ahogada, aunque su expresión delata su sentir, de querer gritar a todo pulmón miles de maldiciones

—Pero, ¿qué haces aquí?, ¿por qué te me abalanzaste como si fueses un peligroso animal salvaje? ¿Te costaba al menos decirme: "Kailey, soy yo" antes del disparo? -exijo respuestas en una mezcla de confusión y enojo.

La mirada de Mozart refleja un frío desconcierto, y en un suspiro que revela fastidio responde.

—Me lancé hacía a ti tan bruscamente, porque ibas a correr a exponerte ante los secuaces de Laurent... Además... Dime, ¿Quién carajos iba a pensar que estabas armada?, no, peor aún, ¿quién carajos iba a pensar que ibas a dispararme? -asevera enojado y en tono de reclamo.

A ver, Mozart... Déjame rememorar las cosas que tampoco había pensado que iban a suceder, pero sucedieron...

Casi me violaron, mataron a mi perro, me secuestraron, me drogaron, debo buscar la manera de escabullirme entre un montón de matones, mi vida pende de un hilo, y por si fuera poco, apareces tú, halándome el cabello y pegándome contra la pared, dime, ¿cómo carajos querías que reaccionara?, ¿con un abrazo y un besito en el cachete? –digo internamente sin realmente emitir ni una palabra.

¡No!, no puedo decirle nada de eso... ¡Cálmate Kailey! Respira... Al fin y al cabo quien tiene un disparo en el brazo por tu culpa es él, así que, baja la guardia y trata de enmendar esta tragedia.

—¡Disculpa Mozart! De verdad lo siento, no fue mi intención, el miedo se apoderó de mí y me cegó... Es que... No te imaginas por todo lo que he tenido que pasar –digo en voz entrecortada y agachando la mirada.

—No me lo imagino, ¡yo, lo sé!... Fuimos al hotel a buscarte y encontramos el cadáver de Baguira, te confieso que pensamos que tu cuerpo yaciente también estaba tirado por algún lugar de la habitación, pero al bajar a recepción nos informaron que habías salido con un hombre con las características de Laurent, por lo que entendimos que te había secuestrado. Saber que aún podías estar viva nos devolvió el aliento, sin embargo, el jefe quebró todos los lineamientos de enfrentamientos, él se negó a quedarse de brazos cruzados y solo nos colocó una opción: salvarte.

Atracción Infernal © (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora