Sara—Queremos saber la disponibilidad de habitaciones que tenéis para ahora mismo —pide Iván con prisa.
—Perfecto —anuncia Edu y saca una Tablet en la que toquetea cosas, menea la cabeza contrariado y suspira antes de respondernos—. Estamos casi completos, solo tengo disponibilidad en dos habitaciones, una es la habitación de las webcams y otra es la habitación de los espejos, si os interesa os doy el acceso a la que os guste más.
¿Habitación de webcams? ¿Y de espejos? Mi cara debe ser un poema ahora mismo. Yo solo quiero una cama donde poder dar rienda suelta a las ganas que tengo de acostarme con Iván. No necesito webcams ni espejos, la verdad.
—Conozco la de los espejos —comenta Iván muy tranquilo— ¿Cuál es la de las webcams?
—Es una habitación que tiene instaladas 4 cámaras en diferentes ángulos. Está conectada a una web de sexcams donde tenemos un amplio público fiel y deseoso de que alguien comience a transmitir. Este público, y cualquiera que quiera conectarse para ver, da propinas si les gusta lo que hacéis. Todo lo que se recaude en esa sesión, es íntegro para vosotros. Hay parejas que han ganado mucho dinero en una noche —comenta divertido y yo alucino e intento no abrir demasiado los ojos ante tal información.
Iván menea la cabeza sin perder la sonrisa.
—¿La de los espejos? —cuestiona mirándome como si yo supiera qué demonios es eso. Lo sopeso. Transmitir nuestro primer polvo de forma online con un público que desconozco no es lo que más me apetece ahora mismo; y «La de los espejos» creo que es la que me dijo que usó Blanca con Mario. No sé si se referirá a esa.
—¿Hay alguna en la que tengamos intimidad y nos mantengamos anónimos? —cuestiono a Edu con una sonrisa algo incómoda.
—A ver, chicos, os cuento. Tanto para la de las webcams como la de los espejos, se puede mantener al cien por cien vuestro anonimato. Tenemos máscaras, pelucas e incluso ropa interior para dejaros. Así no habrá nada reconocible por vuestros conocidos —explica Edu—. Lo que sí es cierto es que la de los espejos os da más margen de decisión puesto que si no los activáis, solo son espejos. Es en caso de activarlos donde podréis acceder a ver a los clientes de las habitaciones contiguas o dejar que ellos os vean a vosotros. ¡Lo que os apetezca más!
¡Vaya! Pues la de los espejos me da más confianza para esta primera vez.
—Espejos —sentencio mirando a Iván y él sonríe.
—¿Tienes cuenta con nosotros? —pregunta Edu a Iván y, tras afirmar que sí, le tiende la Tablet donde mete unos datos que no alcanzo a ver.
—Todo listo, venid por aquí —pide Edu y nosotros lo seguimos.
Llegamos a una puerta en la que no había reparado y una vez Edu le da la llave a Iván, avanzamos por un pasillo que tiene una iluminación tenue, rojiza y donde un olor parecido al incienso perfuma la estancia. Vamos pasando puertas hasta que llegamos a la nuestra. Iván abre y cuando entramos me parece que es una habitación de hotel. Tiene una cama doble bastante grande en mitad de la habitación. Espejos en las paredes de los lados y un lavabo con ducha detrás. Todo está limpio y huele a desinfectante y a ambientador. Me da buenas sensaciones. No es que sea una habitación acogedora o cálida, pero sí es sexy e incitadora.
También hay un minibar junto a la puerta por la que hemos accedido y una mesita auxiliar donde Iván deja las llaves del coche y su móvil en silencio, yo me acerco tras inspeccionar toda la habitación y dejo también mi bolsito allí.
—¿Qué piensas de los espejos? —cuestiona Iván señalando a ambos lados antes de rodear mi cintura con los brazos.
—Divertidos —confirmo sonriente—, pero de momento dejémoslos así.
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El unicornio y mi crush
RomanceSara no pasa por su mejor momento en la relación que tiene con su novio Julio. Juntos deciden abrirla con esperanzas de que al explorar nuevas opciones, se reavive la llama de su pasión y vuelvan a tener la chispa que ella tanto anhela. Lo que no sa...