No es un camino sencillo pero es un camino enriquecedor (Cap 4)

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Sara

El domingo me despierto cansada, como si no hubiese dormido bien. En realidad quizá es porque han sido pocas horas.

Al salir de Tropic Garden llamamos a Julio y Marina, aparecieron en menos de cinco minutos. Nos despedimos como lo haríamos de dos amigos y, después, Julio y yo volvimos juntos en el coche sin decirnos nada. Fué un momento un poco incómodo. Yo esperaba que hablara él, él esperaba que hablara yo. Nos sentíamos raros, perdidos, y no sabíamos por dónde abordar la conversación.

Cuando llegamos a casa la cosa no fue mejor, Julio se metió en la ducha, salió con el pijama puesto, se metió en la cama y se puso a ver TikTok en su móvil. Estaba serio, y yo cada vez más desubicada.

En la ducha, empecé a sentirme mal por lo que había hecho. Pensé que quizá había sido un error y me sentí culpable e irresponsable.

Pero mientras me ponía el pijama cambié de idea. No había hecho nada malo: ambos habíamos acordado los límites y, además, él había estado con Marina durante el rato que yo estuve a solas con Iván.

Gracias a esos últimos pensamientos, decidí sacar el tema mientras iba hacia la cama y me metía en ella.

—Julio, ¿podemos hablar de lo que ha pasado esta noche? Si queremos que funcione, deberíamos ser capaces de hacerlo.

Él puso su móvil en modo avión y se sentó para quedar recostado contra el cabezal de la cama.

—Claro, perdona. No sé cómo hablar de esto —confesó agobiado.

—Podemos preguntarnos lo que queramos saber —expliqué yo cogiendo sus manos. Ver su lado vulnerable me ablandó rápido.

—Yo prefiero no saber nada, la verdad —explicó serio— pero te contaré lo que quieras.

Medité unos instantes. Yo quería saberlo todo.

—¿A dónde habéis ido?

—A su coche —respondió escueto.

—¿Y qué ha pasado allí?

—Lo hemos hecho —sentenció bajando la mirada a sus manos.

Una sucesión de escenas sexuales dentro de un coche atravesaron mi mente de forma impactante.

—Vale... —acepté sintiéndome rara, por una parte es como que debía molestarme, por otra, me daba completamente igual y eso es lo que más me mosqueó de todo—. ¿Habéis tomado precauciones?

Julio asintió sin cambiar su expresión seria.

—¿Ha estado bien? —me agaché un poco para verle la cara y él me miró.

—Ha estado bien. Ya sabes, la novedad... —se excusó denotando culpabilidad—. Marina es muy guapa y me ha gustado estar con ella, pero no lo puedo comparar a estar contigo.

Extendió los brazos pidiendo que me acercara y me recosté en su pecho.

—¿Estás bien? —preguntó con tono preocupado.

—Sí, estoy bien, cielo. —Y era totalmente verdad.

—Lo siento, me he dejado llevar, no debería haberlo hecho... —se lamentó arrepentido.

—¿Por qué no? Te ha apetecido acostarte con ella y lo has hecho. Es en lo que habíamos quedado. No has hecho nada malo de lo que debas arrepentirte —lo animé sincera.

Después hablamos durante una hora sobre las relaciones no monógamas, sobre cómo gestionarán las parejas abiertas estas cosas, sobre si queríamos seguir avanzando por este camino o no... La conversación concluyó en que sí íbamos a seguir avanzando y descubriendo esto de abrirnos y estar con más personas. Julio dejó de sentirse mal y no se olvidó de puntualizar que solo nos estábamos abriendo a nivel sexual.

El unicornio y mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora