Las cosas, cuando son muy buenas, a veces tardan un poco más en llegar (Cap 8.2)

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Mateo

Me giro lleno de curiosidad para verla bien y me encuentro con una chica morena de ojos verdes, delgada, mona y con cara de cabreo. Está cruzada de brazos y lanza rayos por los ojos en dirección a un chaval que está echando humo en la barra y que, tras gesticular mucho con los brazos expresando enfado y molestia, se va hacia la puerta para ir a la primera sala.

—¿¡Cómo se puede ser tan cavernícola!? —grita molesta en dirección a un chico que se acaba de ir de la sala. Ella niega con la cabeza y repara en mí.

—Sea lo que sea, seguro que lo arreglareis —intento animarla a la vez que pongo cara de niño bueno para que no se moleste por meterme en sus problemas sin que nadie me lo haya pedido.

—¡No lo tengo tan claro! —expresa muy enfadada— Pensaba que era más abierto de mente, resulta que es un puto neandertal. Solo le falta un taparrabos y una caverna. Nos ha entrado una pareja que quería jugar y solo le ha faltado decir «uh, uh, mujer mía, tú no tocar».

Me río por lo seria que se está quejando y lo graciosa que es en realidad.

—Perdona —me pide cambiando su expresión a una más amable—, me llamo Blanca.

—Mateo —expreso sonriente y le tiendo mi mano, ella la estrecha con simpatía.

—Ahora que ya sabemos nuestros nombres puedo hablarte de mi vida íntima más a gusto —bromea muy graciosa—. Es la primera vez que venimos a Six. La semana pasada fuimos a otra discoteca parecida, Caprice, pero allí no probamos nada, Mario se rajó a la que avanzamos de sala. Bueno, como hoy.

¿Caprice la semana pasada? Yo también estuve en...

—¡Espera! Sí. Tú estabas en Caprice la semana pasada. Te vi —explico divertido al recordarlo. Era la pareja sobre la que bromeamos Tom y yo. Ella tenía actitud de estar dispuesta a mezclarse, él no. Mi análisis fue exacto y preciso, por lo que me está contando.

—¿Tú estabas también? —pregunta confusa.

—Sí, te vi en la barra.

—Menos mal que he sido yo quien ha venido a tu lado, si no pensaría que me estás acosando —bromea Blanca.

Me río despreocupado y niego con la cabeza.

—Oye, perdona. Igual estás intentando conocer a alguna chica y yo aquí dándote la brasa con mis problemas personales —se excusa haciendo una mueca de culpabilidad.

—No soy psicólogo, ni experto en parejas, más bien todo lo contrario —comento divertido al pensar en mi trayectoria sentimental—, pero lo que sí puedo decirte, es que si estáis experimentando el abrir vuestra relación y practicar juegos swingers, tenéis que estar convencidos los dos. No va a funcionar si solo tú quieres hacerlo.

Blanca me mira y asiente dándome la razón, después sonríe y me parece una chica encantadora.

—¿Y cómo se convence a un novio de que abrir la relación puede ser estimulante y positivo para los dos? —cuestiona antes de suspirar profundamente.

—Repito: no soy ningún experto —sonrío divertido por la confianza con la que espera que le resuelva sus problemas— pero mi consejo es que vayáis despacio, os informéis bien, probéis cosas suaves, veáis qué tal reaccionáis, tanteéis vuestros límites y tengáis mucha paciencia y empatía con el otro. La comunicación en canal me parece básica también.

—¡Menudo consejazo para no ser experto! Si escribieras un libro sobre el tema, te lo compraría sin dudarlo.

Ambos nos reímos. Si leyera algo de lo que escribo seguro que no le parecería tan interesante, ¡más bien un tostón!

El unicornio y mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora