Aún no hemos empezado y eres tú la que se está rajando (Cap 1.2)

470 74 177
                                    


Sara

Mario siempre me ha parecido muy atractivo. Es que solo hay que verlo: está cañón. Mide como dos metros, es castaño, tiene los ojos marrones, unas facciones tipo italiano que son irresistibles. Va bien servido de six pack y, para rematar, tiene una sonrisa desvergonzada de esas que te ponen nerviosa —para bien—.

Sin embargo no haría nunca un intercambio con ellos. Son nuestros mejores amigos y, aunque sean guapos y atractivos, los vemos de otra forma. Sería rarísimo. Además Julio sería incapaz de tocar a Blanca. Tiene el típico código de «la novia de tu mejor amigo no se toca ni por accidente» demasiado interiorizado.

—Mmmm, eso suena muy... ¡excitante! —exclama Blanca encantada y los tres nos giramos hacia ella para ver si habla en serio, pero estalla en risas antes de aclarar que estaba de broma.

—Esta noche vamos a estrenarnos —confiesa Mario—, hemos decidido ir a una discoteca liberal de la que tenemos muy buenas referencias.

—Queremos ver qué tal nos sentimos en ese ambiente. ¿Y quién sabe? Quizá encontremos a una pareja que nos llame la atención para empezar a probar —añade Blanca mirando a Mario con complicidad y este menea la cabeza con dudas.

—Hoy vamos a mirar, no a tocar.

Blanca hace un gesto de decepción muy teatral pero no pierde la sonrisa.

Cuando Julio y yo nos vamos a casa, debatimos si pedir cena a domicilio o pasar de cenar. Ese es el nivel de diversión con el que empieza mi noche de viernes. Avanza con un picoteo rápido en la cocina y termina conmigo en nuestra habitación, donde me acuesto a leer una novela que no me han encargado, sino que quiero leerla por placer. Julio se queda en el comedor, tumbado en el sofá viendo la tele. Poco rato después me quedo dormida con el libro en las manos.

El sábado pasa tranquilo, vamos a casa de los padres de Julio a comer, como todos los sábados. Hacemos la compra juntos por la tarde y después Julio se va a correr. Yo me pongo una clase de Yoga por YouTube que me deja destrozada pero llena de satisfacción y de endorfinas.

El domingo teníamos planeado ir a la playa pero amanecemos con el cielo gris y tapado, así que cambiamos de planes y nos vamos a una fusión de mercado y festival que tiene cantidad de expositores de diseñadores y artesanos contemporáneos, también tiene una zona con foodtrucks. Solo se hace una vez al mes y nunca nos acordamos cuando toca, así que es la primera vez que conseguimos asistir.

Paseamos entre expositores de cosas artesanas muy llamativas toda la mañana, Julio se compra un par de camisetas con serigrafías y yo unas pulseras hechas con semillas a modo de cuentas. Después comemos en los foodtrucks y hablamos del trabajo y de las vacaciones, aún no hemos decidido a dónde vamos a ir y solo queda un mes para agosto.

—¿Qué pasa, Sara? —pregunta Julio levantando con suavidad mi barbilla para que le mire a los ojos—. ¿No tienes ganas de planificar las vacaciones? ¿Tan mal estamos?

Me encojo de hombros antes de responder y su caricia se desvanece igual que su sonrisa.

—No estoy bien —confieso seria—. No estoy segura de que quiera seguir con esto, Julio.

Ya está, ya lo he dicho.

—No digas eso, amor. ¿Cómo no vamos a seguir? ¡Si nos casamos el año que viene!

—No lo tengo claro Julio.– confieso con pesar.

—¿Es por lo de hacer cosas nuevas? ¡Las haremos! —promete con un poco de desesperación, es la primera vez que muestra preocupación cuando le hablo de que no estoy bien, será que por fin me está tomando en serio.

El unicornio y mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora