SaraJulio es un buen novio. Es muy buena persona, tiene un gran corazón. Lo pasamos bien juntos, siempre ha sido sincero y fiel conmigo. Además es muy guapo. Sin duda, tiene todo cuanto siempre he deseado encontrar en una pareja. Intento convencerme a mí misma de que lo más sensato es seguir con nuestra relación. Sin embargo llevamos seis años juntos, cinco conviviendo, uno prometidos y me encuentro carente de ilusión. Está claro que algo falla.
Mi mejor amiga dice que es una crisis típica de pareja, dice que hemos caído en la monotonía y que la rutina nos ha comido. Que tenemos que buscar cosas que enciendan la chispa de nuevo entre nosotros.
Mi madre dice que Julio es un buen hombre, que no lo deje escapar porque me arrepentiré.
Julio dice que estamos bien y que son todo pajas mentales que me hago porque pienso demasiado en las cosas, leo demasiadas novelas románticas e idealizo el amor.
¿Y yo? Estoy hecha un mar de dudas. Por un lado, no quiero tirar por la borda seis años de relación, pero por otro, tampoco quiero seguir con alguien de quien ya no me siento enamorada. Sé que el enamoramiento es solo una fase en las relaciones de pareja, también sé que no dura eternamente. Pero soy de esas personas creyentes de que el amor debe hacerte sentir diferentes cosas. Para empezar; fuegos artificiales, para continuar; mariposas y, para terminar, me valdría con un ligero cosquilleo en el estómago. Pero dejar de sentir y tener una relación cómoda, práctica y estable en la que no se te eriza nunca la piel, me parece triste y desesperanzador. Y es precisamente así como me siento.
Ahora mismo, por ejemplo, estoy bajo la lluvia de la ducha con los ojos cerrados, sintiendo el agua resbalar por toda mi piel y pensando en dónde podríamos ir a desayunar, cuando mi mente decide ponerse a calcular cuánto hace que no tengo sexo en la ducha. De ahí salto a pensar en cuánto hace que no tengo sexo apasionado y descontrolado, de ese que te pilla con tantas ganas que no importa dónde ni cuándo.
Mucho.
Muchísimo.
Demasiado es la respuesta.
Creo que Julio y yo hemos perdido nuestra chispa, nos queremos mucho pero no estamos enamorados. Me cuesta incluso poner esta posibilidad en mi mente, pero creo que nuestra ruptura está cada vez más cerca.
Sé que hay personas que serían muy felices por tener la relación que tengo con Julio. Pero no es mi caso. Yo soy inconformista, quiero más ¡quiero los fuegos artificiales, las mariposas y las cosquillas! Lo quiero todo.
Plantearle todo esto a Julio y que no se le haya movido ni un pelo de la cabeza, me mosquea. ¿Le da completamente igual que podamos separarnos? A veces parece el hombre de hielo.
—Cariño, estás rayada porque te pasas el día leyendo novela rosa —acusa Julio de nuevo echando toda la culpa a las novelas románticas—. Es como si yo me pasara el día viendo porno y luego me decepcionara al llegar a casa y no encontrarte desnuda, pidiendo guerra y queriendo polvos salvajes y descontrolados a todas horas.
Vaya comparación de mierda.
—Podrías estar insatisfecho con nuestra vida sexual y yo no lo reduciría a un único factor, que además fuera externo a nosotros. Intentaría comprenderte y buscar soluciones juntos —explico calmada, haciendo un esfuerzo por no enfadarme.
—Claro. Yo quiero que encontremos soluciones juntos —responde y me suena poco creíble—. Por cierto, no me has contestado ¿a dónde es que quieres ir? Estoy conduciendo sin rumbo.
—Me gustaría ir a un sitio nuevo, estoy harta de desayunar todos los domingos en el mismo bar —me quejo algo aburrida. ¡Hasta salir a desayunar fuera se ha vuelto monótono y predecible!
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El unicornio y mi crush
RomanceSara no pasa por su mejor momento en la relación que tiene con su novio Julio. Juntos deciden abrirla con esperanzas de que al explorar nuevas opciones, se reavive la llama de su pasión y vuelvan a tener la chispa que ella tanto anhela. Lo que no sa...