¡Tienes que contarme algo! (Cap 3.2)

462 77 123
                                    


Sara

Después miro a Julio y este se encoge de hombros dándome a entender que está dispuesto a aceptarlo.

—¿Qué incluye el completo? —pregunto sabiendo que ya me han clasificado como la prudente e inocente de la pareja.

Se ríen un poco, pero lo hacen como cuando te ríes de una niña pequeña por lo tierna que es su inocencia. No me gusta especialmente que me vean así, pero tampoco me incomoda, esta es mi primera vez jugando con otra pareja y prefiero ser cauta y prudente a tener que lamentarme mañana o hacer que Julio cambie de idea y no quiera seguir avanzando.

—Incluiría que mi marido se fuera contigo a tu casa, y tú —añade señalando a Julio con un dedo en su pecho— te vengas conmigo a la mía.

—Puede ser solo por un rato o noche completa, lo que os apetezca más —añade Iván.

¿Llevarme a Iván a casa? No se me había ocurrido para nada que la noche pudiera acabar así. Creo que ni hemos dejado hecha la cama.

—¿Qué dices, cielo? —cuestiona Julio ante mi silencio y me mira como pidiendo permiso. ¡Él quiere hacerlo!

¿Dónde está mi novio y qué han hecho con él?

—No lo sé —confieso con dudas. No porque no sea algo que desee, lo deseo ¡y mucho! Pero tengo miedo. Quizá Julio ahora, bajo la influencia de sus dos combinados exóticos y los besos de Marina, piense que es algo divertido pero mañana se arrepienta.

—No tienes que hacer nada que no quieras, podemos tomar algo, charlar un rato y volver a ordenarnos cuando quieras —especifica Iván con tono amable y vuelve a aflojar todos mis nervios. Eso suena bien.

—Está bien —acepto con algunas reservas.

—¿Hacemos un intercambio medio? —pregunta Marina a Iván y él asiente rendido a aceptar que, lo que sea que signifique eso, será todo lo que sacarán de esta noche.

—Entonces tú y yo —Marina se levanta y coge a Julio de las manos para levantarlo con ella— nos vamos a dar una vuelta.

Los cuatro nos ponemos de pie para despedirnos. En cuanto Iván se levanta, besa a su mujer con pasión. ¡Qué ardientes son!

Julio me da un beso tierno y aprovecho para preguntarle en tono bajo si está bien y seguro de esto. Él asiente convencido y me vuelve a besar.

Yo estoy bien con este juego. Y ahora que Julio me confirma que está seguro de avanzar, todavía mejor.

¡Se acabó la contención!

—Nos vemos luego, chicos —Marina pone fin a este momento y, dándole la mano a Julio, se despiden definitivamente.

Cuando se van, Iván tira de mí para que me recueste sobre su torso. Lo hago encantada y respiro profundamente. Su perfume me llama la atención, es fresco y especiado. Huele muy bien.

—¿Estás bien? ¿te preocupa que hagan algo? —pregunta amable y preocupado mientras acaricia mis brazos suavemente.

—No, estoy bien —sonrío sincera—. Pueden hacer lo que quieran, no es un problema.

—Genial. Por mi parte, me conformo con tenerte un rato aquí mismo, no pido más por hoy.

Umm quizá tú no, pero yo si.

Cuando alzo la mirada lo encuentro con una sonrisa tierna enmarcada por esa barbita recortada que le da un toque tan sexy. Poso mis manos sobre su torso y lo tanteo como si estuviera reconociendo la zona. Me concedo esa licencia después de que él haya tocado antes lo que ha querido de mi cuerpo. Desciendo por su abdomen lentamente y, antes de llegar a sus tejanos, me desvío hacia su muñeca izquierda donde algo ha llamado mi atención. En ella veo que tiene un tatuaje en la parte interior y giro su mano para poder verlo bien. Es una ancla. La recorro con los dedos.

El unicornio y mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora